Deseo compartir con Uds. mis palabras de agradecimiento para el Honorable Alcalde de San Francisco de Macorís, Lic. Siquió NG de la Rosa y los distinguidos Regidores que integran la Sala Capitular del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís, por haber nombrado una calle del popular sector San Martín de San Francisco de Macorís con el nombre de uno de sus más meritorios hijos, el Dr. Abel Fernández Simó, en el centenario de su nacimiento.
Estamos henchidos de emoción. Lean por favor los valores de Abelito, como le llamaban sus amigos, para que perciban porqué se le hizo ese homenaje de ponerle su nombre a una calle escenario de grandes luchas por reivindicaciones sociales, en el populoso barrio francomacorisano.
Abel Enrique Fernández Simó murió el 10 de mayo de 1980, a sus 58 años de edad, dejando a su esposa Liliana Altagracia Rodríguez viuda Fernández y a sus hijos, Liliana Beatriz, Aura Celeste, Estela Altagracia, Abel Armando y Juan Enrique Fernández.
PALABRAS DE LA FAMILIA FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ EN EL HOMENAJE AL DR. ABEL ENRIQUE FERNÁNDEZ SIMÓ, POR EL AYUNTAMIENTO DE SAN FRANCISCO DE MACORÍS
Buenas tardes!
Lic. Siquió NG de la Rosa, Honorable Alcalde de nuestro San Francisco de Macorís y distinguidos regidores y regidoras que junto a él integran la Sala Capitular de este Ayuntamiento municipal.
A todas las distinguidas personalidades que integran la mesa de honor y a las autoridades del municipio y de la provincia que nos honran con su presencia en este acto.
Dr. Roberto Santos Hernández, representante de la Academia Dominicana de la Historia.
Amigos y amigas muy queridos que nos honran con su presencia.
Nuestra familia que hoy está llena de alegría,
Compueblanas y compueblanos.
Qué grato es estar esta tarde en nuestro San Francisco de Macorís, donde nacimos, nos criamos, nos educamos, forjamos nuestros valores, donde están nuestros amigos, familiares y recuerdos y donde están enterrados muchos de nuestros seres amados que hicieron un compromiso con la eternidad.
Represento a mi amada madre, Liliana Rodríguez viuda Fernández que junto a Estela mi hermana y a nuestro padre moran en el infinito mundo del espíritu, a mis demás hermanos Liliana Beatriz, Abel Armando y Juan Enrique, a nuestros compañeros y compañeras de vida, a nuestros hijos e hijas, a nuestros nietos y nietas y a todos nuestros familiares y seres queridos que viven en este mundo y a los que ya partieron de él. Todos en esta tarde estamos de fiesta.
El Ayuntamiento de nuestro San Francisco de Macorís ha decidido que esta calle del sector San Martín lleve el nombre de Abel Fernández Simó y cuán agradecidos estamos de este reconocimiento que se le hace a este digno y ejemplar ciudadano que fue entre tantas, su Regidor honorífico por dos períodos y su Consultor Jurídico también honorífico, por muchos años; ciudadano que fue tan notable, tan correcto, tan estudioso, tan educado, tan valiente, tan responsable, tan luchador por las causas más nobles de nuestra patria, tan humilde y distinguido, tan capacitado, tan cálido, tan noble, tan virtuoso, tan sencillo, tan ético, tan honesto y honrado, tan buen amigo, tan buen padre, hijo y esposo y tan prudente, tan decidido y tan francomacorisano. Eso resume a este honorable hombre por el que nombran esta calle.
Abelito como le decían sus amigos amó entrañablemente su patria y muy especialmente su pueblo, habiendo vivido en él, la mayor parte de su vida, salvo cuando estuvo preso por luchar contra la dictadura trujillista, cuando fue Secretario de Estado y Cónsul en Puerto Rico y candidato a la Vicepresidencia de la República junto al Dr. Rafael Bonnelly Fondeur (Don Fello).
