Resituar a Heidegger en el cibermundo
Resituar el discurso filosófico de Heidegger en el contexto de la tecnología y la cibernética implica reevaluar sus ideas y teorías a la luz de los tiempos transidos actuales, caracterizados por la guerra y la ciberguerra.
En su discurso filosófico, Martin Heidegger analiza cómo la cibernética y la tecnología en nuestro tiempo han conducido a la humanidad a un olvido del ser, de su propósito y de su destino. En su condición de filósofo afirma que la metafísica y el fin de la filosofía dieron paso a la cibernética y que en lugar de indagar la Alétheia o verdad y el saber, como es el caso de la filosofía como sabiduría, la humanidad se ha obsesionado con el poder, el control y la manipulación de la naturaleza.
En septiembre de 1966, la revista Spielgel hizo una entrevista a Heidegger, la cual, por el expreso de deseo de este, no salió a la luz pública hasta después de su muerte, acaecida casi diez años después, en mayo de 1976. En esta entrevista afirma: “Mientras, a lo largo de los últimos treinta años, se hecho cada vez más claro que el movimiento planetario de la técnica moderna es un poder cuya capacidad de determinar la historia, apenas puede apreciarse” (p.68).
Poder que implica cálculo y manipulación técnica, lo cual, según él, destruye las relaciones humanas, convirtiéndose todo en desagradable e inhospitalario. En tal sentido, expresa:
Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si Ud. estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Solo nos quedan puras relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la tierra (Heidegger, p.70).
Sin embargo, Ortega y Gasset, en su libro Meditación de la técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía (1996), reflexionó con más sobriedad sobre la preocupación por la técnica y comprendió que el hombre, gracias a su razón técnica, ha ido adaptándose y desarrollándose, ha devenido en cultura técnica, fuera de ahí lo que existe es un extrañamiento de su entorno técnico natural y una nostalgia de un paraíso perdido y edénico; además de un desprecio por dicho entorno técnico natural ante una supuesta crítica a la técnica. El filósofo Ortega y Gasset, dice de manera precisa, que hoy el ser humano no vive ya en la naturaleza, sino que está alojado en la sobrenaturaleza, que viene siendo la técnica y la cual es inherente a él. Por eso afirma que, sin la técnica, el ser humano no existiría ni habría existido nunca.
No obstante, debemos situar estas reflexiones filosóficas de Ortega y Gasset en el contexto anterior a la llegada del sistema mundo cibernético. Estas ideas forman parte del recorrido de la filosofía de la tecnología. Es indiscutible que hoy en día vivimos en un sistema cibernético del cual es imposible escapar. Por lo tanto, muchos de los pronósticos que hizo Ortega y Gasset en su tiempo quedaron atrás. Él creía que la técnica sería uno de los temas que se debatiría con mayor brío en los próximos años, incluyendo el sentido, las ventajas, los daños y los límites de la técnica. Esta visión era buena y válida antes de la era cibermundo (Merejo, 2015).
Retomando el discurso de Heidegger: quien argumenta que la filosofía ha llegado a su fin y que su papel ha sido asumido por la ciencia. Según él, la filosofía se ha diluido en ciencias particulares como la psicología, la lógica y la política; y, en consecuencia, la cibernética ocupa el lugar de la filosofía. Sin embargo, esto no significa que la cibernética sea filosofía, de acuerdo con Heidegger. Su filosofía quedó atrapada en una variante de la cibernética de primer orden y de corte tecnicista y mecanicista, sin conocerla en su totalidad.
Al respecto Hui, en el texto Recursividad y Contingencia (2022), explica lo siguiente:
Heidegger ve en la cibernética una fuerza totalizadora que es sinónimo de una racionalidad exclusiva. Por eso busca otra forma de pensamiento que ya no puede llevar el nombre de filosofía. Poco importa para nosotros si se le llama filosofía o de otra manera, pero Heidegger ve la necesidad de seguir una trayectoria de pensamiento distinta para poder pensar otro comienzo. Heidegger quiere tomar otro camino, un camino que he denominado “pensamiento cosmotécnico”. Sin embargo, quiere hacerlo sin la cibernética, en el sentido que ya ha sido declarado, pero todavía no ha sido pensando (Pp.154-155, las comillas son del autor).
