Dostoievski formulaba la siguiente pregunta: “Es posible escapar del castigo si el mayor juez está en nuestra conciencia?”, con la que quiero empezar el resumen del libro Sin Conciencia de Robert Hare, año 1993.

Este libro analiza de manera profusa lo que es la psicopatía, incluyendo el desarrollo de los criterios que se utilizaban para medir la psicopatía.

Inicia planteando el problema de la psicopatía e indica que la proporción de personas con este diagnóstico es la misma que la de la esquizofrenia. De ser así, estaríamos hablando de un 1% de la población. Aunque algunos sostienen que es un 2%. En tal caso, menciona que el alcance del malestar que genera tanto a la familia como al paciente la esquizofrenia es mínimo comparado con la carnicería asociada a los psicópatas.

Muchos psicópatas se encuentran cumpliendo prisión, pero otros forman parte de la sociedad, utilizando su encanto y habilidades camaleónicas, como refiere el autor, para arruinar las vidas de otros. Aunque el autor no los denomina como tal en su obra, los expertos los denominan psicópatas integrados porque, a pesar de que se mueven entre lo legal y lo ilegal, aún no han sido detectados por el sistema penal.

Frente a crímenes brutales, las personas tienden a considerar que es obra de un psicópata, refiriéndose a este como un loco (como le dicen coloquialmente). Pero, aunque nos hace cuestionar el término de cordura cuando se conocen sus crímenes atroces, hace la aclaración de que los psicópatas no están locos, según los cánones legales y psiquiátricos. Cuando cometen un hecho, saben lo que hacen, a diferencia de los psicóticos que sufren una serie de alucinaciones y delirios, como voces que le incitan a cometer el hecho. En el caso del primero, si comete un hecho, va a prisión. En el segundo, se declara que no es responsable de sus actos por el trastorno mental. Es decir, se le considera inimputable, dictándosele, en muchos casos, una medida de seguridad.

Expresa que el propio significado de la palabra “enfermedad mental” (de psique, “mente”, y pathos, “enfermedad”), ha generado confusión.

En este sentido, resalta que “La mayoría de los investigadores y clínicos usan una acepción muy bien delimitada del término (…) saben que la psicopatía no debe entenderse como el resto de las enfermedades mentales. Los psicópatas no están desorientados ni viven en otro mundo. Tampoco experimentan alucinaciones o delirios o el intenso malestar que caracteriza a la mayoría de los trastornos mentales. A diferencia de los sujetos psicóticos, los psicópatas son racionales y se dan cuenta de lo que hacen y por qué. Su conducta es el resultado de una elección libremente ejercida”.

En otro orden, vemos cómo surge el Psychopathy Checklist (PCL) que es el instrumento utilizado para el diagnóstico de la psicopatía que es producto de una serie de entrevistas a criminales convictos, realizado por un equipo especializado en los trabajos de Cleckey, según criterios que apunta sobre el tema en su libro The Mask of Sanity; y que tomó un período de 10 años.

La necesidad de crear una herramienta de medición apto para este tipo de individuos se convirtió en un reto debido a que muchos psicópatas lograban superar con éxito las pruebas utilizadas por aquel entonces por los especialistas. Por la capacidad de engaño, la manipulación, la mentira y su encanto superficial; podían manipular las pruebas que se les aplicaban en el momento y al especialista, recuperando su libertad y terminaban reincidiendo.

Analizando su primera experiencia con un psicópata, añade que su capacidad para mentir y manipular era tal que podía llegar a engañar hasta al funcionario de prisiones más cínico y veterano.

Es importante recalcar que contamos con una versión revisada del PCL-R. Este consta de 22 ítems distribuidos en dos dimensiones, una corresponde a rasgos de la personalidad y otra al estilo de vida y la conducta, y dependiendo de la puntuación que obtenga, se diagnostica de psicópata al sujeto evaluado. En la obra comentada, el autor advierte que, a pesar de que podamos conocer a personas que cumplen con ciertos criterios no debemos asumir que esa persona es un psicópata, lo cual asegura que es una posibilidad a la que nos enfrentamos todos en algún momento de nuestras vidas; no obstante, el diagnóstico de la psicopatía debe realizarse por psicólogos o psiquiatras forense que sepan trabajar con el instrumento de medición.

En referencia al PCL, Hare (1993), recalca que “(…) nos permite identificar a los psicópatas con muy bajo riesgo de equivocarnos y distinguirlos de la delincuencia a secas o de meras desviaciones sociales”. Esta aclaración la hace puesto que se ha asociado el término de psicopatía con sociopatía (utilizada por algunos investigadores para enfocarse en el factor social o infancia problemática, aunque otros, incluyendo el autor, prefieren el término psicopatía, que incluye el factor biológico, genético y psicológico) y con el trastorno antisocial de la personalidad. Ciertamente, este último conlleva conductas antisociales y delictivas, pero no debe confundirse con la psicopatía que comprende tanto conductas antisociales, como rasgos de la personalidad. La mayoría de la población carcelaria es diagnosticada con el trastorno antisocial de la personalidad; en cambio, los psicópatas conforman un 20% de la población carcelaria.

Los criterios establecidos inicialmente en el PCL fueron divididos en dos categorías o dimensiones. Una para rasgos emocionales e interpersonales y otra para estilo de vida inestable y antisocial.

Los síntomas que tomaba de referencia para el diagnóstico de la psicopatía eran:

  • Emocionales/interpersonales
    • Mente simple y superficial
    • Personalidad egocéntrica y presuntuosa
    • Falta de remordimientos o culpa
    • Falta de empatía
    • Persona manipuladora y mentirosa
    • Portador de emociones superficiales, banales.
  • De desviación social
    • Impulsividad
    • Poco control de su conducta
    • Necesidad de excitación
    • Falta de responsabilidad
    • Problema de conducta en la infancia
    • Conducta antisocial de adulto

Estos criterios son ampliamente analizados en los capítulos 4 (rasgos emocionales) y 5 (de desviación social). Los cuales analizaré en un próximo artículo.