En el siglo IV a.n.e. Platón compuso un texto sobre la justicia que posteriormente se convirtió en el capítulo I de su obra La República. Su interés era clarificar el concepto de lo justo y su opuesto lo injusto. El diálogo evoluciona con gran maestría y luego de varios debates en torno a distintas definiciones de lo que era la justicia la cuestión quedó inconclusa. En mi opinión era una manera de involucrar al lector en la continuación del diálogo y motivarlo a seguir hurgando en el tema.
Entre las propuestas aparece una que surge con cierta vehemencia de boca de Trasímaco. “Entonces Trasímaco -quien mientras dialogábamos había intentado varias veces adueñarse de la conversación, pero había sido impedido en ello por quienes estaban sentados a su lado y querían escucharla íntegramente-, en cuanto hicimos una pausa tras decir yo aquello, no se contuvo más, y, agazapándose como una fiera, se abalanzó sobre nosotros como si fuera a despedazarnos”. La imagen es perfecta para compararla con el inmenso volumen de videos en las redes sociales donde la violencia de actores de la extrema derecha usa la imagen y el discurso -y hasta las titulaciones- para expresar un discurso agresivo e insultante de quienes piensan diferente.
En el texto platónico la intervención de Trasímaco es disruptiva porque antes y después el diálogo era muy racional y sereno, centrado en el aprendizaje común, pero él aparece en escena con violencia e ira, agrediendo a los interlocutores, sobre todo a Sócrates. El llamado Trasímaco argumenta: “¿Qué clase de idiotez hace presa de vosotros desde hace rato Sócrates? ¿Y qué juego de tontos hacéis uno con otro con eso de devolveros cumplidos entre vosotros mismos?” La caracterización del personaje por Platón para incluirlo en el diálogo es la forma típica de los sofistas en la democracia ateniense del siglo V a.n.e. Valerse de la agresividad y el uso perverso de la retórica para imponer su voluntad sobre los que pensaban de otra manera y lograr el poder. Para ese objetivo, obtener el poder, era válido mentir, insultar, denostar, gritar, etc.
La reacción del personaje Sócrates antes la embestida de Trasímaco lo expone Platón de la siguiente manera: “Al oírlo quedé azorado y lo contemplé con pavura; y creo que, si no hubiese sido que yo lo miré a él antes que él a mí, habría perdido el habla. Pero en el momento en que comenzó a exasperarse por la conversación yo había sido el primero que lo contempló. de modo que luego me fue posible responderle. y le dije, no sin un ligero temblor” Platón recoge de manera precisa las muchas veces que él y su maestro Sócrates tuvieron que verse agredidos por los sofistas, en el tono de sus voces y la violencia contenida en sus argumentos.
Si el diálogo había transcurrido sereno y pacífico, argumentando unos y otros sobre lo que era justo, la intervención de Trasímaco rompe ese ambiente e intenta llevarlo a un plano de tensión para desplegar su definición de lo que es justo: “Escucha, pues – dijo Trasímaco-. Afirmo que lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte, y ahora ¿por qué no me elogias? Pero no, no estás dispuesto a ello”. Es coherente con dicha definición que él intentara imponerse sobre los otros agresivamente para supuestamente ser el poseedor de la verdad.
El contexto del diálogo y la interacción entre Sócrates y Trasímaco es mucho más compleja que lo expresado en estos párrafos, pero quería llegar a esta definición que es a su vez la naturaleza misma de la manera de ser los sofistas y de la inmensa mayoría de quienes usan las redes para agredir, difundir bulos y promover la discriminación de los sectores más débiles. La clave es el poder.
El ascenso de candidaturas y gobiernos de extrema derecha en esta tercera década del siglo XXI indudablemente obedece a los procesos de empobrecimiento de los sectores de clase media y obreros por las políticas económicas del neoliberalismo. El desmonte del Estado como distribuidor de la riqueza para garantizar la inclusión de los sectores más empobrecidos y convertirlos en agentes activos de la economía, nos ha conducido a la presente situación. La destrucción de los sistemas de salud, educación de calidad, vivienda y pensiones, para promover un modelo individualista de que cada cual procure su beneficio y que los grupos mas vulnerables sucumban mediante el hambre, la represión policial o incluso la guerra como mecanismo de exterminio (Ucrania y Gaza), conduce a la humanidad a un ciclo de autoritarismo, revueltas sociales y disolución de la democracia y el Estado de derecho.
Cuando vemos que un candidato amoral, mentiroso, machista y encauzado judicialmente por graves delitos llega a la presidencia de la principal democracia del mundo, a lo que asistimos es a un síntoma de como los modelos de bienestar capitalistas han sido aniquilados previamente y por tanto la imagen política que se abre paso es la de la selva y la lucha entre personalidades autoritarias. De alguna manera se intenta cumplir con la tesis de Hobbes de que en el estado natural el hombre es un lobo para el hombre. Y si esa es la situación, se deduce la necesidad de una dictadura.
La insensatez de poblaciones que considerábamos con un mínimo de sentido común, e incluso con ciertos criterios morales, las conduce precipitadamente a doblegarse frente a liderazgos autoritarios. Por un lado, tienen el acicate de la pauperización de sus vidas y la de sus familias, y por otro lado la mediocrización de los sistemas educativos. Por supuesto esos dos factores se potencian mediante las redes sociales que desde su anonimato difunden mentiras, discursos de odio, bulos y toda suerte de incitaciones a la violencia contra grupos vulnerables. Es por eso que hoy día se han normalizado las teorías conspiranoicas y se pretende igualar los logros de la ciencia con las estupideces que se le ocurre a cualquier pelafustán.
Tenemos por delante las consecuencias que estos nuevos liderazgos en el poder traerán a sus sociedades, porque se montan precisamente en la precarización de las poblaciones que les votan y les hacen campaña política. ¿Cuánto durarán? ¿Con cual grado de violencia reaccionarán una vez vean que no mejora su calidad de vida? No adivino el futuro, pero es previsible que a Estados Unidos y Europa les esperan años de conflictos y disturbios. El poder que se organiza en torno a la violencia únicamente puede ofrecer más violencia. Y eso lo sabía Platón hace más de dos milenios.