Topofilia territorial, es el apego, filiación, amor y defensa del territorio de residencia. Una virtud, conducta y estilo de vida que caracteriza a los santiagueros y cibaeños. Su concepto contrario es la topofobia territorial, la hábito o modo de vida que ignora o no tiene en cuenta o como referencia, el cuidado y defensa del territorio. Creo que estas son las esencias que permiten diferenciar el avance de Santiago, sus planes estratégicos y proyectos de impacto.
La historia enseña que conocer al Cibao y sus diversas ciudades y municipios, es una oportunidad para que cada municipio o provincia de República Dominicana, Centroamérica y el Caribe, puedan elevar su capacidad de gestar entre todos, el bien común.
La profesora costarricense Isabel Avendaño Flores, lo demuestra. Es catedrática de geografía y cultura del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas, y en su aporte “Recorrido teórico a la territorialidad desde uno de sus ejes: El sentimiento de pertenencia y las identificaciones territoriales”; ella valora las diferencias sociológicas y territoriales entre la topofilia y la topofobia. Los cibaeños son topofílicos porque defienden el territorio donde residen; versus sus contrarios, los topofóbicos, generalmente asociados a residentes de territorios ubicados al sur de la isla.
El sociólogo francés ido a destiempo Pierre Bourdieu expone que lo largo de la historia, los grupos sociales migran. Pero también paradójicamente, igualmente es cierto que los seres humanos desarrollan un sentimiento de amor, apego, arraigo o enraizamiento por un territorio concreto. Esto último, para Avendaño Flores, “se conoce en la jerga geográfica bajo el concepto de topofilia”.
La topofilia y el sentimiento de pertenencia resultan sinónimos. Isabel Avendaño citando a Pierre Bourdieu (1930-2002) como uno de los sociólogos más relevantes del siglo XX, que se concentró en el estudio de los ámbitos de la sociología de la cultura, educación, medios de comunicación y modos de vida; define “philia” al señalar que suele traducirse por amistad y que designa el rechazo del espíritu de migración. Asociar identidad con el concepto “philia” en asociación con un territorio apela a la naturalidad o a lo natural y espontáneo de este sentimiento.
Eso es, los cibaeños son naturalmente amantes aguerridos y defensores militantes de su territorio. Isabel Avendaño y Pierre Bourdieu describen en las antiguas creencias, el alma permanecía asociada al cuerpo. La muerte no los separaba y quedaba encerrada con él, en la tumba. “Era necesario que el cuerpo quedara recubierto de tierra; un alma sin tumba, carecía de morada, vivía errante. Cada familia tenía su tumba; los muertos descansaban unos al lado de otros. Los de la misma sangre se enterraban juntos y nadie de distinta familia se le admitía”.
Sin embargo, tal como exponíamos en un conversatorio reciente en la ciudad de San Pedro de Macorís, el punto de partida principal para entender las virtudes y los modos de vida topofílicos de Santiago y el Cibao para hacer las cosas, es la característica de la propiedad de la tierra. En Santiago y el Cibao predomina el minifundio.
El Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (IDIAF) y uno de sus mas reputados investigadores Pedro Juan del Rosario, demuestran lo mismo. Pero también lo hacen Guillermo Moreno y Aura Celeste Fernández, cuando el primero laborara en el Instituto Agrario Dominicano (IAD). También quien suscribe junto al economista Agustín González Morel en el Plan Estratégico Santiago, en diversos estudios, demostramos cómo en el Cibao, cientos de miles de familias son dueñas de miles de diversas fincas pequeñas que de acuerdo a la ley 314-72, son menores 1,500 tareas (0.9 Km2), en buenos territorios para el cultivo de Agrología Tipo I, situación que condiciona la creatividad de buenos proyectos.
Sociológicamente está demostrado que a menor es la superficie en Km2 de propiedad de un predio, sus dueños y trabajadores conocen mejor su geografía, reaccionan con más identidad al olor de la tierra, color de sus flores y calidad de sus productos. Mientras más personas conocen la tierra donde viven o cultivan, mayor es la identidad y sentido de pertenencia de la misma.
