En una entrega pasada (Acento 19-02-2022), escribimos que nuestro país tiene un déficit severo de camas en el sector público para ingresos en crisis de salud mental. Vimos que tenemos una tasa de 0,9 camas por 100 mil habitantes. Señalamos que los países de ingresos medianos, como el nuestro, tienen una mediana de 6,3 camas por 100 mil habitantes. Decíamos que ese solo indicador nos debía mover a la acción.
En un siguiente artículo (Acento 04-03-2022), abordamos el tema de los recursos humanos disponibles para trabajar la salud mental de la población. Nos centramos en la cantidad de psiquiatras con que cuenta nuestro país. Señalamos que para 2018 se contaba con una tasa estimada de 1,08 psiquiatras por 100 mil habitantes, mientras la mediana de la región era de 1,4. Planteamos la desigual distribución en la relación zona urbana y rural y entre provincias.
En el presente trabajo nos vamos a referir al tema medicamentos psiquiátricos, su disponibilidad e impacto en la salud mental.
Los psicofármacos utilizados en los pacientes que los requieren, son costosos y regularmente son de uso continuo. Sin ellos, muchas patologías psiquiátricas serían de difícil manejo. La mayoría de los seguros de salud no los cubren, por lo que representan una carga económica importante para la economía de la persona y su familia. Solo el seguro subsidiado pudiera presentar oportunidades parciales para quien es beneficiario.
La depresión y la ansiedad pueden afectar a una de cada cuatro personas en algún momento de su vida y es la depresión una de las principales razones de discapacidad laboral y/o el motivo por la que una persona pierde su trabajo. Por su lado, la ansiedad es una de las principales causas de la disminución de la calidad de vida de los individuos.
Los trastornos psicóticos, dada la cronicidad de su curso y el impacto que producen en el intelecto de la persona, provocan un deterioro de la personalidad dado que trastornan su curso vital e impactan en las relaciones familiares y sociales. Igual ocurre con el trastorno bipolar, otra condición severa de salud mental.
Esta ampliamente demostrado que los psicofármacos juegan un papel importante en el tratamiento de los estados mentales. Las evidencias indican que alivian rápidamente los síntomas de la angustia, que son efectivos en la depresión moderada a severa, que regulan al paciente bipolar y que yugulan las crisis psicóticas.
Qué capacidad tiene el gobierno, por medio de sus entes responsables, el Servicio Nacional de Salud (SNS), y el Ministerio de Salud Pública (MSP), de facilitar los medicamentos a la población que lo requiere?
Tiene capacidad el Programa de Medicamentos Esenciales y Central de Apoyo Logístico (PROMESE/CAL), para dar respuesta a la demanda de la población a estos medicamentos psicofarmacológicos para conseguir su salud? Lo hace en los actuales momentos?
Responde el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa), con eficiencia y prontitud a los requerimientos de sus usuarios a la petición de estos medicamentos? Conocen los usuarios de la ARS estatal sus derechos y vías en torno a la obtención de los medicamentos?
Según los datos de SeNaSa, ya 5,745, 000 dominicanos están afiliados en el Régimen Subsidiado. Estos afiliados tienen un 100% de cobertura en todos los servicios descritos en el catálogo de Prestaciones del Plan de Servicios de Salud (PDSS). Solo uno de esos beneficios tiene una trascendencia enorme a los propósitos de este trabajo: lograr que una persona que identificada con una condición de salud mental y que tiene en sus manos una receta médica que contiene una indicación con uno o más medicamentos, sea beneficiada con ese o esos medicamentos por estar afiliado a dicho Régimen Subsidiado.
Es cierto que el catálogo no contiene toda la gama de medicamentos psicofarmacológicos que se requieren, pero no menos cierto es que si los afiliados a dicho régimen, que necesiten de estos tipos de medicamentos, tuvieran acceso a los mismos, su condición de salud cambiaría drásticamente. Pero la realidad es que el porcentaje de afiliados que logran obtener estos beneficios es ínfimo. Es responsabilidad del SeNaSa divulgar estos beneficios y habilitar la ruta de acceso.
En relación al PROMESE/CAL, entendemos que sí tiene capacidad para dar respuesta a la demanda, pero es inacapaz en dar respuesta por falta de coordinación con el SNS para realizar las proyecciones de compra y no ocurra lo que habitualmente pasa: desabastecimiento frecuente de medicamentos que son de alta demanda por la población que padece de algún tipo de condición mental. Así, medicamentos como la olanzapina y el ácido valproico, por solo citar dos, son de difícil ubicación para los pacientes y sus familiares en las Boticas Populares. Tema aparte pero no menos importante, es el aumento del número de medicamentos a colocar en el catálogo.
Qué capacidad tiene el ente Rector, el MSP, y el brazo operativo, el SNS, en ser el dispensador de los medicamentos psicofarmacológicos a la población que lo necesita? Por increíble que parezca la respuesta, por absurda y triste, no tiene capacidad alguna.
Nuestra realidad es que no tenemos un Sistema de Salud. Las estructuras actuales o bien están desarticuladas o peor aún, son inexistentes. Sin un primer nivel eficiente, jamás funcionará el Sistema. Si focalizamos el tema Sistema de Salud Mental, dentro del macro Sistema de Salud, podemos afirmar categóricamente que aquello que se había logrado avanzar a partir de 2015, que recibía reconocimientos de organismos nacionales e internacionales, se ha ido tirando por la borda. Aducir que esto ha sido por la pandemia, no es más que un necio autoengaño.
En resumen, tres indicadores nos dicen que en el tema salud mental pública, las calificaciones son mediocres e involutivas: tenemos menos camas para atención de crisis psiquiátricas, el personal de salud mental está muy debajo de lo requerido y la dispensación de medicamentos es inexistente.
En próximas entregas analizaremos otros indicadores o temas importantes. Uno en particular, grave por demás, es la situación de deterioro que envuelve al Centro de Rehabilitación Psicosocial. El que fue buque insignia de la transformación en Salud Mental de nuestro país, hoy va camino al descalabro. Pero esa es otra historia y se merece un próximo trabajo.