1.- Datos biográficos de un escritor especial

Interrumpimos la serie iniciada la semana pasada sobre los orígenes de la Sociedad Literaria Amidverza porque algunos lectores me han pedido más noticias sobre la vida y la obra de mi socio en esa aventura, ya que por la intimidad de nuestras relaciones de casi sesenta años podría ofrecer detalles que no aparecen en las redes ni en el link siguiente, donde hay datos de su vida:

https://biblioteca-virtual.fandom.com/es/wiki/Francisco_Nolasco_Cordero

Francisco del Carmen Nolasco Cordero nació el 22 de diciembre del año 1932 en un lugar llamado La Isleta que entonces pertenecía al municipio de Cotuy, provincia La Vega, y falleció en San Francisco de Macorís el 19 de junio del 2007, único hijo del matrimonio de Eufemio Nolasco (1909-1992), comerciante entonces, y luego pequeño hacendado, de los Nolasco de la zona, y de María José Cordero (1912-1991), de los Cordero de La Vega, cuyo padre, como vegano al fin, quiso que se alfabetizara, contrario al parecer de los campesinos de entonces, por el temor de que sus hijas leyeran papelitos de los enamorados, y la inscribió en la escuela de Pimentel, y por coincidencia, fue a vivir cerca de mi madre, por lo que se hicieron amigas entonces.

Cuando Francisquito, como le decían de niño, pasó los primeros cursos en su campo, y en el distrito municipal de Hostos ahora de la provincia Duarte, la decisión de mudarse a Pimentel la ofreció el ferrocarril. Llegó al quinto curso de la primaria y como su familia pertenecía a la Iglesia Metodista Libre en un momento de luchas religiosas, sobre todo de los católicos, le pusieron el mote de “convertido” y le fueron encima, pero Nolasco se enfrentó a puño limpio con los que se atrevieron a desafiarlo.

Eso, y el hecho de que hablaba con voz muy alta, discutiendo con cualquiera, le dio fama tempranera de que era arisco y que desconfiaba de todos.

Cuando nosotros una noche, a principios de los años cincuenta le oímos discutir desde unos 300 metros, les pregunté a los de la PBC, la Pandilla de Buenos Compañeros, quién era ese vociferante, y nos dijeron de la forma en que era discriminado. Interesándome conocerlo pedí a uno de los muchachos que lo buscara y lo hicimos miembro del grupo, y de ese modo, al ver las nuevas relaciones que tenía, lo fueron aceptando sus compañeros de la escuela.

Luego, al ver que todos escribíamos versos o nos gustaba recitar, se fue entusiasmando. Al terminar la Primaria, lo enviaron a Santiago al Instituto Evangélico a hacer el bachillerato. El detalle diferente estaba en su formación religiosa: los católicos de entonces no leíamos la Biblia, y él sí. De modo que nos llevaba una ventaja cultural básica, ante todo en la profundidad de algunos libros sagrados como el Eclesiastés y los Psalmos, sobre todo El cantar de los cantares, aparte de los evangelios cristianos, lo que me hizo leer la que tenía mi madre, y que conservo, traducida por Casiodoro de Reina (1520-1594), revisada por Cipriano de Valera (1531-1606).

Por ser como era, una especie de abogado natural con deseo de aprender y superarse, una vez nos trajo de Santiago unas décimas, y una mañana, sin saber que nos escuchaba, nos burlamos de él acusándolo de atraso literario por escribir esas cosas superadas. Ese fue el motor que lo impulsó a superarse y a demostrarnos a los de la PBC que él también podía escribir poemas. Ese día si no nació el poeta, surgió el interés por la poesía. Finalmente, tanto él como yo, nos debatíamos buscando la verdadera poesía, hasta que leyendo a Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), no solo nos conquistó para el postumismo y el verso libre, estremeciéndonos de emoción cuando leímos este verso aislado repitiéndolo: “Un mango proyecta su ennochecida sombra”, por medio del cual y de otros “nos dimos cuenta de lo que era la mecánica poética”, que no estaba ni en la rima ni en los versos medidos, sino en la magia del lenguaje.