Para Guillermo Moreno, latifundio es una forma de propiedad privada sobre grandes extensiones de tierra, como realidad implica además bajo desarrollo en la productividad del trabajo, subutilización de la tierra, escaso empleo técnico profesional, un sistema de poder anacrónico y/o la percepción de renta del suelo por parte del terrateniente, sea del siervo o del burgués agrario, por el monopolio de la propiedad. No es un secreto que en el sur de la isla colonial y postcolonial predominó el latifundio.
En consecuencia, indicamos que más allá que un santiaguero ocupe la presidencia de la República o que diferentes ministros sean cibaeños. Además de admitir que la ciudad cuna de la Restauración de la Independencia, conserva un “buen saber hacer” en planificación estratégica. Igualmente, dado el gran volumen de inversión del presidente Abinader en el Cibao y el buen gasto del sector privado en estos momentos, muchos se preguntan ¿cuál es el secreto de los éxitos de Santiago y el Cibao?
Desde las devastaciones del gobernador Antonio Osorio, ordenadas por el Rey Felipe III, hasta la Independencia de la República. Desde el boom industrial de la década de los años 70 de siglo pasado, hasta nuestros días, todo el mundo busca la fórmula del por qué, Santiago mantiene la primacía de sus ideas innovadoras, que se transforman en proyectos de impacto.
Desde APEDI, Parque de Zona Franca “Víctor Espaillat Mera”, el Banco Popular, el ISA, el Aeropuerto Internacional de gestión privada hasta la creación del Plan Estratégico por la PUCMM y el Ayuntamiento de Santiago, aliados al empresariado local. Sumando los Centros Eduardo León Jimenes, Convenciones y Cultura y Casa de Arte, son ejemplo de eso. Santiago también ha mantenido la primacía en este siglo XXI, siendo cuna de la gestión de cuencas, intervención de viviendas en aras vulnerables, control de gases efecto invernadero (GEI) y creación de sistemas verdes urbanos.
Pensadores, artistas, militares y políticos como Pedro Francisco Bonó, en sociología. Frank Moya Pons y Edwin Espinal en historia. Danilo de los Santos y Domingo Batista en las artes visuales. Juana Salta y Topa, Benito Monción y Fernando Valerio en lo militar; y Ulises Francisco Espaillat, Joaquín Balaguer y Antonio Guzmán en política. Todos aportan buenas pistas.
Para Robert Putnam (Harvard) y Bernardo. Kliksberg (Universidad de Buenos Aires) exponen dos conceptos asociados a la identidad y pertenencia territorial: gobernabilidad y gobernanza. La primera, “gobernabilidad”, es la eficiencia de la participación social en el Estado para que este logre sus objetivos. La segunda, “gobernanza”, es la transferencia de parte del poder público del Estado a la sociedad civil y al sector privado, para lograr propósitos comunes.
Gobernabilidad deriva del sentido de identidad y pertenencia generado en la forma de poseer, cultivar y hacer producir la tierra. Quien cultiva tabaco, café y cacao, conoce cada detalle de la finca que trabaja. Su olor, color, acceso al agua y consistencia.
Demostramos como en el norte de esta isla predomina el minifundio como propiedad, por eso los pequeños territorios crean condiciones sociológicas para su identificación y su defensa. De eso se trata el Plan Estratégico de Santiago y las tesis de P. F. Bonó. Por el contrario, quien se beneficia de la caña de azúcar o el corte maderero como aconteció en el sur de la Hispaniola, es dueño de un territorio que no conoce. Lo gobierna de lejos designando “un colono” quien se impone sobre una servidumbre no propietaria, ni interesada en la tierra que trabaja.
La Topofilia generadora de gobernabilidad y gobernanza son el principal proyecto de las tres décadas de la planificación estratégica en Santiago.