Soy una persona metódica, me levanto todos los días a la misma hora, hago una rutina, voy a mi trabajo y cumplo con todas las normativas establecidas.
Hace tres días me puse la bata blanca que me acredita como miembro del personal de salud mental del Hospital donde laboro.
Repentinamente desperté en el pavimento de la calle del hospital rodeada de varias personas. Mi visión estaba borrosa, sin embargo recuerdo claramente una voz de mujer diciendo: Hay que llevarla a Emergencia. Sucede que mientras atravesaba la calle en dirección a mi trabajo, alguien conduciendo una motocicleta a alta velocidad me dio un golpe dejándome inconsciente.
Aquella pequeña multitud me acompañó a la sala de emergencia del hospital donde los doctores y el personal me atendieron sin descuidar los demás casos urgentes, según el grado de gravedad de los pacientes, aunque para mí, la emergencia más urgente de todas era la mía, y más aún, ya que desconocía la magnitud de mis heridas. También admito que pensaba que mi mayor urgencia era una bolsa de hielo para tratar de detener los moretones de mi cara, pues la misma me latía y ya comenzaba a arder. No me había visto en un espejo, pero sentía sangre en mi rostro, en mi bata médica, en toda la ropa, así que no descarté el que hubiera que darme algunos puntos en las heridas.
El TEPT es una posible consecuencia psicológica y conductual de tras la exposición a un acontecimiento traumático.
Aún resuena en mi mente la voz de uno de los médicos de urgencias al indicarle a una asistente: "Vaya donde esa doctora y tómele los datos”. Para qué tomarme las generales si yo creía estarme muriendo, pensé que lo más importante era mantener mi rostro sin cicatrices visibles pues soy mujer y no es secreto que las mujeres cuidan su apariencia física, los hombres también lo hacen, pero las mujeres las cuidamos más, también está el hecho de que en mi profesión, una cara cortada desvía la atención en los pacientes, ante los cuales debo interactuar, y ni hablar que para mis actividades diarias, a las que debo de asistir, no es apropiado tener la cara amoratada.
La enfermera se me acercó portando unas gasas y me limpió las heridas; en ese instante lo primero que atiné es a preguntarle si había que darme puntos, ella contesta que no, solo tiene algunos rasguños del lado del ojo derecho. Me sentí un poco aliviada, pero mi preocupación por el amoratado que sabía se haría en la cara, se mantenía igual. La enfermera continuó con él angustioso interrogatorio de lugar. ¿Nombre?, ¿dónde vive?, ¿teléfono?, ¿cirugías?, ¿alergias?, ¿qué le pasó?, ¿perdió el conocimiento?, ¿se siente mareada? Y continuó haciéndolo hasta completar su trabajo. Mientras tanto mi angustia aumentaba porque sentía que más que un historial médico, era un interrogatorio policial. Poco más tarde, otro personal médico me acompañó a una sala donde realizaron varios estudios, resonancia magnética, radiografías, etc. Y retornamos a la sala de emergencia.
Una voz femenina un tanto conocida, informa desde la puerta "Doctora, doctora, tengo aquí sus documentos, mire su carnet del hospital, le puse en la bata la llave del carro y su celular. ¿Cómo se siente? Qué bueno que no se rompió ningún hueso. Cuídeseme mucho. ¡Que Dios me la bendiga!
Me encontraba confundida, no sabía a qué darle prioridad, si llamar a mi madre quien es médico o esperar a que mis compañeros de trabajo terminaran el diagnóstico. Sentía angustia, dolor, preocupación por mi hija quien desconocía lo sucedido. Temor a lo inesperado aunque sabía que me encontraba en uno de los mejores hospitales del país.
Pasado tres días del accidente muchas cosas me resultan nuevas y extrañas. Desde hace muchos años trabajo con algunos pacientes en materia de Trastorno de Estrés Post Traumático sin embargo nunca había padecido en carne propia un accidente que me produjera la sintomatología característica del caso, es decir, ahora me encuentro padeciendo de ansiedad, insomnio, pesadillas, irritabilidad, falta de apetito o atracones de comida, y confusión, repaso una y otra vez lo sucedido, y lo peor es que ese trastorno (conocido también por sus siglas TEPT) ha llegado hasta mi hija. Ella fue quien me recibió al llegar ensangrentada a mi hogar y aún continúa asustada, no duerme bien, tiene pesadillas, entra a cada rato a mi habitación a preguntarme si estoy bien, siente que debe hacerme compañía en todo momento, hasta en el baño.
El Trastorno de estrés postraumático (TEPT) es una posible consecuencia psicológica y conductual de tras la exposición a un acontecimiento traumático.
Mis conocimientos técnicos me indican lo que debo hacer pero eso se lo explicaré a ustedes en mi próximo artículo y espero que para ese momento, tanto ella como yo, estemos mejor.