Ahora se ha puesto de moda el oficio de “comunicador”. Es como un signo de distinción. Por eso tanta gente, alguna con formación en áreas muy alejadas de la Comunicación y hasta de las Humanidades, y otra con formación muy precaria y hasta sin formación alguna, apela a ese atributo.
Quizás con apoyo en la expresión de que “la moda no incomoda” y como ha correspondido vivir en una etapa en la que es tan sencillo disponer de medios para hacer circular mensajes, no es extraño que cada vez más gente se sienta atraída por la idea de realizar un oficio que hasta hace poco era para círculos muy exclusivos.
Pero, ¿realmente sabemos comunicarnos? Parece oportuno hurgar en la comunicación, en los diversos enfoques y las diversas teorías sobre el tema, así como en las repercusiones que las acciones comunicacionales tienen en la vida de cada ser humano, en particular, y en la sociedad, en sentido general.
Vale recordar que la comunicación es fundamental en la vida de los seres humanos. La comunicación es un proceso inherente a la relación humana. La mayor parte de los estudiosos defienden la idea de que no existe el ser humano presocial. De ahí que comunicar tenga tanta preponderancia en la transformación y en el desarrollo de cada ser humano. De ahí que la comunicación haya sido objeto de estudio durante tanto tiempo.
Mediante su estudio se ha de lograr comprender y explicar los procesos y elementos involucrados en la transmisión de información y significado entre individuos o grupos, pero también en las consecuencias de las transformaciones que constantemente ocurren en los significados y en las sociedades.
¿Qué es comunicación?
Si se busca auxilio en la RAE, en su Diccionario de la lengua española, actualizado al 2022, se encontrará acepciones que van desde “transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor” (Real Academia Española, 2022) hasta “unión que se establece entre ciertas cosas, tales como mares, pueblos, casas o habitaciones, mediante pasos, crujías, escaleras, vías, canales, cables y otros recursos”, incluyendo un lacónico “acción y efecto de comunicar o comunicarse” y hasta alusión a medios como “correos, telégrafos, teléfonos, etc.”, entre otras.
Mientras, autores como Manuel Martín Serrano y José Luis Piñuel Raigada consideran a la comunicación como “una clase de comportamiento que afecta al menos a dos seres vivos”. (Serrano, 1982, pág. 38)
De otro lado, Mario Alonzo Puig, citando a Alexis Carrel, (Puig, 2023) refiere que “las realidades que no se pueden pesar ni medir son más importantes que las que sí se pueden pesar o medir”, en alusión a la comunicación y la importancia que tiene para la humanidad.
En sentido general, la mayor parte de los estudiosos se remiten a la voz latina communicare, que significa intercambiar, compartir, poner en común, para acercarse a la esencia originaria del término comunicación.
De manera generalizada, comunicar se asume como la interacción (referida a intercambio de hechos, actividades y movimientos) entre seres humanos. Vale dejar constancia de que no toda interacción entre humanos da como resultado acciones de puesta en común o de entendimiento; ocurren interacciones que no son consideradas como real comunicación.
La comunicación destaca por su vinculación con los procesos relacionados con el conocimiento. Para algunos autores, ambos conceptos aparecen relacionados desde su origen. Pero además es llamativo que “la idea de comunicación no sólo afecta al objeto de conocimiento (los ámbitos donde se producen fenómenos comunicativos), sino que también afecta al método del conocimiento”. (Aguado T., 2004, pág. 19)
Incluso, buscando una especie de “línea del tiempo”, en la que aparece el conocimiento como representación, se hace alusión al mito de la caverna de Platón, al dualismo cartesiano, de Kant, y a la "teoría de la habitación oscura", de Locke.
Algo debe quedar claro: no todos necesitamos estudiar comunicación, pero en la misma medida en que sepamos lo que “tenemos entre manos” podremos usar con claros criterios y sobre todo para aportar a la sociedad, nuestra capacidad de comunicar.
De lo contrario, las neuronas espejo, ubicadas en la parte automática del cerebro, seguirán encargándose de que mucha gente se preste a todo tipo de tropelías, mientras dice comunicar.