En las últimas tres semanas muchos sentimos como una nube gris se posó sobre nuestra media isla. Una de esas nubes de las que no estás seguro si será una tormenta, lluvia moderada o sencillamente provocará un poco de sombra y terminará yéndose tal y como llegó.
La propuesta de “ley de modernización fiscal”, presentada por el gobierno, provocó que todos los sectores en la población dominicana se movilizaran en reclamo de la ausencia de consenso y de los detalles de las reformas propuestas con las que no estaban de acuerdo. Todo el mundo protestó, hasta los que no sabían a ciencia cierta de que trataban las reformas.
El retiro de dicha propuesta por parte del presidente de la República trajo en un primer momento alivio momentáneo a la población, pero dejó un sabor amargo, de esos que no logras definir, que provoca dudas, incertidumbres y hasta llama al miedo.
No sabemos cuál será el próximo paso. Sí, nos ha quedado claro que, de alguna manera, será necesario que el gobierno implemente cambios en las medidas de recaudación de ingresos, recorte gastos y haga cambios administrativos que permitan mejorar los servicios públicos. De lo contrario, las consecuencias pueden ser peores que el susto ya superado.
Todas estas acciones tienen, como es normal, sus consecuencias políticas y suponemos que el primero que está consciente de esto es el presidente. No será tan fácil volver al punto de popularidad en el cual estaba hace unos meses atrás.
En el libro “El espíritu de la esperanza” el filósofo y ensayista alemán Byung-Chul Han, resalta que: “Estamos padeciendo una crisis múltiple. Miramos angustiados a un futuro tétrico. Hemos perdido la esperanza. Pasamos de una crisis a la siguiente, de una catástrofe a la siguiente, de un problema al siguiente. De tantos problemas por resolver y de tantas crisis por gestionar, la vida se ha reducido a una supervivencia”.
Y así estamos sobreviviendo los dominicanos. No sabemos cuál será el próximo paso a seguir y la incertidumbre nos provoca miedo.
Y sobre ese miedo acota Byung-Chul Han, “Se ha difundido un clima de miedo que mata todo germen de esperanza. El miedo crea un ambiente depresivo. El aumento del miedo y del resentimiento provoca el embrutecimiento de toda la sociedad y, en definitiva, acaba siendo una amenaza para la democracia”.
Un inversionista extranjero que adquirió recientemente un vasto terreno en Miches, confiando en que el próximo año iniciaría su proyecto hotelero, apoyado en las facilidades que otorga la ley de incentivos turísticos 158-01, sintió derrumbarse sus planes a raíz del anuncio de la posible reforma fiscal. Cuando se le informó del retiro de la propuesta de reforma por parte del presidente, suspiró. Al saber que no se hará nada, lo ha embargado la incertidumbre, el desasosiego. Este inversionista, como todo el pueblo, espera por reglas claras, consensuadas y que aporten a la tranquilidad y el bienestar de todos.
Estamos definitivamente necesitando un halo de esperanza, una pizca de ilusión, un proyecto que involucre a la sociedad, que beneficie a la mayoría y nos devuelva un poco de la esperanza perdida en nuestro país y nuestros gobernantes.