Nuestra amistad, sobre todo, cuando estudiaba Derecho en Santo Domingo que venía en las vacaciones compartíamos los libros que había descubierto en una librería de la calle Felipe Vicini Burgos casi esquina San Martín que vendía libros usados desde cinco centavos hasta una peseta sin importar autores o editoras, sobre todo las novelas de Fedor Dostoyevski (1821-1881), convirtiéndose en nuestro favorito, amén de las ediciones de los escritores modernistas que editaba la librería De la Rosa a precios mínimos también.

Sin olvidar otras aventuras culturales y religiosas fuimos Rosacruces. Recibíamos la revista y hacíamos meditaciones. Eso nos hizo enterarnos del induísmo, del budismo. Luego recibíamos la revista O’Cruceiro de Brasil, iniciando correspondencias internacionales, para dejar de ser islas aldeanas.

He relatado estos detalles, porque a veces, la formación de un escritor, sobre todo en esos años, y en provincias, sin bibliotecas, con profesores que apenas conocían algunos poetas románticos, incluyendo los de la Secundaria, hubiera sido muy difícil superarnos si no hubiéramos decidido leer y formarnos sin maestros, como dos príncipes autodidactas embrujadores de soledades.

Francisco Nolasco Cordero, joven
  1. La vida de Nolasco

En el link que pusimos, está detallada la vida y la obra de Nolasco. Solo vamos a  precisar pormenores, como que casó el 21 de enero de 1966 con Mireya Meroe Taveras Castro, 1945, con quien procreó tres hijos: Nolagsko, Horacio y Lukerya Nolasco Taveras, de 55, 52 y 45 años. Los dos primeros relacionados con las letras y el periodismo: El Nolo como fundador de ‘Newyorkinos’, un periódico virtual de la ciudad del Hudson, y el segundo, periodista deportivo, llamado ‘El papá del béisbol’ por sus conocimientos estadísticos, que aparece en diversos programas deportivos, y la hembra, dedicada desde que fue madre a esa labor dignísima además de ama de casa. Nolagsko es abogado desde 1989, pero no ejerce esa profesión; tiene una hija: María José Nolasco Pereyra, cantante, dueña de una hermosa voz, que hizo estudios de música y de laboratorio de bioquímica y literatura, en USA. Horacio es graduado de Licdo. en Ciencias Agropecuarias, 1991, tiene dos hijos: Horacio Miguel y Laura Meroe Nolasco Reyes, que además de sus estudios normales se dedican a la pintura, y Lukerya. estudió diseño de modas, comunicación social y digital, que casi no ejerce, tiene un hijo: Albert Woltf II Saint-Félix Nolasco, que a sus ocho años, aparte de haber aprobado el 3er. grado y estudiar inglés, piano y natación, es ampliamente conocido por sus intervenciones públicas y virtuales como ‘Albert cuenta cuentos’, por ser un narrador nato, lector voraz, que demuestra su interés por la literatura, digno heredero de su abuelo.

Como vimos, Nolasco, como los demás intelectuales de su tiempo, se preocupó de la educación de sus hijos, pero cada uno tomó rumbos distintos. Un sello de la época.

Nos hemos detenido en estos detalles familiares, porque regularmente se omiten en las biografías de personajes, y la continuidad de un nombre y de una obra circula por el ADN de sus descendientes.

  1. Nolasco y la bohemia

En resumen: El Vate y yo convivimos en Santo Domingo en su época de estudiante universitario. Dormíamos cama con cama separadas por un pasillo en el pequeño apartamento donde vivíamos con mi madre, y aunque tenía su tradición evangélica, pronto fue conquistado por la bohemia literaria, iniciando modestamente en la PBC tomando tercias de ron a pico de botella con dulces de leche mientras recitábamos versos y hablábamos de amores juveniles.

