Con motivo del Día Nacional del Historiador (13 de enero), la Academia Dominicana de la Historia ha publicado un escrito sobre la función de los historiadores en la sociedad contemporánea.
El texto parte de un supuesto generalmente aceptado: los historiadores tienen el rol de explicar el pasado a las nuevas generaciones con el fin de preservar la memoria de los acontecimientos y reflexionar con el fin de obtener lecciones para el presente.
Que la historia pueda proporcionarnos enseñanzas no debe interpretarse en el sentido epistemológicamente ingenuo de querer inferir lecciones del pasado, o realizar generalizaciones a partir de estudios de caso. Significa comprender el presente a partir de la articulación de esos acontecimientos con sus implicaciones para la conformación de las mentalidades y cosmovisiones que condicionan nuestro mundo.
Pero ese esfuerzo de comprensión puede verse obscurecido por los intereses de los grupos de poder que pretenden reescribir la historia en su beneficio epistémico y político. La historia puede ser entonces un escenario de conflictos ideológicos donde se busca encontrar un relato justificador de las acciones en el espacio público.
Este señalamiento es destacable en la “era de la posverdad” y de los “hechos alternativos”, donde la indiferencia hacia las evidencias, el negacionismo, el relativismo y el cinismo político distorsionan el discurso histórico convirtiéndolo en un mero instrumento de la retórica partidaria.
Por tanto, resulta pertinente que el texto recuerde la función crítica del historiador señalando que tiene la responsabilidad de evaluar razonadamente las evidencias comprometido con un ideal de la verdad que confronte los esfuerzos de manipulación de las élites políticas.