Nuestro ensayo pretende mostrar y desarrollar la idea relativa a una visión moderna y manifestativa del teatro como texto y proyecto, a partir de cuatro textos de Victor Hugo: Hernani, Prefacio a Cromwell, Shakespeare y El sueño del Papa. A partir de dichos textos el poeta francés se reconoce en un estilo de representación basado en la imagen-texto de la libertad crítica. Toda una teoría literaria y teatral de la representación, se advierte en la imaginación romántica del siglo XIX, desencadenante de una dramaturgia abierta a propósitos estéticos, políticos, históricos y críticos en el panorama intelectual del siglo XIX. Historia y espectáculo, así como símbolo y mirada romántica se reconocen en la teoría literaria y teatral de Victor Hugo (1802-1885).
La teoría teatral entendida como teoría del texto dramático y del espectáculo teatral, alcanza con Victor Hugo un tipo de significación que se puede advertir en la relación texto-sociedad, básicamente en la segunda mitad del siglo XIX. Teatro, historia y sociedad reclaman en dicho momento histórico nuevos argumentos y nuevos tratamientos, no sólo del texto teatral, sino, y además, del espectáculo teatral entendido como texto.
En el caso de Victor Hugo encontramos al poeta-dramaturgo que plantea otra escritura o inscripción de lo que el teatro inventa sobre la base de la historia-sociedad. Se trata, pues, de superar el modelo clásico apegado a preceptivas estáticas y ancladas en la normativa del texto-espectáculo teatral, por otro que implican mayores acciones de vida y basado en la épica y asumida esta como fondo, recorrido, raíz, espacio y manifestación de los tipos y acciones humanas representables y representadas en los escenarios o arquitecturas históricas y poéticas propiciadas por el llamado espíritu romántico.
De ahí que la conocida “Batalla de Hernani”, no es más que un campo de fuerzas entre dos poéticas en conflicto: la poética neoclásica y la poética romántica, de donde se desprende la oposición tradición-modernidad. El conflicto de visiones se nutre aquí de un conflicto observable en los diversos modos de escritura y representabilidad teatral. Ambas funciones reconocidas en las tensiones epocales de un signo-texto histórico fundado en la oposición tradición-revolución.
La llamada revolución romántica asimila también historias de vida que deben aparecer y constituirse en los escenarios del siglo XIX, pero también en las líneas dramatúrgicas de una libertad de inscripción que logra su forma más rebelde y acabada en el Prefacio a Cromwell y en Hernani. Ambos textos crean un pronunciamiento crítico-poético y estético-dramatúrgico facilitador de un contexto de producción espectacular retomado más tarde por dramaturgos ingleses y alemanes. Lo que pretende entonces Victor Hugo con el Prólogo o prefacio a Cromwell es instituir, es declarar, formular, justificar una nueva poética teatral cuyas características particularicen una visión más desencadenante y manifestativa del teatro. Así lo veremos también en piezas como El Sueño del Papa, donde la convergencia entre historia y teatro hace pensar en un tipo de productividad teatral a partir de la cual la palabra y el contexto enuncian los motivos puntuales de una razón que, en el fondo, aspira a imponerse como acción, cuadraje crítico y memoria social y sentimiento de vida libre e imaginaria.
Pero el teatro de Victor Hugo produce, además, su propia ratio histórica, su alegoría del mundo y lo social en un cosmos donde el rechazo y la positio epocal empalman con la crisis, la crítica misma de los valores establecidos. De ahí la importancia de la alegoría mundi entendida como manifestatividad y tensión en el teatro de Victor Hugo.
Más tarde, y como fase de aceptación que se lee en los signos de lo social, la ética, los valores del sujeto y la crítica de las instancias morales, cobran su significación en el espacio reflexivo de las acciones teatrales, relativas a la patria, el hombre, la razón, la sinrazón, la libertad, el amor, el yo y otras funciones, elementos y temáticas que acentúan las cardinales del teatro romántico, específicamente, el teatro de Victor Hugo.
Un aspecto que es importante destacar, tanto en los escritos teóricos como en las visiones estéticas de Victor Hugo acerca del teatro, su tendencia a la particularidad de las entradas reflexivas y poéticas, desde las cuales se argumenta el contenido temático ligado a un lenguaje testimonial donde mundo, sujeto y socialidad se justifican en un discurso de la historia entendido y traducido como espectáculo. Desde este procedimiento se advierte el cuadraje romántico del drama, justamente en el Prólogo a Cromwell (Véase, Victor Hugo: Manifiesto Romántico, Ed. Nexos, Península, Barcelona, 1989):
“La sociedad es una comunidad. En ella, nada molesta al hombre. Lleva esta vida pastoral y nómada que es el comienzo de todas las civilizaciones y que tan propicia es a las contemplaciones solitarias, a los sueños caprichosos. El hombre se abandona a las cosas y a sí mismo. Su pensamiento, al igual que su vida, se parece a la nube que cambia de forma y de camino según el viento que la empuja. He aquí el primer hombre, he aquí el primer poeta. Es joven. Es lírico. La plegaria es toda su religión: la Oda es toda su poesía”. (pp. 24-25).
La teoría teatral se explica en Victor Hugo como una reflexión de lo épico, lo lírico y lo dramático en el arte teatral que se materializa tanto en el texto como en el espectáculo ideal o soñado por el poeta dramaturgo. Tragedia, epopeya, historia y sociedad. Estas le sirven de cardinal a la poética teatral del poeta francés.
De ahí que sus textos dramáticos se afirmen en una concepción del mundo, la historia, el sujeto y las acciones sociales de poder y libertad. Los mismos admiten una conjunción entre mito, historia, acción humana y aventura romántica, toda vez que el diálogo, el personaje, el texto, la acotación y los marcadores de ritmo construyen su mundo social e imaginario.