¿Cómo los medios de comunicación abordan la violencia sexual y las denuncias de las víctimas? ¿Las apoyan o las condenan y estigmatizan?

“Sé de personas que han ido a los medios y se han visto en peores circunstancias. Los medios te salvan o te condenan, dependiendo de a donde vayas. Si vas a un medio de farándula, te pueden dañar”, dijo Carolina Fonfrías, sobreviviente de violación sexual y activista por el derecho de las víctimas a la justicia.

La activista también resaltó cómo, en su caso, la labor de los medios de comunicación fue fundamental para encontrar justicia, ante las fallas del Ministerio Público, del sistema de salud y de los tribunales. Entiende que su denuncia en la televisión contribuyó a movilizar todo el sistema, lo que terminó con una sentencia en contra de su violador.

Fonfrías fue expositora en el conversatorio “Imaginarios que justifican la violencia sexual en la producción cultural y los medios de comunicación”, organizado por Diversidad Dominicana y Libertarias, con el apoyo del Centro Cultural de España. Este conversatorio surgió a raíz de la serie Dominicanas ante la impunidad y la falta de servicios, publicada por la Unidad Investigativa de Género, una alianza entre la revista Todas y el Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico.

En el diálogo, un ejercicio de periodismo presencial construido de forma colectiva con el público, la expositora Itania María, psicóloga clínica, también comentó que con frecuencia los medios no profundizan en los casos de violación y pueden contribuir con el estigma que sufren las víctimas. Las mujeres, niñas y adolescentes violadas suelen ser culpadas del abuso. Se justifica al violador por la ropa que usaba la víctima, su comportamiento, la hora a la que caminaba en la calle, entre otros argumentos que refuerzan la cultura que perpetúa la violencia sexual y la impunidad.

Aportes del público

Durante el conversatorio, el público dialogó sobre las creencias y acciones que perpetúan una cultura y un sistema en los que se justifica la violación.

Al hablar de las creencias machistas que se reproducen en la vida cotidiana, un joven dijo: “Las citas en las que el caballero paga la cena:  se presume que, porque pagó la cena, se le debe algo más, como si fuera una transacción. Se asume que porque el hombre está dando dinero está comprando a la pareja”.

Otro hombre resaltó cómo, a través de programas muy populares en plataformas como Youtube, Instagram y Tiktok, se refuerza la idea de que los hombres tienen derechos sobre los cuerpos de las mujeres y que estas deben evitar ser agredidas al vestirse y comportarse de ciertas maneras.

Y una participante introdujo en el debate el rol de las iglesias cristianas en la reproducción de una cultura que no reconoce la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos y dificulta un diálogo abierto sobre la sexualidad, que incluya temas como el consentimiento y la identificación del abuso.  “Además de la responsabilidad del Estado, que es clara, entiendo que la problemática también tiene que ver con la visión judeocristiana que tenemos. Son las religiones cristianas que impiden que se imparta educación sexual en las escuelas”, comentó la mujer.

Otra de las asistentes habló de las fallas estructurales que atraviesan todo el Estado: fiscalías, escuelas, tribunales y otras instituciones. Sugirió que el tema se aborde a todos los niveles y en todos los ámbitos a la vez para que las políticas públicas tengan efecto.

Las políticas de cero tolerancia al acoso y la violación sexual deben llegar también a los espacios privados y de la sociedad civil. Una de las artistas presentes en el conversatorio explicó que para muchas cantantes, actrices o bailarinas denunciar a los violentos significa despedirse de sus carreras a nivel nacional, y en algunas áreas, incluso en espacios internacionales.  Así que, según esta intervención, reina el silencio y las mujeres deben aprender a defenderse de los abusadores mientras comparten con ellos el espacio laboral.

Una discusión sobre las raíces más profundas de la violación en el país se propuso cuando una participante planteó que para combatir la cultura de la violencia sexual en la República Dominicana es necesario identificar prácticas implantadas desde la Colonia, cuando los hombres con poder (blancos y luego mestizos), tenían derecho a disponer de los cuerpos de las mujeres y de todas las personas racializadas tanto para el trabajo en las plantaciones como para prácticas sexuales.

De acuerdo con este planteamiento, estudiar estas prácticas y desmontar las creencias que se han mantenido a partir de ellas, es clave para construir una cultura en la que la violación no esté justificada.

Solidaridad entre las víctimas y redes de apoyo

A pesar de todas las dificultades, hay espacios de resistencia para enfrentar el sistema y la cultura de la violación, y la impunidad de la que gozan los violadores.  Carolina Fonfrías contó que la creación de un grupo de apoyo ha sido crucial para que ella y otras víctimas de violencia sexual sobrevivieran no solo al trauma, sino también a un sistema legal que las revictimiza.

Gracias a esta red de apoyo han podido escucharse, acompañarse e informarse sobre trámites burocráticos cuando las autoridades no dan a tiempo las informaciones necesarias para llevar a cabo procesos legales. Además, las sobrevivientes se han aconsejado sobre las mejores formas de hablar con los medios de comunicación, si se considera que esta acción puede ayudar a impulsar una denuncia.

Y se respaldan y no se culpabilizan si algunas deciden no seguir adelante con un proceso legal. Fonfrías explicó que debido a que los procesos legales pueden ser largos, costosos y emocionalmente agotadores, algunas víctimas tienen que decidir entre conservar su empleo y su salud mental o seguir adelante con las denuncias o los juicios.

Propuestas del público que asistió al conversatorio “Imaginarios que justifican la violencia sexual en la producción cultural y los medios de comunicación” para enfrentar la cultura y el sistema que perpetúan la cultura de la violación

-Campañas de educación masiva con herramientas de educación popular, que vayan desde publicar informaciones en los medios tradicionales, hasta intervenciones en el espacio público, con obras de teatro callejero, y diálogos comunitarios.

-Realizar acciones de sensibilización y educación enfocadas en los hombres, para promover masculinidades más positivas e impulsar la igualdad.

-Trabajar con los medios de comunicación con el fin de crear protocolos que eviten la revictimización, los estereotipos y la culpabilización de las víctimas.

-Mejorar el sistema de protección a las víctimas de violación en escuelas, fiscalías y cuarteles policiales. Esto implica tanto formación a las autoridades como recursos para aplicar medidas de protección efectivas, entre estas el apresamiento y la persecución de los abusadores.

-Ampliar los programas de asistencia psicológica y psiquiátrica en hospitales públicos.

-Extender la discusión sobre la violación, ya que también la sufren niños, hombres heterosexuales, y personas de la comunidad LGBTQI, cuyos casos permanecen silenciados, por lo que no les llegan las pocas acciones de prevención que se realizan en el país.

-Educación sexual integral de calidad en las escuelas públicas y privadas,

Posdata: muchas gracias a todas las personas que acudieron al llamado y nos ayudaron a profundizar en este diálogo. Continuaremos con la discusión.