Con los años, las lecturas y las parrandas culturales fueron la norma. No creíamos que se podía pasar un día sin escanciar licores. Al extremo de que cuando él no encontraba tercios, bebía en soledad, algo que yo nunca pude hacer.

No podemos abandonar la página sin hacer constar que siendo solteros, como la mayoría de los varones de nuestro tiempo, fuimos unos donjuanes pueblerinos o citadinos, como se refleja en algunas de las  novelas de los miembros de Amidverza tildadas de porno-eróticas. Los dos ganamos el premio literario más importante de los años ochenta del siglo pasado: el Siboney de Literatura, con libros que rompían en la forma y el fondo lo que se había hecho en el país.

A pesar de todas esas inquietudes, éramos tan desconocidos que yo era el único que había publicado en los periódicos capitaleños desde 1956; pero, en 1959, siendo Fiscalizador del Juzgado de Paz de Villa Altagracia, conocí a Luis Alfredo Torres (1933-1992) que fue a una actividad político-cultural y nos hicimos amigos hasta su muerte, acompañando su cadáver el primero de mayo. Luichy nos citó en su columna en el suplemento del Caribe como oriundos “del lugar denominado Pimentel”. Así de remoto e ignorado era nuestro pueblo en el mapa literario del país. Por lo menos, algunos amidverzos como Freddy Ortiz, 1946, Juan Lladó, 1948 y Heddel Cordero, 1955, si no lo hemos colocado, como sobrevivientes activos hemos contribuido cada semana en distintos medios proclamando que ese lugar que ya no es ignorado literariamente, tiene la palabra para usarla en defensa de los mejores intereses del país, y en algún lugar del espacio y del tiempo seguirá virtualmente existiendo.

Por ahora leamos este poema hermético de Nolasco de Caricias de lumbre, “impenetrable, como un cisne de fieltro navegando en un agua de origen y ceniza” que dijera Pablo Neruda (1904-1973) en Walking around de Residencia en la tierra, 1933, que intenta decirnos en qué consiste meditar:

 

Meditación

 

Nos hemos ido alejando de sombra en sombra.

Deteniéndonos en arrebato.

Muriendo de apuro en cada retiro.

Y a más luz

más sombra llega.

Y a más distancia

más estrechas veredas.

 

Hemos bebido lumbres para sudar sombras.

Y una vez callamos la tortura

bajo la embriaguez de absurda somnolencia,

hoy somos amaneceres nublados

que gritamos inconformes

la muerte de las ausencias.

 

Hemos sido nieblas

luego sombras.

Hemos cruzado por las claridades

y como nocturnos sedientos de oscuridades

hemos vuelto a clavar las garras

de las carnes nuevas de las angustias viejas.

Hemos nadado

en las inasequible chorrera de la nada.

Hemos gorgeado

afanados

sin lograr palabra.

 

  1. Resumen de la obra de Nolasco

Repetimos, que para conocer mejor al Vate Nolasco, solo hay que dar un clic en el link que dejamos arriba; empero, para no abandonar al autor sin una relación de sus trabajos, señalamos los títulos de sus obras publicadas.

De poesía: Caricias de lumbre, 1961 y  La estación del polvo, 2005. Relatos: Juan Pancho, 2004. Novelas: Papaján, 1973; Tracaveto, 1979; Tusombra3 1982, ganadora del Premio Siboney 1981; La Tranca, 2003; …Y luego Juan de Lucas, 2003; Jando el New York men, obra póstuma, 2008; y dejó inéditas entre otros libros y  apuntes las narraciones Mangá Isidrón y Chanflín.

De todas, su mayor éxito editorial y de ventas fue La Tranca, en la cual, si bien hay lo que él llama “porno-erotismo”, tiene páginas magníficas que exigen la antología. Del mismo modo que su poesía merece estar en las más exigentes del país. Tarea que nos corresponde impulsar en lo poco que nos quede de vida haciendo el mayor esfuerzo junto a los amidverzos y sus hijos.

Portada de La Tranca