Es penoso que Donald Trump siga siendo más de lo mismo. El expresidente y ahora candidato presidencial por el Partido Republicano continúa indetenible su derrotero por mantener un ego personal de difícil aceptación colectiva.

A pesar de las críticas recibidas con anterioridad, Trump no ha cambiado un ápice su forma irreverente, evasivo, irreflexivo y autoritario, actitudes que rompen los esquemas de personalidad propios de un estadista que busca ser escogido de nuevo como presidente de la nación más poderosa del mundo.

Su forma de ser le siguen perjudicando en sus intenciones de captar el voto de un electorado que quiere elegir a un candidato humanista, conciliador, estadista, respetuoso con sus semejantes y dispuesto a conducir a los Estados Unidos por rumbos diferentes, con mejores condiciones de vida y seguridad colectiva.

Sus acostumbrados ataques personales, insultos improcedentes y acusaciones sin pruebas contra todo aquel que se oponga a sus ideales le siguen restando simpatía a tal punto que pareciera que, en verdad, no quiere volver a ser presidente de los EEUU.

Lo hizo en su campaña por la presidencia en 2020, cuando enfrentó al binomio Joe Biden y Kamala Harris, candidatos presidencial y vicepresidencial por el Partido Demócrata. Y lo ha vuelto a repetir en este nuevo período electoral.

Acusar a Kamala de marxista y enemiga del Estado de Israel, sin presentar prueba alguna, resta credibilidad a Trump.

Mantener su discurso de odio contra los inmigrantes indocumentados, al acusarlos de ser criminales y con problemas mentales, es distanciarse de millones de familiares y amigos registrados para votar, y que por solidaridad los ayudan para que rehagan sus vidas en los EEUU, como lo hemos hecho muchos en este país.

Escoger un solo caso aislado para denunciar que los inmigrantes que han llegado a la ciudad de Springfield, en Ohio, son “devoradores de perros y gatos”, es una forma muy despectiva de tratar a los que han llegado a esta nación en busca de refugio económico y político.

Pero los republicanos escogieron el hecho para generalizarlo y hacer campaña racista y de desinformación contra los inmigrantes indocumentados.

Trump aprovechó el debate para acusar a Kamala de tener un plan de “confiscar las armas de fuego de todo el mundo” dentro de los EEUU. No reveló la fuente de esa descabellada denuncia, ni documentos que lo prueben.

En el caso de que esta versión de Trump fuera cierta, Kamala chocaría de frente contra uno de los sectores más poderosos de la Unión Americana: los fabricantes de armas, que tienen influencia política y económica para lograr la derrota de todo aspirante a un cargo electivo que atente contra sus intereses.

Todos los políticos saben -además de Trump y Kamala- que por sus negocios legales de fabricación y venta de armas y municiones amparados en la Segunda Enmienda de la constitución de EEUU, estas empresas aportan multimillonarias sumas de dólares en impuestos al Tío Sam, ingresos fiscales que en la actualidad son uno de los principales sostenedores de la economía.

Siendo Kamala descendiente de madre hindú y padre jamaicano, los estrategas políticos demócratas la escogieron en 2020 como compañera de boleta de Biden. Buscaban con ello atraer el voto femenino a su favor, de la raza negra a la cual pertenece y el de los inmigrantes. Una estrategia que les dio resultado para derrotar a Trump.

Kamala no ha podido calar en el electorado estadounidense como quisieran los demócratas, porque saben que llegó tarde a la carrera presidencial.

Las mismas causas por la que ella llegó a la vicepresidencia de EEUU en 2020, al parecer, serán las que le brindarán la oportunidad de llegar a la Casa Blanca con el apoyo de esos tres grupos que hoy en día deciden las elecciones en EEUU: el voto femenino, el afroamericano y el de los hispanos. Pero también el de los indecisos o independientes.

Se ha generalizado que Kamala derrotó a Trump en el debate del pasado martes 10 de septiembre, que tuvo lugar en Filadelfia.

Para minimizar esas versiones, se ha desatado una campaña a través de las redes sociales de que Harris participó en el debate utilizando ilegalmente un minúsculo receptor tipo aretes en una de sus orejas, y que a través de este supuestamente recibía instrucciones e informaciones precisas para responder con éxito los ataques de Trump.

Además, de supuestamente recibir con anterioridad de Linsey Davis, moderadora del debate, la lista de preguntas que se formularían para que llevara ventajas frente a su contrincante republicano.

El despegue de popularidad que está teniendo Kamala en la actual contienda electoral se debe gracias a que Donald Trump le está facilitando el camino hacia la Casa Blanca, cuando la “victimiza” en cada uno de sus discursos de campaña con acusaciones falsas, su menosprecio como mujer mulata y de tener descendencia de inmigrantes.