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Durante largas décadas la República Dominicana ha sido receptora de variopintos flujos migratorios que incidieron positivamente en el desarrollo económico, agrícola, cultural, artístico, educativo, literario, tal como lo han demostrado diversos estudios. (1) Como portadores de saberes y capacidades especiales algunos de inmigrantes establecieron los cimientos para el desarrollo de varios pueblos del país como es el caso de los cambios provocados en la estructura agraria de Mao por el ingeniero belga flamenco Libert Louis Bogaert Leunis al construir un pequeño canal de riego de 7 kilómetros con una inversión de 7 mil dólares.
Bogaert, quien había arribado al país en 1889 a dirigir la construcción del Ferrocarril Central Dominicano, tramo Puerto Plata – Santiago, visitó en misión oficial el pequeño poblado de Mao en 1901 y luego volvió en 1915 en compañía del agrimensor Carlos R. Mejía a quien el ayuntamiento local había contratado para trazar el plano del ejido, labor por la cual recibiría un estipendio de 500 pesos.
Bogaert y Carlos Mejía se beneficiaron ampliamente de la Ley de Agrimensura sobre Registro de Títulos, aprobada durante el gobierno de Ramón Cáceres, con la finalidad de depurar los derechos de propiedad sobre la tierra y hacer obligatorio el registro de la propiedad. Para esta época los agrimensores públicos eran figuras decisivas en lo concerniente al reconocimiento formal de los derechos de propiedad y con mucha frecuencia percibían terrenos de buena calidad en pago por su trabajo. Por este mecanismo, el ingeniero Bogaert adquirió unas 1,600 tareas y posteriormente compró 8,640 tareas al agrimensor Mejía en Hatico.
La construcción del canal de riego
En su segunda visita, el ducho ingeniero constató el extraordinario potencial agrícola de la planicie de Mao. Al poco tiempo adquirió un pequeño predio en el palmar de Hatico y empezó a realizar diversos estudios topográficos que le permitieron establecer un hecho clave: el río Mao corría a una altura superior al valle homónimo lo cual hacía factible la construcción de un canal de riego. En Bélgica Bogaert había adquirido experiencia tanto en la construcción de ferrocarriles como en ingeniería hidráulica pues en 1887 realizó un servicio especial en el río Mosa y al año siguiente, en Gante, laboró para el canal de navegación fluvial Gante-Ternauzen (Holanda). (2)
De inmediato emprendió las labores inherentes a la construcción de un canal de riego que incluían el diseño, elaboración de presupuesto, el trazado o trocha, el acuerdo con los propietarios de los terrenos por este pasaría, el reclutamiento de la mano de obra, entre otras tareas. Las excavaciones empezaron el 23 de julio de 1918 bajo la supervisión del propio ingeniero Bogaert y de su hijo Alberto Bogaert.
Era la primera vez que en Mao, y en toda la Región Noroeste, se empleaba mano de obra asalariada. Sin embargo, en agosto de este mismo año todos los jornaleros que laboraban en las excavaciones se declararon en huelga en demanda de aumento de los jornales que percibían, $0.25 diario, por jornadas que sobrepasaban las 8 horas diarias. (La Información, 1º de agosto de 1918).
En la construcción de obra participaron trabajadores de Sabaneta, Monción, Guayubín, Villa Vásquez y de lugares cercanos a Mao como Esperanza, Guayacanes, Entrada de Mao y Martínez, entre otros. A la par con la construcción del canal el ingeniero Bogaert procedía a talar y luego a destoconar las plantas xerófilas que poblaban las tierras que había adquirido a precios ínfimos, labor en la que también laboraba un importante contingente de jornaleros.
Otro grupo de jornaleros trabajaba en la construcción de más de veinte puentes de madera para el tránsito de una calle a otra pues el canal atravesaba la ciudad. Algunos de estos puentes quedaron con desperfectos y el ayuntamiento solicitó al ingeniero Bogaert su reparación.
