Victor Hugo creó una constelación dramatúrgica para narrar y dialogar temas humanos desde una construcción poética justificada en una razón socioestética representativa de lo social, el sujeto individual y la historia de los sentidos humanos. Así las cosas el dramaturgo Victor Hugo impulsó mediante la teoría teatral moderna, el argumento del punto de vista donde Naturaleza e Historia se conjugan en la oposición-relación espacio y tiempo:
“El teatro es un punto de óptica. Todo lo que existe en el mundo, en la Historia, en la vida, en el hombre, debe poder reflejarse en él, pero tocado por la varilla mágica del arte. El arte busca en las páginas de los siglos, en las páginas de la naturaleza, interroga a las crónicas, se aplica a reproducir la realidad de los hechos, sobre todo la de las costumbres y caracteres, mucho menos sujeta a la duda y a la contradicción que los hechos, restaura lo que los analistas han tramado, armoniza lo que han desaparejado, adivina sus omisiones y las repara, colma sus lágrimas con imaginaciones que tengan el color del tiempo, agrupa lo que han dejado disperso, restablece el juego de los hilos de la Providencia bajo las marionetas humanas, lo reviste todo con una forma poética y a la vez natural y confiere esta vida de verdad y de ímpetu que la ilusión engendra, este prestigio de realidad que apasiona al espectador y, ante todo, al poeta, puesto que el poeta de realidad apasiona al espectador y, ante todo, al poeta, puesto que el poeta tiene buena fe”. (Op. cit. p. 67)
Ciertamente, para Victor Hugo, el teatro está ligado a la naturaleza, al sujeto y a la historia. Lo que en texto y contexto imagina el teórico del teatro y dramaturgo es un retorno a la libertad de ver y crear afinando las herramientas del trabajo autoral. En este sentido la teoría del teatro en Victor Hugo enuncia una axiología, una antropología de la imaginación dinámica apoyada en una psicología del personaje y de la literatura dramática misma.
Para Victor Hugo, la poesía siempre es el impulso de todas las artes. De ahí la importancia de Homero, Virgilio, Dante y Shakespeare en el Prólogo a Cromwell. Lo que se importantiza desde la poesía y sus cimas es la edad misma de lo poético y su recorrido en tiempo y espacio:
“…la poesía tiene tres edades, cada una de las cuales corresponde a una época de la sociedad: la oda, la epopeya, el drama. Los tiempos primitivos son líricos, los tiempos antiguos son épicos, los tiempos modernos son dramáticos. La oda canta la eternidad, la epopeya solemniza la historia, el drama pinta la vida. El carácter de la primera poesía es la ingenuidad, el carácter de la tercera es la verdad. Los rapsodas marcan la transición de los poetas líricos a los poetas dramáticos. Los historiadores nacen con la segunda época. Los cronistas y los críticos con la tercera”. (Op. cit. pp. 43-44)
Como hemos visto, la teoría de Victor Hugo se inscribe en las tres fases del discurso teatral occidental, pero reconociendo en su misma travesía la inscripción de la naturaleza y la historia como dinamismo vital de la representación. El drama teatral activa entonces sus héroes en las fases de desarrollo de la acción social, histórica, sentiente y en las peripecias y las funciones que justifican el télos o finalidad del movimiento en el contexto del hilo dramatúrgico ascendente, descendente, variable o normal. Se trata entonces de un ritmo estético del drama.
Desde la reflexión teatral que se abre a los esfuerzos de un acto de creación compleja, el novelista, poeta y dramaturgo francés enfatiza aún más el argumento anterior:
“Sería consecuente añadir aquí que todas las cosas pasan, en la naturaleza y en la vida, por estas tres fases: lo lírico, lo épico y lo dramático, porque todo nace, actúa y muere.” (Op. cit. p. 45)
Lo importante para Victor Hugo es que “El drama es la poesía completa” (loc. cit.) y así lo expresa desde una lógica de la poesía y de la teoría misma que justifica y sostiene:
“La oda y el drama se cruzan en la epopeya. En todo hay de todo; pero existe en cada una un elemento generador al que se subordinan todos los demás, y que impone al conjunto el carácter propio. El drama es la poesía completa. La oda y la epopeya tan sólo lo contienen en germen; en cambio, el drama las contiene a ambas en desarrollo. Las resume y las engloba”. (Ibíd., p. 45)
Para el escritor francés, drama y poesía producen una cardinal literaria que involucra narración, diálogo y espectáculo. Entendemos que Victor Hugo es el primer poeta de la modernidad que piensa el teatro en una perspectiva teórica implicada en la filosofía de la historia y de la poesía. Herder y Vico están presentes en su discurso sobre la poesía y la historia.
Como teórico del teatro, la historia y la poesía, el escritor entiende este logro para la teoría del teatro moderno, que desde el drama, la vida histórica, aquello que adquiere un valor totalizante, que involucra naturaleza, cultura, política y acción teatral. Es por eso que en este sentido y en esta perspectiva afirma que:
“Es, pues, en el drama donde todo desemboca en la poesía moderna. El paraíso perdido es un drama antes de ser una epopeya. Es sabido que es bajo la primera de estas formas que se presentó originalmente a la imaginación del poeta y, tan visible es aún el armazón dramático bajo el edificio épico de Miltón, que ésta es la forma que queda para siempre grabada en la memoria del lector”. (Op. cit., p. 47)
Hemos observado que en todo el Prólogo a Cromwell subyace y persoste una teoría de los géneros literarios y discursivos que pugnan por mantenerse como componente y subcomponente literario y teatral. Aunque toda la teoría de la literatura es aceptada por el poeta-dramaturgo francés como una poética o teoría de géneros en su forma clásica y moderna, el uso teórico neoclásico es atacado como racionalista, como excluyente de lo vital, lo natural y lo sentiente que todo poeta o dramaturgo debe reflejar y proyectar dentro de su ars fundamental.
Aunque su poética evoca una ideología de la literatura y el teatro a partir de formas vivenciales y psicovitales, el desgarramiento, “el mal del deseo” y la crisis interior, recuperan un espíritu romántico, el alma romántica es un movimiento donde furor y melancolía, sentimiento y sueño de la naturaleza se revelan como sobresalto de lo moderno en perspectivas de cambio y demonio imaginario.
Según Alfredo de Paz (1992. P. 12):
“El romanticismo hunde sus raíces, como es sabido, en la historia sociopolítico-cultural de Occidente, en una Europa que vería esfumarse los ideales del racionalismo ilustrado y las esperanzas en los procesos revolucionarios (y que vio engendrar no sólo la conciencia sociológica de una crisis global de la civilización, sino también estados de ánimo de una profunda desilusión subjetiva). Pero el romanticismo puede entenderse también como una actitud del alma humana sin connotaciones inmediatamente históricas, que observa en cada individuo humano la actividad creativa misma, una disposición del sentimiento, un estado de ánimo nostálgico y angustiado cuyas manifestaciones pueden encontrarse en artistas de épocas totalmente distintas, antes o después de los límites temporales del auténtico romanticismo…”