En República Dominicana la incidencia de alzheimer y otras demencias está en constante aumento. Según datos del "Plan de Respuesta a las Demencias en la República Dominicana 2020-2025″, publicado por el Ministerio de Salud Pública en junio de 2020, el país enfrenta un desafío significativo, con un 8% de la población mayor de 60 años afectada por demencia, lo que equivale aproximadamente a 90,000 casos.
Además, se proyecta un aumento dramático, pasando de 54,000 casos en 2010 a 125,000 en 2030 y 241,000 en 2050, lo que representa un aumento del 346% en un período de 40 años.
Esta situación está generando un fuerte impacto en miles de familias que luchan por brindar una calidad de vida adecuada a sus seres queridos afectados, y que a menudo carecen del respaldo económico necesario.
Es relevante destacar que el cuidado de los adultos mayores generalmente recae en los hombros de familiares, quienes a menudo se ven obligados a reducir su jornada laboral o dejar de trabajar por completo para cuidar a sus seres queridos, lo que a su vez conduce a un empobrecimiento de las familias.
Como hija he sido testigo de la fuerte demanda de tiempo, amor y recursos económicos que implica esta realidad, lo que me lleva a diversas conclusiones. Entre ellas destaca el alto costo y esfuerzo para fomentar que nuestros adultos mayores salgan de sus casas y puedan compartir los espacios públicos, las pocas opciones y facilidades que existen actualmente en el país para integrarlos en actividades sociales que pudiesen alimentar de este modo su autoestima, su independencia y sobre todo, la empatía, en una sociedad que normaliza la idea de “que se quede en casa es normal y lo visitamos a veces los domingos”.
Mi experiencia personal cuidando de mis padres me ha hecho comprender el poder de la empatía, la comprensión y la paciencia en este proceso, no solo para el paciente, también para el o la cuidador/a. Además, me ha impulsado a querer contribuir a la causa de brindar a nuestros adultos mayores una buena calidad de vida, promoviendo de esta manera una sociedad más solidaria, inclusiva y comprensiva.
Es esencial reconocer que no todo puede recaer en el Estado y las instituciones públicas. Estamos en el momento preciso para que las instituciones privadas despierten y comprendan el gran impacto que pueden lograr a través de acciones que no representan un gasto significativo en términos de dinero, pero que perdurarán en el tiempo, beneficiarán a millones de familias y quien sabe si podría convertirse en toda una revolución a favor de los adultos mayores.
Partiendo de lo expresado, hago diez propuestas que reflejan cómo las empresas y organizaciones privadas podrían desempeñar un papel fundamental en la construcción de una República Dominicana más inclusiva y empática:
1. Preferencia y respeto por ley y ética. Es imperativo que las empresas reconozcan la importancia de brindar preferencia a los adultos mayores, no solo por su movilidad sino también por su bienestar mental. Esta preferencia puede ser promovida no solo por cuestiones éticas, sino también a través de políticas internas que aseguren una atención prioritaria.
2. Descuentos y preferencias en restaurantes. Las empresas pueden adoptar valores que promuevan la inclusión de los envejecientes, ofreciendo descuentos o preferencias en sus establecimientos. Incentivos como "Ven con tu abuelo y llévate un regalo, o gánate un descuento", impulsando a que las familias incluyan a los mayores en sus salidas sociales o cotidianas.
3. Incentivos en centros comerciales. Los centros comerciales pueden contribuir a la participación activa de los adultos mayores al ofrecer incentivos, como descuentos, a quienes los visitan. Esta iniciativa fomentará la independencia, el ejercicio físico y la interacción social.
4. Descuentos en supermercados. Los supermercados pueden promover la interacción entre generaciones al ofrecer descuentos a los cuidadores que lleven a los adultos mayores a realizar compras. Esto no solo facilita la vida de los envejecientes, sino que también empoderaría a quienes los cuidan.
5. Servicios ópticos asequibles. Las ópticas pueden contribuir al bienestar de los adultos mayores al ofrecer servicios gratuitos o más económicos para ellos y sus acompañantes.
6. Descuentos en actividades físicas. Las empresas pueden apoyar la salud de nuestros adultos mayores al proporcionar descuentos en actividades físicas como las clases de zumba. Esto fomenta la actividad y la interacción social.
