Desde esta columna el 7 de octubre reclamábamos no dejar morir en la camiona a los médicos pensionados, cuyos salarios permanecen congelados en un frigorífico mordaz, obviando que el retiro laboral digno es parte de las garantías de supervivencias para las clases baja y media de la sociedad, al agotar su lapso de vida útil. Ante la denuncia los organismos gremiales pertinentes han decidido asumirla, enhorabuena.

Lo ideal es que esta injustificada discriminación social sea extirpada de cuajo, como los médicos bisturí en manos extraen  un tumor.

Desde 2020 (ha llovido mucho en el aumento del costo de la vida después de ese año) se viene discurriendo de modo demagógico que las pensiones mínimas de los médicos serían de 50,000 pesos. Con este cuento se ha pretendido englobar las pensiones de quienes laboramos en horarios diferentes por más de treinta años en las dos instituciones principales de salud estatal en el pasado, el Ministerio de Salud y el desaparecido Instituto Dominicano de Seguro Social (IDSS), esta última era una entidad autónoma. El IDSS despareció pero quedaron los derechos adquiridos, son dos pensiones diferentes que se presentan como una para decir que sobrepasamos el tope mínimo, constituyendo esto una mentira piadosa, para no decir horrorosa.

Por lo tanto, los servidores de esa institución pensionados forzosamente a partir de 2016 nos corresponden ambas pensiones, que están muy lejos de alcanzar el pago mínimo. Estas pensiones fruto de nuestro trabajo de dedicación exclusiva para el Estado no se pueden catalogar de lujo, se trata de un sacrificio de muchos años con una labor diaria de servicio completo en los hospitales (incluyendo los servicios de 24 horas, que nunca fueron remunerados de modo extra) para cubrir al  mínimo nuestras necesidades, que hoy las autoridades insisten en denegar.

En mi condición de dirigente gremial tengo contacto con gremialistas de países vecinos y se sorprenden cuando les platico aquí es imposible vivir como médico retirado en condiciones aceptables.

No se trata de reclamos graciosos por politiquería, sino de derechos adquiridos irreversibles, ya la mayoría de nuestros compañeros no está en condiciones de trabajar, sino de subsistir hasta que llegue la hora de la partida hacia el infinito, hemos sobrepasado la esperanza de vida establecida por los epidemiólogos.

Aquellos colegas que sus pensiones fueron llevadas al tope según argumentan las autoridades, también esos montos desde 2020 se han devaluado y ya tenemos colegas que han descendido a la pobreza absoluta, otros han fallecido, no estamos alarmando, conocemos no pocos casos. Incluso algunos pese a su deteriorado estado físico han decidido emplearse en servicios nocturnos en centros privados que le han concedido el favor de aceptarlos, tomando en consideración sus experiencias en el ejercicio, que siempre es vital.

Hemos visto en la prensa que el distinguido director de jubilaciones y  pensiones, ha dictaminado que desde desde el año 2020 hasta la fecha se han otorgado 131,656 pensiones en diversas modalidades: civiles, policiales y solidarias, agregando que dentro de estas 66 mil 566 corresponden a pensiones civiles (cerca de la mitad), las demás son pensiones solidarias.

En su rendición de cuentas el susodicho funcionario, hace mutis de los pensionados anteriores a esa fecha y de los que denomina pensionados civiles, dentro de los cuales clasifican los médicos pensionados por antigüedad a partir de 2020, lo que lograron alcanzar ese tope mínimo se han quedado petrificado con sus pensiones.

Parece que el distinguido funcionario entiende los médicos pensionados están mejor que Lola y no necesitan más recursos para subsistir a menos que piense cuando necesitamos  adquirir un bien de servicio en los comercios nos exoneran de pago, con solo presentar una copia del Juramento Hipocrático,  je, je, je….

Las autoridades envían un mensaje tóxico a la sociedad al considerar que los empleados solo sirven cuando pueden aportar su vida útil en labores tan delicadas como el ejercicio de la medicina, están decretando un inexorable sálvese quien pueda cuando les llegue la hora de salir pensionados del hospital y engavetar la bata con todo y estetoscopio.  Médicos pensionados, no os desmayéis, a asumir la consigna del inmenso José Martí: «Los derechos no se mendigan, se arrebatan».