Dos preguntas importantes sobre sobre Haití y la República Dominicana, a propósito de la grave crisis que sufre el pueblo haitiano.
- ¿Puede generar Haití una crisis económica interna?
- ¿Tenemos que ayudar a Haití ante la crisis que vive?
La respuesta a la primera pregunta es NO. La respuesta a la segunda pregunta es SÍ.
La crisis se reflejará principalmente en el ámbito migratorio, donde lo que manda las circunstancias es sellar la frontera, aunque se tenga que desplazar el 80% de nuestras fuerzas armadas o reclutar unos 10 mil efectivos más para que no quede ni un rincón al descubierto.
Son 10 mil empleos nuevos para los dominicanos fronterizos que no encuentran trabajo y emigran hacia ciudades cercanas.
La otra crisis es en lo político, ya que muy pronto no habrá interlocutores con Haití para ayudar en el conflicto o para resolver temas de interés común para ambos países.
Sellar la frontera tendrá un alto costo y requerirá más presupuesto para mantener un contingente de gran magnitud que cubra hasta las zonas más aisladas, que generalmente son muy vulnerable para la inmigración ilegal.
Pero Republica Dominicana debe abrir la frontera a todos aquellos haitianos que vienen a abastecerse de bienes de consumo para alimentarse ya que sus comercios están siendo saqueados y muy pronto ni habrá bancos, ni habrá transporte, ni habrá comestibles, ni habrá electricidad y muchos menos combustibles.
Los países que quieran ayudar a Haití tendrán que hacerlo a través de Republica Dominicana porque hasta un avión con ayuda humanitaria que aterrice en el aeropuerto de Puerto Príncipe puede ser saqueado por las bandas. Lo mismo sucederá con cualquier embarcación que se aproxime a sus puertos.
Nuestra frontera con Haití será el único puente para que los habitantes del vecino país puede acceder a las ayudas humanitarias de forma directa, a través de organismos internacionales y ONG que intervengan en el proceso.
Los mercados fronterizos tendrán que estar bien abastecidos para satisfacer la demanda de los haitianos que buscarán desesperadamente bienes de todo tipo para sobrevivir. Eso aumentará las exportaciones del país, aunque el gobierno podría tener que hacer algunas donaciones de alimentos a los haitianos en la frontera, mostrando también el lado humanitario de los dominicanos y no solo el mercantil.
En esas ayudas podrían contribuir grandes empresas nacionales y extranjeras que operan en nuestro territorio haciendo donaciones de alimentos y otros bienes de primera necesidad.
Aquí estamos hablando, no de pobreza o pobreza extrema, sino de hambruna, donde la gente fallecerá en plena calle por la desnutrición crónica.
Por otra parte, ¿cómo los haitianos que viven y trabajan en nuestro país enviaran sus remesas a sus familiares si cierran los bancos y agencias de cambio? Eso podría agravar aun mas la crisis alimentaria.
Hay que activar también facilidades de transito a extranjeros que viven en Haití y buscaran, a toda costa, huir de ese infierno vía la frontera dominicana.
Ya la Republica dominicana ofreció su embajada en Haití donde hay un helipuerto para que los extranjeros puedan salir sin problema.
¿Y quién resolverá la crisis de Haití?
Ahí nosotros no podremos hacer nada. Solo garantizar a toda costa la seguridad nacional, como dijo el presidente Abinader.
Eso lo deberán resolver Canadá, Estados Unidos, Francia, la UE, la ONU, la OEA, la BBC, la Agencia de Energía Atómica, la NASA, el BCE, la FED, la FAO, el BID, el BM, el FMI o mismísimo diablo que meta su mano. Mientras tanto, todos hablan de Haití, pero todo se queda en palabrerías y reuniones pendejas para discutir lo mismo sin llegar a ningún resultado.
La crisis de Haití, en el corazón del caribe, empaña la imagen de toda Latinoamérica.
Sin embargo, cada país en la región, como la mayoría alrededor del mundo solo ven una cosa. La alta inflación que golpea a los consumidores y la potencial crisis económica que se avecina por la guerra entre Rusia y Ucrania, que puede conducir a una recesión global.
Una guerra que parece no tener fin y que esta costando billones de dólares y miles de vidas cada hora del día. Por lo tanto, Haití no es una prioridad para nadie, excepto para nosotros que tenemos las manos atadas.