Como hemos oído Abel Fernández Simó arriesgó su vida y su familia, en la lucha por la libertad, contra la dictadura del sátrapa Trujillo. Trabajó incesantemente, con discreción absoluta, y en las ergástulas del régimen dictatorial supo mantener su hombría de bien, no delatar sus compañeros de lucha, a pesar de las torturas, de haber sido puesto en la silla eléctrica, de las golpizas y de los chantajes de causarle daño a sus familiares, y aún en esas condiciones tan adversas, por el testimonio de su compañeros de solitaria en la famosa y abominable 40, siempre tenía una dosis de alegría y levantaba el ánimo colectivo, cuantas veces podía.
A nosotros sus hijos nunca nos dijo nada de su sufrimiento tan profundo, no nos narró cómo lo lastimaron durante tanto tiempo, no lo percibimos ni siquiera deprimido, sino con alegría, trabajando con entusiasmo y tocando su violín todos los días. Solo a mami le contó sus penurias, otras ella las pasó junto a él, apoyándole incesantemente y nuestra madre nos reveló lo que debíamos de saber y que era inimaginable para nosotros, al verlo vivir desprovisto de resentimiento y amargura alguna y porque siendo niños no podíamos imaginar la capacidad de daño de algunos seres humanos.
Cuánto que luchó porque gozáramos de libertad y democracia. Cuánto luchó porque tuviéramos instituciones sólidas y cuánto se expuso por ello. Qué bueno que fue así, porque estoy segura que si se lo preguntamos nos diría que sin ese esfuerzo de años y de riesgos, para que tuviéramos un mejor país, su vida no hubiera tenido el sentido que tuvo. Nosotros hemos razonado que no se amargó por la tortura que sufrió porque sintió que cumplió con su deber de hacer todo lo que pudo por la libertad y la democracia para este pueblo dominicano.
Fue un Jurista enjundioso y ejemplar en su ejercicio profesional. Fue un Notario notable. Sus protocolos son impecables.
Fue un músico exquisito. Maestro de violín en Bellas Artes y tocaba la guitarra, cantaba y componía. Nos llenaba de plenitud su constante alegría y nos regocijaba su paciencia y sabiduría de siglos. Siempre nos hemos dicho que tuvimos un padre de sueños.
Lo recordamos con sus extremidades largas, caminando rápido y un poco encorvado. Abelito era flaco y largo, anhelado por sus amigos y por todos los que estábamos cercanos a su bonita expresión de vida.
Nunca aspiró a tener riquezas. Le bastaba con un correcto y eficiente ejercicio profesional, con sus buenos amigos y con su familia estable y los fabulosos recuerdos de sus padres y ancestros.
Nunca se sometió al poder. Tan solo hacía lo que creía correcto, costara lo que costara para él.
Don Siquió, señor Alcalde de este municipio, gracias del alma, porque a instancia suya hoy estamos celebrando este acto de justicia, reconociendo a un francomacorisano ilustre, que ya precisamente en su gestión pasada, hace 21 años, a instancia también suya, fue declarado Hijo Meritorio de San Francisco de Macorís. Gracias Don Siquió, gracias del alma.
Gracias a todos los Regidores que integran la Sala Capitular, por apoyarle y decidir enaltecer a un hombre que como Abel Fernández Simó manejó su vida guiado por valores sempiternos y que constituye un ejemplo imborrable.
La Patria de nosotros, de cada uno de nosotros, que nos enorgullece y que amamos hoy está de júbilo porque se reconoce el buen hacer de uno de sus más meritorios hijos.
Gracias de nuevo, al Ayuntamiento de San Francisco de Macorís y a su Alcalde, en el nombre de mis hermanos, Liliana Beatriz, Abel Armando, Juan Enrique y del mío propio, por haber honrado la memoria de nuestro adorado padre, al ponerle su nombre a una calle de su pueblo natal.
Gracias a todos.
Nuestro padre, Abelito, el Dr. Abel Fernández Simó seguros estamos que hoy está más en paz que nunca. Ya no solo está en el universo, sus restos en el cementerio de este municipio, en los corazones de todos los que le queremos, admiramos y recordamos, sino también en esta calle de su amado pueblo, San Francisco de Macorís, como parte integrante de él, de manera eterna.
