El teniente Joaquín Fernández, familiar de Rafael Fernández Domínguez, informó a su amigo el doctor Fernando Guance que quienes dieron muerte al líder militar por el restablecimiento del gobierno constitucional de Juan Bosch, el 19 de mayo de 1965, fueron dos guardias desertores, temerosos del asalto que se estarían planeando por los constitucionalistas, y que salieron del Palacio Nacional y se escondieron en un edificio de enfrente.

Los dos desertores de los militares leales a San Isidro dispararon por la espalda contra Fernández Domínguez, Juan Miguel Román, Euclides Morillo y otros que les acompañaban, sin conocer contra quienes lo hacían, según el testimonio. Posteriormente se despojaron de la ropa militar, y se marcharon, pero fueron ubicados por las tropas de San Isidro y presumiblemente fusilados.

Eran dos muchachos jóvenes, con mucho temor, que estuvieron en una prisión en San Isidro, en la que también Joaquín Fernández estuvo, porque fue visto con los constitucionalistas y cerca de Caamaño. A él también iban a fusilarlo por desertor, pero Alcides Fernández, un hijo suyo actuó y dijo a los oficiales que su padre era leal a San Isidro y le perdonaron la vida, de acuerdo con los datos aportados por el médico epidemiólogo Fernando Guance.

La historia ha registrado y quedado como dato final que el intento de asalto al Palacio Nacional del 19 de mayo fue un hecho trágico y doloroso, que quitó la vida a Fernández Domínguez, Illio Capocci, Juan Miguel Román y Euclides Morillo, y que quienes disparan por la espalda fueron soldados norteamericanos o brasileños, que le esperaban como parte de una emboscada de las fuerzas de San Isidro en alianza con las fuerzas llamada de paz, pero que eran tropas interventoras norteamericanas en el país.

El periodista Fausto Rosario Adames, en su programa ¿Y tú…qué dices? entrevistó a Fernando Guance, en Acento TV.