Todos somos capaces de equivocarnos y sin lugar a duda, en algún momento de nuestras vidas hemos cometido errores que posteriormente nos sorprende comprobar lo equivocados que estábamos sin saberlo. La misma ciencia constantemente ha tenido que avanzar, retroceder, rectificar o cambiar el rumbo. En otras palabras, tenemos la posibilidad de equivocarnos incluso creyendo estar muy seguros, pero necesariamente tenemos que confiar en nuestra mente. La ciencia nos muestra que no somos capaces de captar toda la realidad, o que no todos la captamos de igual forma. Es preciso reconocer la posibilidad de estar equivocado, porque no tener la capacidad de rectificar posiciones nos convierte en fanáticos, sin importar nuestro tipo de ideología. En la actualidad, los fanatismos científicos suelen superar al religioso, porque nadie se siente más seguro cuando está equivocado que un científico.
El libro Tres Señales Seguras publicado por Bob Mumford en 1972, fue escrito como orientación cristiana, pero realiza aportes a personas de cualquier ideología, porque realmente proporciona pautas para pensar correctamente, su propósito original es ayudar a impedir errores de interpretación de la voluntad de Dios. Si constantemente nos malinterpretamos unos a otros ¿qué se puede esperar de nuestras interpretaciones de los mensajes divinos?
El libro señala tres señales o referencias para conocer la voluntad de Dios y son las siguientes: las escrituras sagradas o de maestros espirituales, nuestra propia intuición y las orientaciones de maestros o guías. Evidentemente para personas cristianas esto sería: la Biblia y sus interpretaciones, la voz del Espíritu Santo y los dirigentes de las iglesias. Pero vamos a considerar otro enfoque más amplio que incluye a los no cristianos.
La primera señal serían nuestros estudios o conocimientos, Evidentemente alguien con una buena preparación está en mejor posición para no “meter la pata” que un ignorante. Por ejemplo, si necesito una intervención quirúrgica, prefiero que me opere un cirujano entrenado y a la hora de montarme en un avión, desearía que fuera piloteado por quien tenga la mayor cantidad de conocimientos de aviación posible. Curiosamente, a veces menospreciamos el estudiar o aprender cosas nuevas.
Por más que queramos menospreciar los libros, no podremos negar que la ignorancia es mala compañía, siendo el conocimiento un recurso indispensable para disminuir nuestro riesgo de equivocarnos.
La segunda señal sería nuestra intuición o voz interior, lamentablemente cada vez nos escuchamos menos a nosotros mismos. En nosotros hay una sabiduría mayor que la que podemos reconocer y si piensas en las veces que cometiste errores importantes, seguramente recordarás que “algo te decía que no lo hicieras”. Incluso nuestro cuerpo nos habla con diversos tipos de señales que solemos ignorar. Estamos tan proyectados hacia afuera que nos desconectamos de nosotros mismos, deshumanizándonos, despersonalizándonos o convirtiéndonos en una burda copia de alguien o de alguna tendencia. Es importante que cultivemos nuestra introspección, porque solamente cuando lo hacemos, somos capaces de vivir nuestra propia vida; por este motivo cada vez se insiste más en la importancia de la meditación, oración, tener momentos de soledad, consultas de psicología, entre otras actividades que nos llevan a conocernos mejor.
La tercera señal segura sería el escuchar consejos u orientaciones, ya sea de: nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc., y de manera especial: profesionales, maestros, guías, científicos y líderes espirituales. Escuchar un consejo no necesariamente significa que harás lo que te digan, pero sí que puedes beneficiarte al tomar en cuenta otro punto de vista. El sabio no es aquel que tiene todas las respuestas, sino quien sabe a quién preguntar, el inteligente sabe qué preguntar, el prudente sabe cuándo preguntar, el astuto cómo preguntar y el necio no necesita preguntar porque cree tener todas las respuestas. Las madres suelen preocuparse cuando sus hijos andan en compañías que consideran de mala influencia, pero los adultos también son influenciables, incluso hay niños con más madurez que muchos adultos.
Algunos líderes religiosos dicen tener una fe tan sólida que no admite cuestionamiento y que la palabra de Dios es superior a todo conocimiento humano, incluso podrían decir: Dios me dice que debes hacer tal o cual cosa y por supuesto, lo dicen como algo irrebatible. Podrías pensar que la palabra de Dios no se puede poner en duda, pero sí tienes derecho a poner en duda la palabra del pastor o sacerdote que te asegura que lo que él te dice es palabra de Dios.
Siempre y en todo lugar, ha habido personas totalmente convencidas de que Dios les ha mandado a asesinar multitudes inocentes; y ese mensaje, a veces dicen recibirlo directamente de Dios y en otras, son sus líderes que los convencen de que es su voluntad y que serán recompensados.
Debemos dudar de todo, incluso de nosotros mismos, pero sabiendo que, aunque no tuviéramos la capacidad para comprender el orden o leyes que rigen la existencia, podemos tener la confianza de saber, ya sea por la ciencia o por fe, que venimos del caos y cada vez estamos conociendo un orden mayor y más evolucionado.