La sostenibilidad es uno de los conceptos más discutidos en la actualidad, y su importancia sigue creciendo en todos los ámbitos: desde las políticas gubernamentales hasta las estrategias corporativas. No obstante, a menudo surge la pregunta: ¿estamos hablando de sostenibilidad o sustentabilidad? Aunque los términos se emplean indistintamente, hay una diferencia fundamental que vale la pena explorar para entender su implicación técnica y estratégica.
Sostenibilidad vs. Sustentabilidad: ¿complementarias o contrapuestas?
La sustentabilidad se refiere a la capacidad de mantener un sistema o recurso en el tiempo sin agotarlo ni comprometer su equilibrio. Está más centrada en la conservación del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales. Por otro lado, la sostenibilidad abarca un enfoque más amplio, integrando dimensiones económicas, sociales y ambientales, buscando un equilibrio entre ellas para garantizar un desarrollo integral.
Desde esta perspectiva, la sustentabilidad es una condición para la sostenibilidad. Sin prácticas que respeten los límites planetarios, cualquier progreso económico o social sería insostenible a largo plazo. Pese a estos desafíos, la sostenibilidad también nos obliga a considerar cómo las innovaciones tecnológicas y las decisiones empresariales contribuyen al bienestar humano y económico sin comprometer a las generaciones futuras.
En la República Dominicana, esta dicotomía es particularmente relevante. Enfrentamos desafíos significativos en términos de conservación de recursos naturales, pero también tenemos que lidiar con la desigualdad social y la necesidad de modernizar nuestra economía. Es aquí donde la tecnología emerge como un puente que puede conectar ambas dimensiones.
La tecnología como eje de sostenibilidad
La innovación tecnológica no solo ayuda a reducir el impacto ambiental, sino que también promueve modelos de negocio más inclusivos y resilientes. Herramientas como la inteligencia artificial, el Internet de las cosas (IoT) y la computación dimensional están facilitando una transformación en cómo medimos, gestionamos y optimizamos recursos.
Por ejemplo, en el ámbito agrícola, los sensores inteligentes pueden monitorear el uso del agua en tiempo real, reduciendo el desperdicio y aumentando la eficiencia. En la industria, los sistemas de automatización ayudan a disminuir emisiones y optimizar procesos, transformando sectores enteros hacia modelos más sostenibles.
En este contexto, la inmunidad digital —un concepto que he discutido en mis publicaciones anteriores— se convierte en un pilar. No solo se trata de proteger sistemas operativos de interrupciones, sino de crear plataformas que optimicen recursos y mantengan operaciones resilientes frente a crisis. Este enfoque fomenta tanto la sustentabilidad como la sostenibilidad, al combinar la conservación de recursos con la continuidad y competitividad empresarial.
La inclusión como desafío técnico y ético
A pesar de los avances tecnológicos, aún enfrentamos un problema crítico: las brechas digitales y sociales. Para que las prácticas sostenibles sean efectivas, deben ser accesibles e inclusivas. Esto requiere no solo inversión en infraestructura, sino también en la educación digital y técnica de nuestras comunidades.
La sostenibilidad no puede ser un lujo reservado para grandes corporaciones; debe ser una estrategia accesible para las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que representan el motor económico de nuestro país. Programas de reconversión digital, incentivos fiscales y acceso a tecnología deben ser parte de un enfoque integral para democratizar la sostenibilidad.
Gobernanza y medición: la clave del éxito
Ningún progreso será sostenible sin un marco de gobernanza robusto. La falta de estándares claros y sistemas de medición dificulta evaluar el impacto real de las acciones sostenibles en el ámbito nacional. Necesitamos un marco estándar que permita a las empresas, organizaciones y gobiernos medir el impacto de sus iniciativas en términos económicos, sociales y ambientales.
Este marco debe incluir indicadores clave de rendimiento (KPIs para ESG) que midan, por ejemplo, la reducción de emisiones, el aumento en la eficiencia energética y la mejora en las condiciones sociales de las comunidades impactadas. Sin estas métricas, corremos el riesgo de adoptar prácticas sin una base sólida que asegure su efectividad a largo plazo.
Un futuro medible y equilibrado
La sostenibilidad y la sustentabilidad no son conceptos opuestos; son dimensiones complementarias de un mismo desafío: asegurar un futuro viable para todos. A través de la innovación tecnológica, la gobernanza inclusiva y la adopción de un marco estándar de medición, podemos alinear nuestras acciones con objetivos claros y alcanzables.
En la República Dominicana, estamos en una posición única para liderar en este frente. La integración de tecnología y sostenibilidad puede ser nuestra respuesta a los desafíos globales y locales. Pero para lograrlo, necesitamos un compromiso colectivo que trascienda sectores y generaciones.
La sostenibilidad técnica no es solo una aspiración; es nuestra única vía hacia un progreso que respete los límites del planeta y las necesidades de las personas. Al medir cada paso con un marco claro, transformaremos nuestras ambiciones en acciones concretas y resultados tangibles. Porque, al final del día, lo que no se mide, no se mejora.