A propósito de una invitación para conversar sobre la escritura de ensayos, aprovecho la oportunidad de compartir algunas ideas con mis lectores desde mi área de experticia, la filosofía, extensible al campo general de las humanidades.

El ensayo filosófico es un escrito en prosa redactado con el propósito de fundamentar, analizar y esclarecer un determinado problema. Para escribirlo, todo aspirante a ensayista debería tomar en cuenta, entre otros aspectos, los siguientes:

  1. La formación previa.
  2. La apropiación intelectual del problema.
  3. El carácter dialogante del ensayo.

El primer aspecto alude a una situación de aparente obviedad y, sin embargo, no tan evidente para muchos aspirantes a ensayistas: no se debe escribir sobre un tema en torno al que se tenga poca formación previa, no basta con que un tema te interese o te guste. El ensayo filosófico o humanístico no es un artículo de opinión o un trabajo escolar. Exige abordar con agudeza y profundidad una determinada temática. Este abordaje presupone tener mucho conocimiento previo sobre el tema del ensayo. Es lo que Martin Heidegger denominó el “círculo de la comprensión”. Para comprender, se requiere una estructura previa o “pre-comprensiva”.

Si vas a escribir sobre religiosidad popular, no basta que hayas ido a un ritual y hayas quedado seducido por el mismo. A partir de esa primera atracción, se inicia el trabajo de asistir a más rituales, observar, comparar, tomar notas, leer los escritos de los principales investigadores sobre este tema y, a partir de ellos, ir construyendo una perspectiva personal sobre la problemática.

La formación previa permitirá comprender el “estado de la cuestión” en torno al problema que se está analizando, relacionarse con el mismo de tal modo que uno pueda asumir una perspectiva personal fundamentada sobre el objeto de reflexión. Esta perspectiva personal es la “apropiación intelectual del problema”. Uno se apropia cuando, fruto de la reflexión, es capaz de relacionarse con una cuestión de tal modo que puede agregar contenido personal sobre el asunto a lo que ya se ha dicho, no solo reproducir lo que otros han escrito.

Conecto este último aspecto con la idea de que un ensayo debe tener una naturaleza dialogante. Muchos estudiantes exponen su postura sobre una problemática sin mostrar lo que otros investigadores han planteado sobre el asunto. Las referencias bibliográficas están ahí, pero solo ocupan un espacio y cumplen un protocolo; no forman parte de una discusión necesaria para esclarecer el problema.

Al escribir un ensayo, se deben mostrar las contradicciones entre los autores y las perspectivas críticas sobre ellos, así como nuestros acuerdos justificados en el desarrollo de una argumentación. Nunca debemos olvidar que el ensayo filosófico y humanístico, aunque se escriba de modo personal, forma parte del proyecto colectivo que posibilita la construcción y justificación del conocimiento.