En la década de 1920 fijo su residencia en Hatico, Mao.
La mano de obra haitiana tuvo una gran participación en la construcción de la “gran regola”, como le llamaban los maeños. A ella le correspondió laborar en las estaciones más difíciles, en aquellas donde predominaba un suelo rocoso o pedregoso. Un periódico de la época refería el incremento de dicha población en la ciudad:
“La colonia haitiana ha aumentado últimamente en esta Común de un modo considerable. Ya hay barrios y campos en que el transeúnte que por ellos pasa no oye otro idioma que el patuá”. (La Información, 10 de agosto de 1918).
En otra nota el corresponsal de este mismo medio se alarmaba de los ritos haitianos:
“El domingo vimos recorriendo las calles a un grupo de haitianos tocando pitos y timbales, por lo que nos pareció estar en el interior de la vecina Haití. Mientras se ocupan de tocar pitos y timbales marcharía bien esa colonia, lo que si hay que evitar es que comiencen a celebrar sus bailes africanos y para cortarlo debe vivir alerta la policía”. (La Información, 4 de septiembre de 1918).
En octubre de 1918 el ingeniero Bogaert elevó una instancia al Gobierno Militar norteamericano en la cual solicitaba se le autorizara a disfrutar de las exenciones instruidas por la Ley de Franquicias Agrarias del 26 de junio de 1911. En la misma informaba que se dedicaría a la siembra de tabaco, algodón y frutos menores y que disponía de un capital de quince mil pesos oro americano. El 13 de noviembre se aprobó dicha solicitud para cultivar 100 hectáreas, gran parte de las cuales estaban ya preparadas para los cultivos.
A inicios de noviembre de 1918 el Gobierno militar autorizó al señor Luis L. Bogaert a entrar en el goce de las franquicias acordadas a las empresas agrícolas para dedicarse al cultivo de tabaco, algodón y frutos menores en más de 100 hectáreas en El Hatico, con un capital de 15 mil pesos.
Las compuertas del canal, construidas en Santiago, fueron traídas a Mao en este mismo mes.
La construcción de este moderno canal de riego, probablemente el primero del país, concluyó en diciembre de 1918. El sábado 28 de este último mes, a las 5 de la tarde, el ingeniero Bogaert hizo una prueba de su magna obra y a las 8 de la noche las aguas del río Mao lo habían recorrido en su totalidad para asombro de los campesinos maeños que en principio vieron con escepticismo la construcción de la obra y llegaron a pensar que Bogaert se hallaba chiflado por intentar sacarle un caño al río Mao. Ya en marzo de 1919 el ingeniero Bogaert comenzó a cosechar frijoles, y luego, otra de abundante maíz. Posteriormente, diversificó la producción y cultivó diversos tubérculos como yuca y batata y otras viandas que vendía a la población.
Inicio del cultivo de arroz
Por mediación de la Cámara de Comercio de Santiago, Bogaert adquirió un tractor en el exterior que recibió en abril de este último año, sin embargo, dicho aparato no funcionó adecuadamente ni rindió los resultados esperados por lo que nuevamente se apeló al arado de las tierras por medio de bueyes. Esto no impidió que Bogaert cultivara, a modo de ensayo, 19 tareas de arroz, un cereal que el país importaba y del solo se cultivaban pequeños predios bajo el régimen de secano. Esto representó un hito en la historia de la agricultura de la República Dominicana.
Referencias
1 Véase por a José del Castillo, “La inmigración y su aporte a la cultura dominicana”, en: Bernardo Vega y otros, Ensayos sobre cultura dominicana, Santo Domingo, 1981.
2 Ramón A. Delgado Bogaert, Musié Bogaert. Un ingeniero belga flamenco al servicio de la República Dominicana, Santo Domingo, 1998. (Las dos fotos que ilustran este escrito fueron tomadas de este libro).