Porque la razón y no la emoción debe primar a la hora de tratar los asuntos públicos, porque la Política debe realizarse con la cabeza y no con el corazón, creo necesario compartir este breve escrito sobre las promesas de Trump de deportar masivamente a los haitianos residentes en los Estados Unidos.

Luego de aclarar que no soy ni pretendo ser un experto en la materia – a los que invito a completar o corregir estos datos-, pasaré a compartir algunos datos.

– Según el Census Bureau, en los Estados Unidos residen cerca de 850 mil inmigrantes haitianos. Por otro lado, el American Community Survey (ACS) llevado a cabo por el mismo organismo arroja unos 730 mil inmigrantes haitianos. Estas cifras incluyen residentes legales e ilegales.

– Los estados con mayor población son Florida, New York, Massachusetts y Connecticut.

– Por otro lado, existen cerca de 700 mil individuos nacidos en los Estados Unidos que cuentan con al menos un progenitor de nacionalidad haitiana.

– De esta cifra, cerca de 117 mil haitianos están registrados en el Temporary Protected Status (TPS). Adicionalmente, un número indeterminado de haitianos han sido beneficiados por el programa CHNV que favorece a los inmigrantes del vecino país y a los de Nicaragua, Cuba y Venezuela.

– Unos 123 mil haitianos esperan que sus casos sean examinados por las autoridades americanas pertinentes.

Suponiendo que Donald Trump gane las elecciones de noviembre próximo y que cumpla sus promesas, las deportaciones de ciudadanos haitianos serían considerables. En el peor de los casos, se estaría hablando de un cuarto de millón de individuos.

Veamos ahora algunos datos sobre la situación en Haití contenidos en el World Factbook de la CIA.

En el área de la salud, existen 23 médicos y siete camas de hospital por cada 100 mil habitantes. Se dedica, aproximadamente, alrededor de un 3% del presupuesto al área de salud.

En cuanto a la educación, se dedica apenas un 1.4% del presupuesto. No es de extrañar que el analfabetismo ronda el 40%.

Hablemos de la economía haitiana. La inflación anual ronda el 37%; la economía, diez veces menor que la nuestra, ha decrecido cerca de dos por ciento anualmente durante los últimos tres años; el desempleo, por otro lado, es cerca de tres veces mayor. Pero quizás el dato económico más importante sean las remesas. Mientras que en República Dominicana estas representan cerca del 9% del Producto Interno Bruto, en Haití ascienden a casi 22%.

Por tanto, las deportaciones masivas prometidas por Trump disminuirían drásticamente la economía haitiana, así como los ya exiguos niveles de educación y salud; aumentarían los niveles de desempleo y la presión demográfica. A quienes se entusiasman con las promesas del candidato republicano, yo les preguntaría, si la frontera dominico-haitiana es crónicamente porosa ¿no serviría de válvula de escape?¿Hacia donde emigrarían los haitianos, golpeados por una crisis mayor a la crisis actual?

El problema de la inmigración haitiana no se resolverá con lo que llamo el “patriotismo” de Facebook o el de cuarto curso de primaria. El problema de la inmigración haitiana no se resolverá ni con las multitudinarias ollas de grillos de las redes sociales ni con el odio causado por situaciones históricas viejas de hace dos siglos. Reitero que tal solución debe ser racional.

Este acuciante problema no precisa de la dictadura de un nuevo Trujillo, sino, simplemente, de la dictadura de la Ley. Nuestros gobiernos deben garantizar, entre otras cosas, una frontera impermeable y la aplicación estricta de las leyes migratorias y laborales. Nuestros gobiernos deben seguir insistiendo en que nuestro país no puede cargar solo con el fardo de esta lamentable situación. También deben hacerlo muchos otros países, incluyendo a los Estados Unidos.

En este sentido, es preciso que los dominicanos sean conscientes de la falsedad del argumento de que un nuevo gobierno republicano sería beneficioso para nuestro país. Es preciso, además, que aquellos dominicanos que por ser también estadounidenses por naturalización o nacimiento, voten en contra de Trump. El bienestar de la República Dominicana lo amerita