-Porque: “A menudo sufrimos más por la imaginación que por la realidad”

-Todo lo que escuchamos es una opinión, un hecho. Todo lo que vemos, es una perspectiva, no la verdad. Marco Aurelio.

Desconozco la manera o de quien debería partir la idea, pero sí sé que un pacto entre el pueblo y los políticos se debe llevar a cabo lo más pronto posible, aun partiendo de la premisa de que nos encontremos a medio camino, estaríamos satisfechos si los intereses particulares de los políticos se encontrasen con los intereses de la gran mayoría que compone esta nación. Todo esto, con la finalidad de que esta incipiente democracia al menos, si no crece, se sostenga, por eso, hay que obligatoriamente luchar por este pacto.

Hasta ahora se ha jugado con este pueblo cual si fuese un maniquí o mantenido como un bonsay, siempre podándolo y dándole la forma que a los políticos les convenga, y eso debe y tiene que parar, si es que en paz queremos vivir.

No hay día donde no aparezca un desmadre llevado a cabo por algún político en contra del erario, donde, de inmediato, se arma un espectáculo mediático eclipsado por la cantidad de dinero que emplean los supuestos defensores del pueblo para irse por la tangente, como burla al pueblo y la justicia.

Supuesta o realmente nos encontramos en la era del cuestionamiento, donde ya se hace prácticamente imposible que un discurso vacío se sostenga por mucho tiempo, pero, por igual, nos damos de frente con la realidad de que la masa desposeída hasta del más mínimo razonamiento lógico se encarga de sostenerlo y permitir la reiteración del accionar de una masa política corrupta, abusiva y engañadora.

Quizás esto sea una absurdidad, pero, entre el parecer de tantos inteligentes y sabios políticos, no nos importa que consideren así, total, como expuso Charles Bukowski, “solo los locos y los solitarios pueden permitirse el lujo de ser ellos mismos. Porque los solitarios no necesitan complacer a nadie y a los locos no les importa ser comprendidos”, pero, eso sí, aún y fuese un desfasado, solitario o loco, de igual manera, en su fuero interno, los políticos están conscientes de que esta situación no podrá sustentarse en el tiempo.

No sé si tendríamos que volver a clamar al dios del Sol Invicto y recordar a Aureliano, para que estos políticos rectifiquen y se aboquen a elaborar este pacto del que hablo, debido a que este emperador, con todo y habiendo sido respetado y admirado por sus tropas por haber logrado reunificar el Imperio romano fue asesinado por los mismos que lo aclamaban, donde siquiera el dios de los soldados lo pudo salvar.

Quizás algunos consideren que exagero, pero, deben admitir, que ya estamos viviendo una época en que los políticos se sienten estar a nivel de dioses y de alguna manera hay que hacerlos bajar de ese falso altar si es que en verdad queremos vivir una plena democracia, donde el mando radique en las grandes mayorías y no a lo que hemos llegado producto de la ambición política, principalmente, de la angurria por la silla presidencial y esa locura de mezclar la democracia con inventos foráneos, como ese del famoso 50 más Uno.

Este invento, exportado, sin lugar a duda, producto de la ambición presidencial, es el principal motivo por el cual estamos pagando el desguace de nuestra democracia, en donde, las minorías, se agrupan para, como hienas, repartirse lo que en realidad corresponde a una mayoría absoluta. Considero, que por este punto debería comenzar el pacto y volver a aquello de que, el que saque más voto por sí mismo, debe ser el presidente y, a partir de ahí, se terminarían las negociaciones para repartirse el gobierno y, por ende, -que sería y es el mayor interés que los mueve- el Erario.

Aunque debemos estar conscientes de que los políticos sufren de un sesgo de expectativa, donde no escuchan lo que el pueblo les reclama sino que esos reclamos los distorsionan escuchando lo que en verdad ellos quieren oír. Abolir el 50 más uno, la chapucería más grande que se ha cometido contra nuestra democracia, no se escucha, porque no les conviene a esas minorías, reitero, que actúan como si fuesen la mayoría.

Así es. ¡Sí señor!