El pasado martes 26 de abril el Tribunal Constitucional puso en circulación las obras Historia Constitucional Dominicana de la autoría del Dr. Wenceslao Vega Boyrie, La Nacionalidad Dominicana de la autoría del Dr. Juan Jorge García y el audiolibro de la obra del Mag. Rafael Díaz Filpo, Constitución Política. Política Constitucional. Fue un acto emotivo, encabezado por el Mag. Milton Ray Guevara, quien impulsó la realización de las investigaciones publicadas, y contó con la presencia de muchos académicos y actores jurisdiccionales.
Hoy quiero referirme al primero de estos escritos. Desde hace semanas he venido trabajando precisamente ese tema –el de nuestra historia constitucional– y no puedo continuar en el desarrollo natural sin detenerme para reconocer la importancia de la investigación de Vega Boyrie e invitar a mis pocos lectores a que sean, sin dudarlo, lectores suyos.
Historia Constitucional Dominicana inicia con tres estudios cortos sobre temas que construyen el fundamento sobre el cuál se cimentará el resto de la investigación: en un primer momento se reflexiona sobre el constitucionalismo en la historia (desde una perspectiva comparada). En un interesante segundo capítulo el autor presenta ciertas constituciones que denomina como “impuestas”, toda vez que impactaron el derecho dominicano durante los primeros 44 años del siglo XIX, aunque sin ser decididas de manera libérrima por sus representantes, como ocurrió con varios documentos constitucionales de Haití y España. En el último de estos tres estudios preliminares, Vega Boyrie aborda el proyecto de Constitución de Juan Pablo Duarte, texto que, si bien no pudo ser objeto de debate en el Cónclave de San Cristóbal, evidencia la visión liberal y democrática que inspiró a los trinitarios en la lucha independentista. Luego de esa labrada introducción y puesta en contexto, el autor desarrolla toda nuestra historia constitucional durante nueve provechos capítulos. Finalmente, reseña la jurisprudencia y doctrina relevante en la materia desde 1844 hasta nuestros días.
En cada uno de los nueve capítulos que recogen la historia constitucional de nuestra nación se hace un estudio que presenta al menos tres enfoques: uno dirigido hacia los antecedentes fácticos y jurídicos de la labor revisora o constituyente, que ponen al lector en capacidad de comprender las circunstancias del momento; luego la narración del proceso constituyente propiamente hablando, relatando las actuaciones de las autoridades públicas que interactuaban en cada caso; finalmente aborda de manera particular cada texto constitucional, señalando los principales cambios frente a sus predecesoras y los aspectos que implicaban innovaciones o retrocesos en su texto. Dicho de otro modo, evalúa en cada caso si los valores del constitucionalismo son optimizados en esos procesos de creación o revisión, o bien puestos a un lado.
Con esta dinámica en la redacción del valioso texto, Vega Boyrie da la razón a Ricardo Marcelo Fonseca cuando afirma en su obra Introducción teórica a la historia del Derecho que este estudio “ya no será nunca más una mera “introducción histórica” anacrónica –habitual en los manuales y también en los trabajos más académicos– que acentúe principalmente las continuidades y permanencias (frecuentemente de modo artificial) a lo largo del tiempo, sino, al contrario, la historia del derecho demostrará que un análisis teórico de cualquiera de las “ramas del derecho” debe ser atravesado por la historia (dado que los conceptos e instituciones jurídicas están también empapados de historicidad) y que su buena comprensión depende de su adscripción temporal”.
He dicho en otro escrito que Wenceslao Vega, el más prolífico de nuestros cultores en el estudio de la historia del Derecho en las últimas décadas, si acaso no en toda la historia de la República. Paolo Grossi, en su obra Mitología jurídica de la modernidad ha dicho que el historiador del derecho está llamado a ser “la conciencia crítica de la sociedad” y creo que esa labor, tan trascendental como ardua, quedó plasmada una vez más en la obra que se puso en circulación.
En la introducción de su obra Wenceslao Vega nos comparte su esperanza de que “la lectura de esta obra ayude a los dominicanos, en especial a los jóvenes, a comprender la importancia de esta materia. Lo imprescindible es que conozcan la Constitución y su historia, para que sepan amarla y defenderla”. Quienes compartimos esa esperanza damos la bienvenida a este nuevo aporte del veterano investigador y celebramos el crecimiento de la bibliografía local en la materia. Que su deseo se plasme en el corazón de cada lector.