Lo que ocurre en Estados Unidos repercute, para bien o para mal, en el resto del mundo. Por tanto, nada de lo que allí ocurre no nos puede ser indiferente. Como imperialismo que sucedió al Imperio británico, el Imperio americano tiene una potencia desconocida en la humanidad.

Sus bases militares en más de 80 países están repartidas por todos los continentes y están coordinadas por el Comando Norte, el Comando Sur, el Comando del Pacífico, el Comando de Europa y el Comando Central. Este despliegue geopolítico sirve para asegurarles una superioridad militar global  y es un medio de asegurar su control económico comercial.

Además hay que recordar lo que señalaba Marx sobre el hecho de que para él la evolución de los países más avanzados muestra a los que están en una etapa inferior de desarrollo de sus fuerzas productivas, tecnológicas y de investigación científica, la evolución que podrían seguir otros.

En lo político, la más vieja democracia moderna, no monárquica, cuyo sistema político ha servido de modelo constitucional a los países de la América Hispana o Iberoamericana, así como a otros países, el camino político que siga los EE.UU. tiene una relevancia especial, como creo que lo tiene también en el resto del mundo.

Hasta fecha relativamente reciente la disputa presidencial en ese país se daba entre dos  candidatos, presentados por los partidos Republicano y Demócrata, que si bien tenían diferencias, convergían en gran parte de sus programas. Algo esencial era que existía un consenso, al menos entre los dirigentes superiores de los dos partidos, en respetar la Constitución y los usos y normas no escritas del quehacer político y gubernamental.

Lo que ha ocurrido a partir de la entrada como un elefante en una cacharrería de Donald Trump en la política de Estados Unidos. Es la de un individuo que representaría la marginalia política accediendo a un rol protagónico, conservando su estilo inusual y rompedor del comportamiento  esperado por los aspirantes a la Presidencia.

El partido Republicano  con sus dirigentes jugando un papel de contención y evaluación, trataron de seleccionar en sus convenciones nacionales candidatos aptos para la gobernanza. Durante la Presidencia de Reagan, se produjo la ruptura con la tradición de un cierto keynesiasmo, que venía de F.D. Roosevelt, y que a fines prácticos consistía en una regulación del mercado por parte del Estado.

Durante el mandato de Reagan eso cambió. Se adoptaron las ideas económicas de la escuela de Chicago y la regulación de la economía quedó no sólo en desuso, sino que fue demonizada. La “Reaganomics”  era un capitalismo “salvaje”, sin regulaciones, con bajadas de impuestos a los más ricos”, con restricciones al gasto en políticas sociales,, pero, eso sí, con aumento del déficit y el gasto militar.

De esa ola neoconservadora surgió un grupo de extremistas de derecha que se organizaron en el Tea Party y que fueron ocupando posiciones de poder y liderazgo en el Partido Republicano. Sobre esa base social Trump fue cogiendo alas hasta desplazar en el liderazgo a los Sarah Palin  y compañía. Con su dinero, su seguridad en sí mismo, su arrogancia, su desparpajo, y sus simplezas, logro aunar apoyos, y llegar en 2016 a la Presidencia Imperial.

Lo que caracterizó la presidencia de Trump desde un punto politológico es la ruptura con los usos y normas no escritas del funcionamiento de un presidente de su país.  Su intento de reforzar su poder tratando de derribar todo lo que le impidiera imponer su voluntad.

  • Atacó a los jueces y puso en duda su legitimidad. Se lanzó contra los jueces que habían dictado sentencias en su contra.
  • Se enfrentó a los directores del FBI y de la CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad, les pidió su lealtad personal. Cesó a James Comey antes de que cumpliera su mandato de diez años al frente del FBI. Todo ello porque quería que se dejara de investigar la injerencia rusa en la campaña electoral a su favor.
  • Indultó al ex sheriff de Arizona Joe Arpagio, condenado por violar una orden de un tribunal federal de elaborar perfiles raciales. Como éste era un líder de los grupos anti inmigración. Trump quiso sacar rédito político e hizo un indulto claramente político. Como señaló un constitucionalista: si el presidente indulta a sus agentes, los tribunales perderán autoridad para proteger los derechos constitucionales frente a la “invasión del poder ejecutivo”.
  • Tuvo numerosos casos de conflicto de intereses empresariales lo que le enfrentó con la Oficina de Ética Gubernamental.
  • Nombró a familiares en la Casa Blanca en puesto de alta asesoría , lo cual era contrario una norma presidencial.
  • Amenazó a Hillary Clinton con utilizar el Departamento de Justicia y el FBI para perseguirla.
  • Tuvo numerosos choques y agresiones con los periódicos críticos con sus actuaciones como el Washington Post, el New York Times.
  • Insultaba en sus ruedas de prensa a los periodistas que cubrían la Casa Blanca y vetaba la presencia de algunos. En un tuit en 2017 acusó a los medios de comunicación de ser el enemigo del pueblo americano.
  • Intentó hacer una limpieza en las listas electorales con la falacia de que había varios millones de votantes que no tenían derecho a votar. Las investigaciones posteriores de sociólogos probaron que era un bulo. El objetivo de Trump era suprimir votantes, especialmente de “raza”negra e hispanos. ¿Por qué? Debido a que estos eran votantes del partido Demócrata.

Si Trump no pudo hacer en su mandato todo lo que quiso fue debido a que senadores republicanos se negaron a respaldar algunos de sus deseos y también a que directores de agencias de Inteligencia tampoco accedieron a hacer lo que el Presidente Trump les exigía. Tampoco los medios de comunicación  criticados por él se plegaron a sus amenazas y siguieron informando. La oposición demócrata hizo su papel en la cámara de Representantes y en el Senado.

Pero el hecho más autoritario, irresponsable, anti democrático de Trump fue su evidente llamado a sus seguidores  a tomar el Congreso y ajustar cuentas con su ex vicepresidente por no respaldar su llamado a desconocer el resultado electoral. El 6 de enero de 2021 Trump se incapacitó así mismo para ser Presidente de los Estados Unidos de América.

Que una persona convicta de cometer un delito, de ser un felón, sea elegido para ser Presidente de los Estados Unidos de América, sería un blasón para ese país. Además sería un signo evidente del declive de la democracia en América. En pocas horas el mundo sabrá que han elegido los ciudadanos de ese país. En Dios confiemos que la sabiduría y el sentido común, se imponga al asalto a la razón que significaría que Trump vuelva a la Casa Blanca.