7. Promoción de la salud física y mental. Es crucial que las empresas promuevan la importancia de la salud física y mental de las personas en su vejez y sus cuidadores a través de campañas de concienciación y programas de apoyo, financiados en colaboración con el gobierno y las alcaldías y distritos municipales.
8. Intergeneracionalidad en las actividades. Las empresas pueden apoyar la integración de adultos mayores en actividades preferiblemente al aire libre que involucren a niños; lo cual podría integrar actividades artístico-culturales tales como danza, música, pintura y teatro. Incentivando la interacción y la creatividad de distintas generaciones ya que podrían ser en conjunto con niños y adolescentes. También podrían ser orientadas a que los adultos mayores vayan acompañados con sus hijos y nietos u otros familiares. Esto enriquece la vida de ambas generaciones y fortalece los lazos familiares. Las empresas turísticas pudieran organizar excursiones en grupos dirigida a adultos mayores en las cuales puedan conocer o compartir lugares históricos o de importancia ecológica en diferentes puntos del país.
9. Atención especializada en salones de belleza y barberías. Salones de belleza y barberías pueden brindar atenciones especiales y descuentos para mayores de 60 años. Esto contribuye a su bienestar y autoestima.
10. Labor social en universidades y empresas Es fundamental que las empresas, incluso las universidades, incluyan la labor social dirigida al bienestar de los envejecientes como requisito. Esto fomentaría a una generación que en poco tiempo deberá ser responsable posiblemente de sus padres, los acerca a entender más a sus padres ante las situaciones con sus abuelos y despierta una cadena de reflexión para los líderes venideros.
Un Futuro Solidario con Nuestros Mayores
En cuanto a la responsabilidad del Estado, es vital que el gobierno desempeñe su papel en el cuidado y apoyo a nuestros ancianos. Esto puede lograrse si se generan los mecanismos para que la Ley 352-98, sobre Protección de la Persona Envejeciente, sea aplicada.
Esta ley es un avance significativo en el cuidado y apoyo a las personas mayores en la República Dominicana, pues destaca la importancia de brindar beneficios, prioridades y servicios específicos a nuestros ancianos.
Establece un marco legal que reconoce la vulnerabilidad de las personas mayores y busca
garantizar su bienestar.
La Ley 352-98 establece una serie de beneficios para los dominicanos mayores de
sesenta y cinco años, que incluyen descuentos en actividades de recreación y entretenimiento, transporte público, servicios médicos, consultas médicas, préstamos hipotecarios y exoneración de matrícula y mensualidades en instituciones estatales de educación.
Estos beneficios buscan mejorar la calidad de vida y reconocer la contribución de los adultos mayores a la sociedad El Alzheimer y otras demencias son un desafío de salud pública que requiere políticas y programas adecuados para garantizar la atención médica, el apoyo emocional y el acceso a recursos.
La colaboración entre el Estado y el sector privado es esencial para lograr una sociedad inclusiva y compasiva que valore a los mayores.
A través de mi red social, he descubierto múltiples historias de personas que sin conocerme físicamente me expresan su postura frente a su realidad como cuidadores y cómo lamentablemente no tienen acceso a una comunidad empática como la mía. Esto ha sido el motor de este escrito que sueña con una República Dominicana que incluya y valore el papel de los adultos mayores en nuestra sociedad.
La implementación de estas acciones puede beneficiar significativamente la vida de las personas de la tercera edad, promoviendo su bienestar físico y mental, fomentando la inclusión y la interacción intergeneracional, y proporcionando un entorno más amigable y respetuoso.
He recorrido un trayecto bastante doloroso, pero a pesar de los desafíos, he sido afortunada al contar con el apoyo de mis hermanos, que a pesar de vivir fuera del país, siempre están presentes apoyándome y acompañándome en todo este proceso. Además de unos vecinos que son como familia, y una red de apoyo psicológico y psiquiátrico para mi y para mis padres.
Esto demuestra que la colaboración y la empatía pueden marcar la diferencia en el cuidado de nuestros mayores y en la construcción de una vejez más digna y feliz.
Fuentes consultadas/citadas:
Ley No. 352-98, del 15 de agosto de 1998. Sobre Protección de la Persona Envejeciente, Gaceta oficial 9996. Ministerio de Salud Pública. Plan de Respuesta a las Demencias en la República Dominicana 2020-2025. República Dominicana. Santo Domingo, junio del 2020.