¿Cómo es posible que a escasos 36 años del fatal incidente de Chernóbil estemos llevando una invasión demencial con fuego de artillería a las propias entrañas del infierno de una planta nuclear? 

-Érase una vez, hace mucho tiempo… un viejo monje vivía en un monasterio ortodoxo.  Su nombre era Pamve.   Una vez él plantó un árbol seco en una ladera…  Después le dijo a su joven discípulo, un monje llamado Loann Kolov, que debería regar el árbol cada día hasta que regresara a la vida.  En fin, temprano, cada mañana Loann, llenaba una cubeta con agua y salía.   Él subía la montaña y regaba el árbol seco y en la tarde cuando la oscuridad había caído regresaba al monasterio.  Él lo hizo por tres años. Y un día él subió y vio que todo el árbol estaba lleno de retoños. Digan lo que digan, un método, un sistema, tiene sus virtudes. Tú sabes, a veces me digo a mí mismo, si cada día, a exactamente la misma hora, uno fuera a realizar el mismo acto, como un ritual, sin cambios, sistemático, cada día al mismo tiempo, hiciéramos lo mismo, el mundo cambiaría…

En voz alta, Andréi Tarkovski encarnado en el personaje el gran periodista Alexander de su largometraje Sacrificio mientras plantaba un árbol seco a las orillas del mar Báltico… Si ese mismo, Alexander, aquel, famoso director de cine, dramaturgo, geólogo, guionista, filosofo, periodista, pintor, poeta, profesor de Estética, con estudios de la lengua árabe, egresado de la Universidad de Rusa de Cine Gerasimov (VGIK), aclamado en cuatro oportunidades en el festival de cine de Cannes (Grand Prix Special du Jury, premio del Jurado Ecuménico, premio FIPRESCI y ganador del festival de cine de Cannes), y quien en 1983, obtuvo el León de Oro del festival de cine de Venecia, reflexiona buscando alguna respuesta a nuestras legitimas inquietudes existenciales.

Su amigo, el cartero, es el primero en darle la enhorabuena en su día de cumpleaños, quien con su presencia atiza aún más las interrogantes existenciales a otras incógnitas, ahondando en la filosofía de la -rotación- sobre el ciclo de vida (Friedrich Nietzsche, Alemania,1844-1900). O, en nuestro efímero pasar por la vida, en que algunos y no pocos, se la pasan los sesenta segundos de un minuto, los sesenta minutos de una hora, las veinticuatro horas de un día solar, los siete días de una semana, los veintiocho o veintinueve o treinta o treinta un día de un mes o los trescientos sesenta y cinco días de un año calendario y así sucesivamente hasta el fin de sus existencias, esperando que suceda algo “extraordinario” a lo cotidiano ese ansiado y bendito “milagro”, que, por cierto, casi nunca llega.  El amigo cartero recuerda al gran periodista Alexander, del ¿por qué?, él, ve siempre las cosas de manera pesimista…

Así comienza uno de los largometrajes más notables producidos en la historia séptimo arte, me refiero al filme Sacrificio, guion y dirección de Andréi Tarkovski, nacido en 1932 en la ciudad de Óblast de Ivanov de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y, quien fallece en el exilio, el 29 de diciembre de 1986 en París, Francia.

Andréi Tarkovski siempre tuvo una visión, a la cual no sería justo llamar pesimista sobre la realidad y el futuro de la sociedad soviética, si se toma consideración, que su existencia se desarrolla en un sistema que tenía a condición, el principio el desarraigo de la identidad individual a través de la cruel política del destierro. Es decir, la migración premeditada de sus habitantes a zonas remotas y culturalmente distintas a su origen de nacimiento.

Sin lugar a duda, Tarkovski debido a sus pensamientos sobre la vida desde una profunda convicción filosófica y poética; el sobrevivir dentro de una sociedad enajenadora, opresora y totalitaria, le hacían ver los hechos más grises que el común denominador de sus coterráneos en su convivencia con el absurdo sistema.

Durante la celebración del cumpleaños del gran periodista Alexander, en compañía de su familia, su amigo el “cartero” y el personal auxiliar de su hogar, sucede lo que él tanto temía, un evento nuclear de enormes proporciones se desencadena imprevistamente.

Y, así fue, la premonición de Andréi Tarkovski se hace realidad, el 24 de abril de 1986, el reactor No. 4 de la planta de energía nuclear Vladímir Ilich Lenin, cercana a la ciudad fantasma de Prípiat, a unos 18 kilómetros de la ciudad de Chernóbil en el norte de Ucrania de la extinta URSS, paradójicamente en medio de una prueba de seguridad, por yerro humano y a la falta de personal calificado en uno de sus turnos, se produce un sobre calentamiento en uno de su reactores incitando una serie de dos explosiones que culmina en una catástrofe nuclear grado 7. El resto de este apocalipsis nuclear es conocido por todos.

Por ello, las reflexiones existenciales del gran periodista Alexander en la película Sacrificio sobre nuestros comportamientos humano, en veces demenciales, recobran tanta valides hoy en día.

 

Ayer, al recibir las primeras noticias del Órgano Internacional de Energía Atómica (OIEA), sobre la visita inspección a la planta nuclear de Zaporiyia, según informa el periódico Los Ángeles Time, en nota suscrita por Hanna Arhirova de Associeted Press, del día 6 de septiembre, indica:

 …-un reporte elaborado de su visita, el OIEA dijo que los ataques de artillería en los alrededores de la central nuclear más grande de Europa deben cesar de inmediato. “Esto requiere de un acuerdo de todas las partes pertinentes para el establecimiento de una zona de protección” alrededor de la planta, dice el reporte.  “Estamos jugando con fuego, y podría ocurrir algo muy, muy catastrófico”, advirtió Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, ante el Consejo done Seguridad de la ONU, días después de encabezar una visita de inspección a la planta.

 Supongo que la reflexión final del gran periodista Alexander sería en estos momentos:

¿Cómo es posible que a escasos 36 años del fatal incidente de Chernóbil estemos llevando una invasión demencial con fuego de artillería a las propias entrañas del infierno de una planta nuclear?

 En fin, si invocamos la filosofía de -rotación- de la vida, la premonición de Tarkovski nace con la exhibición de su filme Sacrificio, se desenvuelve con el desastre nuclear de la planta Vladimir Ilich Lenin (Chernóbil) y concluye con su deceso en el exilio, en diciembre de ese mismo año “1986”. No solo George Orwell (1903-1950 Reino Unido) con su anticipado ensayo “1984” nos adelantó los peligros que podían encontrar nuestras sociedades en su desarrollo, sino que Tarkovski a través de reflexiones filosóficas inigualables previó situaciones nucleares apocalípticas para el futuro de nuestra civilización.