En lo expuesto, Hui deja ver la complejidad de la cibernética, la asume como proyecto filosófico y, por eso, antes que nada, parte de la concepción de Heidegger sobre buscar otra vía para pensar. Pero, a diferencia de este, que saca a patadas a la cibernética de esa vía de pensamiento, Hui la incluye como parte de los tiempos cibernéticos.
Es por eso, que Hui, puntualiza: “Para entender en qué sentido la cibernética es el fin de la filosofía, necesitaremos entender también qué es la cibernética y hasta qué punto la lógica organicista y reflexiva de Hegel constituye una precursora de la cibernética” (p.155).
De esto se desprende una reconstrucción de “una filosofía de la cibernética, que no es tanto una disciplina, sino más bien un movimiento de una enorme riqueza y heterogeneidad de ideas. Necesitamos entender el proyecto de la cibernética como un todo” (ibid.).
Por supuesto, esto no deja a un lado que las obras de Heidegger no sigan siendo relevantes en un muchos aspectos, sin embargo con relación a la pregunta por la técnica (2021) y la esencia de esta, de lo que es en sí misma y como forma de desvelar el mundo, es decir, que las cosas se hagan presentes, su enfoque se quedó atrapado en su época y su pensamiento se eclipsó en relación a lo cibernético y lo técnico, pues no alcanzó a ver el ciberespacio, la virtualidad y la Inteligencia artificial, así como la relación sujeto cibernético- saber- poder de control virtual y cibernético. Como tampoco la pudo ver Foucault con relación a la filosofía del poder, tal como la alcanzó a ver en cierta medida Deleuze, con respecto a la relación del poder y la sociedad de control. Este es el ámbito de lo que trabajo como ciberpsicobiopolítica, que es ir más allá, de la psicopolítica de Han, de la biopolítica de Foucault y en parte, de la sociedad de control de Deleuze.
Es bueno precisar que Hui aborda las investigaciones que hicieron Kurt Gödel y Ala Turing, sobre los avances del mecanicismo en cuanto algoritmo recursivo, así como también, todo el desarrollo de la cibernética fundamentada en el concepto de lo orgánico como modelo más amplio en la que se incluye los conceptos retroalimentación e información, elaborados por Wiener y Shannon.
De esta manera, Hui completa el rastreo de todo el mapa cibernético que va desde el desarrollo de “la cibernética de primer orden hacia la cibernética de segundo orden, mediante la teoría de sistemas de Ludwig von Bertalanffy, Heinz von Foerster y Niklas Luhmann, así como las de Gibelbert Simondon (quien intenta reformular el concepto de retroalimentación de una manera alternativa” (Hui, p.155).
En base este planteamiento, reafirma lo siguiente: “La cibernética, con la noción de retroalimentación e información, ha introducido un nuevo esquema cognitivo y, por consiguiente, una nueva organización de las relaciones y la socialización humano-máquina” (p.287).
Esta nueva organización en el ámbito de lo cibernético y lo digital hacen que el capital adopte “una forma de recursiva posibilitada por los algoritmos y las redes digitales, en la medida en que es capaz de regenerarse y reproducirse. Con todo, esta regeneración no es una acumulación lineal, sino que supera recursivamente la contingencia (ya se integrándola o eliminándola) en su camino hacia el infinito: el objetivo último de la acumulación y el desarrollo.” (Hui, p.313).
Es bueno enfatizar que la visión del cibermundo entretejido de recursividad y contingencia, en la que lo virtual y el ciberespacio forma parte de su edificación, invita a pensar la cibernética en el plano de lo filosófico, y de ahí, que mi discurso filosófico cibernético e innovador en esto tiempos cibernéticos y transidos, encaje en ciertos aspectos con el filosofar tecnológico y cibernético de Yuk Hui.
Él sostiene en ese texto Recursividad y Contingencia, que la cibernética no es tan solo su punto de partida y punto de llegada, sino que también deviene en proyecto filosófico: “En lugar de ver la cibernética como un sistema no filosófico, vengo intentando mostrar que la cibernética es fundamentalmente un proyecto filosófico” (2022, p.353).
Es pertinente su reflexión sobre este sistema cibernético: “Las líneas de fuga pueden existir solo bajo forma de un rechazo o ser parte del sistema, una automarginación o una huida hacia el ocultismo o hacia comuna de tipo sectario. La cuestión del sistema sigue siendo una cuestión por enfrentar, no solo desde la perspectiva de la desconstrucción llevada a cabo durante el siglo XX, sino también como un intento de fragmentar el sistema para permitir que emerja la diversidad” (p.368).
