El 21 de noviembre del año 2018, DW documental publicó un cortometraje titulado “Un mundo sin billetes ni monedas”, en el cual se analiza el fenómeno de la desaparición paulatina del efectivo dando paso a un nuevo modelo de compras. Se plantea que el sistema de pago, basado fundamentalmente en el dinero, está cambiando de manera sistemática dejando varias interrogantes y problemas por resolver. Lo cierto es que el mundo capitalista podría dejar de existir bajo las condiciones que hoy persisten, principalmente por el hecho de la posible inutilidad del papel moneda.
Se sabe que en países como Suecia el 95% de las compras se realizan por transacciones electrónicas, sin necesidad de dinero físico, y que muchas de las agencias bancarias ya no expiden ni aceptan dinero en efectivo. En dichas naciones, son los propios habitantes que han aceptado con agrado el cambio de modalidad, argumentando razones de distinta naturaleza, desde la facilidad, higiene y rapidez, hasta la seguridad de las múltiples transferencias. Otros estados, como Dinamarca, iniciaron el cambio hacia una sociedad sin efectivo en el año 2016. Aquel país apuesta a eliminar los costos administrativos que supone el manejo del dinero físico para sustituir el modelo por uno más digital, que permita mayor seguridad y viabilidad en las compras.
Algunos otros países proyectan un cambio total del modelo de cambio para el año 2030, apelando a la erradicación total del efectivo y a su sustitución por una especie de dinero digital o transacciones 100% electrónicas. Aunque el cambio de modelo parece una realidad inminente y la propuesta de un mundo sin dinero acapara muchos adeptos, hay quienes mantienen ciertas reservas frente al tema. Muchas de las opiniones que se vierten en este respecto giran en torno a la preocupación de la seguridad. Se cuestiona qué tan seguro puede llegar a ser la dependencia en su totalidad de transferencias electrónicas o del uso del dinero digital, en los actos de compra y venta; presentándose al debate razonamientos tanto a favor como en contra de dicho planteamiento.
Se cree que evolucionando a un modelo distinto donde el dinero en efectivo no exista y la moneda no sea ya una preocupación administrativa, se estarían erradicando problemas relacionados a la seguridad, optimización, flexibilidad y hasta economía presupuestaria por parte de los Estados; o sea, por parte de los encargados de la emisión del papel moneda. Sin embargo, la seguridad invocada por los defensores de los sistemas Cashless podría ser relativa, ya que la aplicación de un débito directo es pasible de adulteración por la vía electrónica o digital. Por lo tanto, los llamados robos no estarían excluidos en el abanico de posibilidades en un modelo totalmente informático, ya que no se han creado las estructuras de seguridad que permita la consolidación de un sistema inalterable.
Una de las prácticas delictivas más frecuentes en el mundo de las transacciones electrónicas es la llamada Clonación de Tarjetas; cuya consistencia se basa en la duplicación de la información almacenada en las tarjetas de crédito o débito utilizando distintos métodos físicos o digitales. Todos los días aparecen denuncias de personas que declaran ser víctimas de dichos hurtos, demostrándose así que el problema de la inseguridad que prometían resolver las tarjetas bancarias no ha sido resuelto en nuestros días, lo que proyecta un esquema de imperfecciones en un inmediato modelo electrónico de compras. Sin embargo, otros delitos como el lavado de activos o blanqueo de capitales, o tipos penales como los delitos fiscales, encontrarían en un modelo de compras distinto, basado en una sociedad de transacciones totalmente electrónicas, mayores dificultades a la hora de ser cometidos. No se trata entonces de que un cambio en el sistema de compras resolvería el problema de la inseguridad que implica la utilización del efectivo, sino que la problemática mutaría trayendo consigo nuevas formas de delinquir y métodos más sofisticados de causar problemas.