Gracias por regalarnos toda la alegría que esta tarde vivimos.
Gracias a Dios nuestro Señor.
Que Abel Fernández Simó, Abelito, siga descansando en paz!
BREVE HOJA DE VIDA DEL DR. ABEL FERNÁNDEZ SIMÓ
Nació el 12 de julio de 1922, hijo de Juan Antonio Fernández Castillo (a) Guanán (†) uno de los primeros notarios públicos de San Francisco de Macorís; músico, fundador y director de la Filarmónica Verdi, y de Beatriz Simó Knipping, poetisa y música.
El Dr. Abel Fernández Simó se crió en su pueblo natal. Ya adulto se fue a estudiar a la entonces Universidad de Santo Domingo, hoy UASD, y allí se graduó de Abogado Magna Cum Laude. Destacado luchador contra la dictadura del sátrapa Trujillo.
El Dr. Abel Fernández Simó fue uno de los fundadores originales del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), junto a Manolo Tavárez Justo y Minerva Mirabal, el 10 de enero de 1960 en la finca de Charly Bogaert, en las afueras de Mao, Valverde, pasando a ser miembro de su Comité Ejecutivo Central.
Fue apresado varias veces y golpeado en innumerables ocasiones, por la policía trujillista hasta casi morir. Al final fue llevado a La 40 donde estuvo preso por un período de 7 meses, siendo torturado diariamente, permaneciendo en una solitaria donde habían más de 17 presos del régimen y fue puesto en la silla eléctrica. En una ocasión lo llevaron a media noche desnudo, junto a sus demás compañeros, en un camión de volteo y creyeron que lo iban a tirar al mar y solo querían torturarlos. Lo enlistaron para enviarlo a la isla Saona.
No delató a ninguno de sus compañeros, por eso estuvo en la 40, tanto tiempo, así lo relatan los que junto a él vivieron ese infierno, que lo admiraron por su hombría de bien y lo recuerdan y dan testimonio con mucho respeto y cariño para él.
El Dr. Abel Fernández Simó fue regidor honorífico por dos períodos, del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís y Consultor Jurídico honorífico, de su Ayuntamiento Municipal, por muchos años. Ejerció la profesión de abogado durante gran parte de su vida, junto a la Notaría. Fue el primer consultor jurídico de la Asociación Duarte de Ahorros y Préstamos para la Vivienda y miembro de su primer consejo directivo. Fue un sofbolista destacado, del equipo del Club Olimpia de San Francisco de Macorís. Trabajó por el fortalecimiento de los clubes de San Francisco de Macorís. Fue fundador del Club Olimpia y fue Presidente del Club Esperanza y del Club Unión Macorisano. Fundador, junto al padre Abel Aranda, de la Asociación de Munícipes Francomacorisanos.
Era músico y maestro de violín en Bellas Artes y tocaba la guitarra y cantaba. Casó con Liliana Altagracia Rodríguez Tejada (†), con quien compartió su vida hasta la hora de su muerte. Tuvo seis hijos: Liliana Beatriz, Aura Celeste, Estela Altagracia (†), Abel Enrique (†) y Abel Armando Fernández Rodríguez y Juan Enrique Fernández Severino.
Ocupó varios cargos públicos con honestidad, rectitud y apego a la ley. Fue un hombre correcto, amable, brillante jurista, honorable notario público, honrado, sencillo, trabajador, solidario con sus compueblanos y noble ciudadano.
Fue un francomacorisano entregado a su tierra donde vivió hasta su muerte. Sus restos se encuentran en el Cementerio Municipal de esta Ciudad. Fue declarado Hijo Meritorio por la Sala Capitular del Ayuntamiento del municipio de San Francisco de Macorís, en junio de 2001.
El pasado martes 12 de los corrientes cumplió 100 años de haber nacido y tiene actualmente, 42 años de fallecido, pues murió a los 58 años de edad. Paz a su alma!