El ministro de la Presidencia y presidente de la Comisión Presidencial para el Desarrollo Turístico de Pedernales, Lisandro Macarrulla; el viceministro de Turismo y director ejecutivo del Proyecto Turístico de Pedernales, Carlos Peguero; y el director ejecutivo de Alianzas Público Privadas, Sigmund Freund, y otras autoridades, estuvieron en esta provincia fronteriza desde el viernes 1 de abril hasta el domingo 3 encabezando actividades muy importantes de cara al cronograma planteado por el Gobierno.

La presentación de un programa de inversión social y del Plan Maestro de desarrollo turístico al Consejo de Desarrollo y la graduación de unos 500 técnicos por parte del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) representan pilares fundamentales en la ruta trazada hacia un turismo sostenible y sustentable y el desarrollo integral de la región Enriquillo (Pedernales, Independencia, Baoruco y Barahona).

Sin dudas, Pedernales necesita distanciarse de la tentación latente de caer en un turismo de enclaves, inductor de periferias de pobreza, anarquía territorial y subestimación de la comunidad-destino. Así que, como pedernalense, valoro el esfuerzo oficialista mientras se mantenga en esa pendiente. Es la razón por la cual, motu proprio, he viajado al pueblo en el fin de semana para dar el merecido espaldarazo.

Ahora bien, en lo que el hacha va y viene, hay urgencias impostergables en Pedernales. Se trata de una oleada de asaltos a mano armada y robos callejeros a cualquier hora, por parte, sobre todo, de haitianos; los grupos de niños mendigos deambulando 24/7 por calles y asediando huéspedes de los negocios, y los siniestros de tránsito que protagonizan los motociclistas.

Estamos ante una situación anormal que crece con las horas y genera incertidumbre en la población, y, si no se ataca temprano desde la raíz, terminará arruinando el mismo proyecto turístico promovido por el Gobierno.

La noche del 1 de abril, 64 aniversario de la fundación de la provincia, cuatro jóvenes resultaron lesionados, dos de ellos graves, al chocar las motocicletas en las que se desplazaban en la calle Duarte, principal del municipio, con la F.

Y, cerca de las 11 p.m. de este domingo 3, fue baleado por haitianos el cabo Santiago Zabala Martínez, Ejército Nacional, adscrito al Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront). Cuando se dirigía a su servicio en el puesto 3 de Anse -a- Pitre, el militar fue interceptado y despojado de su motocicleta. Presenta heridas en la cabeza, hemitórax derecho y brazo izquierdo, según los médicos de emergencia del hospital Elio Fiallo.

Nada de normal pintan estos hechos. Son parte de una cadena que se alarga. Y hay que cortarla.

Ya es insufrible el desorden con las motocicletas. Cada vez son más comunes los siniestros de tránsito con resultados trágicos y lesiones permanentes. Cada vez más común la inseguridad en las calles. Nadie está seguro.

Las altas velocidades en cualquier calle y sin respetar cruces son el día a día del pueblo y ocurren en total impunidad. Del ruido ensordecedor, ni hablar.

Durante la semana 52 de 2021, última del año, hubo 490 lesionados por la causa mencionada. La mayor frecuencia se registró en el grupo de edad 20-29 años, con 136, 117 de ellos varones. El grupo 30 a 39 registró 120 lesionados, 98 de ellos varones; y entre 40 y 45 años hubo 59 lesionados, 44 de ellos varones.

Durante la semana 13 de 2022, conforme los datos registrados por el hospital provincial Elio Fiallo, 120 personas sufrieron siniestros de tránsito, 92 de ellas hombres, 28 mujeres. 33 de los casos ocurrieron en el grupo de edad 10 a 19, y 53 en el rango 20 a 29 años.

En un pueblo de 40 mil habitantes, lo anterior es indicador de un brote epidémico, un problema de salud pública que ha de atenderse sin dilación, dado el impacto en la vida de las familias y en la economía. Pero eso no será posible mientras los policías se hagan “los chivos locos” o contemporicen con los violadores de la ley de tránsito y las normas de convivencia; los políticos jueguen a garantizarse votos protegiendo a los motociclistas homicidas, las organizaciones sociales sigan de indiferentes, salvo excepciones, y las familias de estos muchachos sigan de irresponsables, apañando a sus hijos malcriados, muchos de ellos drogadictos.

De algo sí hay que estar contestes: esto es una carrera contra el tiempo; cada minuto que pase es un punto a favor del caos, y cuando este se instale definitivamente, lloraremos lágrimas de sangre.