Anhelamos ser apreciados y por el miedo al rechazo podríamos no atrevemos a ser nosotros mismos. A veces ni siquiera tenemos consciencia de quiénes somos realmente. Cuando no sabes quién eres, tampoco puedes relacionarte correctamente con los demás.

Es preciso manifestar la propia personalidad. De todas formas, nada que aparentemos hará que TODOS nos acepten, más vale que quienes verdaderamente nos acepten, lo hagan sabiendo quiénes somos. Las relaciones sociales que te hacen bien son aquellas en que no necesitas fingir.

Podríamos escuchar a alguien decir que no le importa el dinero y sin embargo ver conductas como: trabajo excesivo, juego de lotería, avaricia, emprendimientos constantes de negocios, compras compulsivas, pasión por el lujo, etc., en estos casos sus palabras no parecerían concordar con sus vidas. Decir que no nos impresiona la riqueza, mientras mostramos un trato exquisito para las personas adineradas y muy despectivo para los de escasos recursos, evidencia hipocresía.

Es común un complejo de inferioridad que nos hace tratar de impresionar a los demás cuando tenemos un evento social, de manera que, con aparente indiferencia mostramos con gastos elevados que somos acomodados. Esto lo aprovecha mucho el comercio, estableciendo costos de celebraciones cada vez más altos, convenciéndote de que si no incurres en esos gastos, los demás te menospreciarán, por lo que mueven a las familias a realizar gastos excesivos. Pero quien menosprecie tu actividad, realmente no hace falta en tu vida.

No es extraño escuchar a obesos diciendo que no les gusta comer, a alcohólicos negando su dependencia o a personas promiscuas sexualmente aparentando puritanismo. Ocultar lo que se necesita superar, aporta poco.

Desde la infancia arrastramos ideas de deficiencias, falta de afecto e inseguridades, todo esto nos hace dudar de nuestro verdadero valor. Sin embargo: nunca ha nacido ni nacerá alguien, con tus cualidades. Si llegaras a conocerte y desarrollar lo que eres, seguramente superarías a muchos que hoy admiras, pero aquí se presenta un inconveniente, estamos tan desconectados de nosotros mismos que se nos dificulta reconocer y desarrollar nuestro potencial.

Los rayos del sol transmiten calor al Planeta, pero un lente potente que concentre esos rayos podría carbonizarnos. De igual forma, cuando estamos distraídos y no tenemos la capacidad de enfocar correctamente lo que somos, nos dispersamos y somos ineficaces. En la escuela debimos aprender, que cuando estábamos en clases no debíamos jugar, cuando salíamos al recreo no debíamos estudiar y cuando estábamos en un deporte, nuestra mente y cuerpo tenían que concentrarse en lo que hacíamos. Ahora los medios de que disponemos para distraernos son numerosos y necesitamos aprender a concentrarnos sin renunciar a ellos.

Mientras menos incoherencias tengamos en nuestras vidas, mejor calidad de vida tendremos. Cuando tus pensamientos, ideas, valores, sentidos y conductas están dirigidos en la misma dirección, tus experiencias de vida serán afines con lo que realmente eres. Normalmente lo que atraes aparentando, no es en verdad lo que realmente necesitas.

Cuando un amigo te hiere, devolver la agresión no aporta nada, pero al hacerle ver que te afectó, le das la oportunidad de corregir su error, si no le importa herirte, no es tu amigo y conviene mantener distancia. En cambio, si pretendes que no te afectó, te tragas tu enojo, piensas las peores explicaciones para su conducta y podrías estar cultivando sin saberlo, la semilla del rencor con posibilidades muy negativas. La forma más segura de que alguien te trate mal es cuando le hiciste algo desagradable antes. Quienes consideran divertido burlarse de otros, suelen ser los que menos resisten que se burlen de ellos.

Darle patadas a la gente no es la mejor forma de lograr que sean agradables contigo. Un trato amable tiende a abrir puertas.

Es importante poder decir lo que creamos, cuando podamos y como debamos, recordando que lo que decimos nos compromete. Es muy respetada la persona cuyas palabras son acordes con su tipo de vida. También es importante callar, cuando nuestras palabras valgan menos que nuestro silencio.

Lo mejor que podemos ser, es ser nosotros mismos, siempre que sepamos realmente quienes somos. Lo que das es lo que normalmente recibirás. Si te gusta mantener aspecto de maleante, no debe sorprenderte que no te den cargos o funciones de importancia. Si no pudiste soportar a tus padres, soportar la Sociedad no te será fácil. Cuando traicionas a alguien que te dio su confianza, adviertes al Mundo de que se cuide de ti.

Cuando tus conductas no son coherentes, las células de tu cuerpo, que son exactamente como tú, que son tú, seguirán ese mismo patrón de incoherencias y no funcionarán como conviene, trastorno que llamamos enfermedad.

Para la coherencia, sigue siendo indispensable: honestidad, humildad, valor, amor, verdad y empatía. La mejor prueba de que coherencia equivale a salud mental es que el grado máximo de la incoherencia es la locura.