Parte de la tesis de Hui sigue reafirmándose en el texto Fragmentar el futuro. Ensayos sobre la tecnodiversidad (2020), con la diferencia que en este asume el fin de la globalización, la pandemia del coronavirus, la cosmotécnica como cosmopolítica y su esfuerzo por ir más allá del discurso de Heidegger. Dicho esfuerzo es producto de dos motivos: 1) El deseo de responder al giro ontológico en la antropología, que busca atacar el problema de la Modernidad proponiendo un pluralismo ontológico; y 2) El deseo de actualizar un discurso insuficiente sobre la tecnología que se asocia mayormente con la crítica heideggeriana a la técnica” (2020, p.60).
Partiendo de esto, orienta su discurso por la propuesta de “reabrir la cuestión de la técnica para mostrar que es necesario considerar a la técnica como una variedad de cosmotécnicas, en vez de como techne o tecnología moderna” (ibid.).
El discurso de Heidegger sobre la cibernética no es de repudio o rechazo, sino de desplazamiento del papel que había cumplido la filosofía hasta su consumación. Sin embargo, en esta época cibernética en que vivimos, la filosofía y el filosofar se hacen más vigentes que nunca, más aún, con la inteligencia artificial, lo virtual, la recursividad y la contingencia, en fin, con el cibermundo. Con relación a lo expuesto, se puede extraer la siguiente idea de Hui:
No es mi intención abrir una caja de Pandora aquí, solo quiero señalar que el pensamiento cibernético, en cuanto pensamiento presuntamente universal ecológico, es aquello que supera, o pretende superar al menos, los tradicionales dualismos metafísicos en la ontología y la epistemología; es en este sentido que genera una nueva condición del filosofar, y por consiguiente, una nueva indagación de la cuestión ecológica (p.119).
Esta nueva condición de pensamiento incluye a Heidegger, a pesar de su visión del fin de la filosofía, y nos invita a filosofar desde una perspectiva cibernética, sin excluirlo. En esta época dominada por lo digital y la inteligencia artificial, no solo en cuanto al saber sino también al saber hacer, no podemos limitar el pensamiento y el conocimiento a una sola forma de saber: la entrega a la contemplación. El saber hacer es un saber que también cuenta, como parte de la vida y como soporte estructural del software y hardware del sistema cibermundo. Salvo que se desee que el precariado, el trabajador en el ámbito del virtual que vive de manera precaria en este sistema, muera de inanición.
Por eso, es necesario abordar un pensamiento que sea epocal y que incorpore lo cibernético de forma transversal, para comprender que la filosofía existe y seguirá existiendo, tal como argumenta Hui.
La cibernética en sí misma es la encarnación de la lógica hegeliana, que avanza hacia una totalización y unificación en consonancia con su visión de la historia mundial; por consiguiente, en final de la filosofía está también cargado de sentido geopolítico, a saber: la modernización en cuanto sincronización. Hemos sugerido que el comienzo de un pensamiento posterior a la cibernética requiere, ante todo, una tarea de fragmentación que haga posible el despliegue de diversidad en el pensamiento filosófico, estético y tecnológico (2020,p.136).
La fragmentación que plantea Hui se sitúa en una “no -dialéctica”, ya que “tiende a desmantelar la tendencia totalizante de la dialéctica y libera aquello que ha sido eclipsado por la concepción de la historia como progreso: La tesis de Heidegger puede ser entendida precisamente como una descripción de esta nueva condición del filosofar” (p.137).
Puesto que, si tomamos el discurso de Heidegger del final de la filosofía y la entrada en escena la cibernética, esto exige, de acuerdo Hui, “un pensamiento diferente que sea capaz de resituar al arte y la tecnología dentro de la realidad más amplia. Este resituar exige, por su parte, diferentes sensibilidades hacia el mundo de los seres humanos y no- humanos” (p.160).
Ante este panorama cibernético y de posexperiencia virtual, la apuesta de Hui va por la fragmentación del futuro, en la que existan múltiples cosmotécnicas sustentadas en la diversidad tecnológica, en la experiencia vital, el modo de sentir y actuar, la reflexión y la capacidad de autoinvención. Con esto se propicia la creación filosófica en todo el planeta, sin limitarse a una región específica.