Al morir la semana, un sinnúmero de buitres extienden sus alas para descender en su vuelo hacia la triada mortal de nuestros pueblos. El ímpetu de nuestra juventud, desbordada por los vicios y la falta de ocupación, está induciendo al llanto desesperado de una madre, al desconsuelo de aquella abuela que cría y al triste niño, quien solitario en el patio de los callados le asalta el desasosiego de ver sus padres volar al cielo. Esta trilogía del pesar tiene sus raíces en tres hechos que no cesan, como son: Los crímenes, los accidentes de tránsito y los lamentables suicidios que vemos a diario.
Viernes
Si hay un monstruo que viene en evolución y pisa fuerte, como dice la canción, son los crímenes que vemos continuamente. La empatía se ha ido convirtiendo como aquella madre que tomó la decisión de irse en yola para no volver, subsistiendo entre horizontes tristes que se desvanecen ante el grito desesperado de una barriada cuando avisa que alguien ‘‘cuelga los tenis’’. Esta terrible cultura de llenarnos las manos de sangre al abrir los medios,es la que ha hecho que nuestra capacidad de asombro vaya desapareciendo.
Por ejemplo; en nuestra psiquis se encuentra arraigado el pánico al escuchar el sonido de un motor acercarse. Este fue el caso del joven Rafael Medina, de 19 años, quien saliendo de la universidad donde estudiaba no pudo evitar correr con la mala suerte de encontrarse con este motor, donde iban dos malhechores que al final terminarían cegando su vida. Descolgado de todo sentido humano y sin pensar arrebataron el sueño de un ser humano a cambio de una mochila que dentro solo atesoraba la ilusión de proporcionar luz para un futuro que cada vez solo refleja sombras. Con esta y otras acciones similares solo están matando la esperanza de una patria en armonía y en paz.
Así inicia el primer buitre su descenso.
Sábado
Entre la falta de educación vial, las malas calles, un parque vehicular que cada año crece más y una conducta violenta e irritable al manejar, determinan algunas de las razones por la que Seguridad Vial aseguró que cada 39 minutos se producía un accidente de tránsito en nuestro país. Nada alentador. Esta cifra nos coloca, según la Organización Mundial de la Salud, en el país con mayor cantidad de muertes en el mundo por accidentes de tránsito, en algunos casos, o casi siempre, provocados. Así como las gabelas fantasmas, aquellos que desafían bajo un mundo clandestino y en dos ruedas la gravedad, la autoridad y el miedo, solo por dinero.
Por ejemplo; inician bajo un sol en furor y una cálida brisa que les permite volar, olvidando toda jerarquía social del orden y elevándose hasta creer ser inmortal. Un sábado cualquiera, en medio de acrobacias y con gran fervor se esperaba la famosa carrera de la muerte, el ruido de los motores elevaba el ánimo de sus espectadores, quienes, con dinero y celular en mano, esperaban con ansias el inicio de esta batalla. Esa tarde se transmitía en vivo el momento en que Andy calibraba su optimismo al cielo, mientras el joven vecino de la casa del frente mostraba su carrera a la familia, quienes recibirían la noticia como un balde de agua fría.
Un segundo buitre agita sus alas para despegar.
Domingo
La sociedad venía convulsionando a través del brillo por lo material y el espectáculo, agudizando de manera enloquecida hasta atreverse a emular lo que sus ojos veían. Posterior a pandemia, era el momento idóneo para quebrar y retomar las sendas de una sociedad apasionada por el prójimo, que olvidará los conflictos internos y que comenzará a inventar un lenguaje ante la belleza que muchos no ven. Lamentablemente no fue así, ‘‘el quédate en casa’’ encerró las mentes, logró que se profundizaran los trastornos psicológicos, aumentando considerablemente según la OMS hasta convertirlo en una oculta y peligrosa pandemia.
Por ejemplo; en el ocaso del fin de semana las esperanzas de muchos jóvenes se sienten mermadas, se encierran en un túnel oscuro donde la ilusión es luz pequeña que se apaga cada vez que intentan llegarle; ‘‘Hombre ultima expareja y se suicida’’, ‘‘mujer se suicida de un disparo en la cabeza’’, ‘‘niño de 12 años se ahorca en la habitación de su residencia’’, ‘‘se suicida estudiante en Baní’’, ‘‘joven se suicida en Santiago deprimido’’… Estas reiterativas líneas que vemos a diario en los medios invaden nuestra conciencia a tal punto que normalizamos la situación y dejamos de prestar atención. Igual de reiterativas han sido las declaraciones del Colegio Dominicano de Psicólogos, las cuales advirtieron que, pese a estar comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la meta “Salud y Bienestar”, en el país no se está trabajando lo suficiente en ese sentido y que el presupuesto es muy escaso.
Si las mentes del presente cojean será muy difícil detener las pérdidas del mañana. Es preferible quemar las naves y empezar de nuevo, antes que otros continúen con la infausta decisión de irse tan apresurado.
El tercer buitre insta a la bandada.
Secuela final
Nuestra juventud se ahoga en un círculo vicioso; la desintegración familiar, la presión del entorno, los excesos por los vicios y las escapatorias al éxito de manera fáciles marcan la cultura de los fines de semanas. En tanto sus familias viven en el desasosiego por la espera de un llanto que no quieren que llegue, esa noticia obligada que congela los nervios y que te hace impotente.
Nos embarga una pesadilla cada fin de semana, por un lado corre la sangre y por el otro las lágrimas. Está cronología tan contemplada por la sociedad al parecer no toca las puertas de nuestras autoridades o, quizás, se han acostumbrado a la muerte tan prematura y de ser así, entonces sí, solo nos basta rezar.
Ha comenzado a llenarse de buitres este cementerio sin salidas.