Estamos realizando importantes descubrimientos respecto a cómo funciona nuestra mente, lo que puede permitirnos mejorar nuestra calidad de vida y rendimiento a todos los niveles. Vamos a presentar un poderoso recurso mental de una forma tan sencilla que su enorme valor podría pasar desapercibido.
La simulación se ha utilizado ampliamente de forma virtual, por ejemplo, en los videojuegos. Se han empleado simuladores para entrenar pilotos, porque evidentemente se requiere práctica para pilotear correctamente, siendo una alternativa segura que puede evitar que se comience desde cero al tomar los controles del avión.
Se han utilizado simuladores también en el entrenamiento de cirujanos, porque es conveniente que los primeros pasos sean dados en un equipo de simulación y no con el paciente. Aunque tanto los cirujanos como los pilotos normalmente tienen a alguien de más experiencia a su lado supervisándolos en su entrenamiento, lo que reduce los riesgos.
Además de emplear simuladores artificiales, es posible trabajar la simulación en nuestra propia mente, porque gracias a la imaginación podemos vernos realizando cualquier actividad. Recordemos que nosotros reaccionamos con la realidad, pero también con la imagen mental que tengamos de la realidad. Eso explica cómo en un simple sueño presentamos el mismo tipo de reacciones que tendríamos si la experiencia fuese real.
Tenemos la facultad de, mediante nuestros pensamientos, generar a voluntad emociones, activar nuestra neurofisiología y provocar cambios en nosotros mismos. Para poder realizarlo es importante conocernos y entrenarnos.
Solo con imaginarte bailar, o mirando a otros bailar, se ha podido comprobar cómo activas las mismas zonas del cerebro que se activarían si bailaras, esto se produce por la actividad de nuestras neuronas espejo.
Cuando logramos enfocarnos y realizamos mentalmente una actividad que haremos más tarde, no solamente nuestra mente está repasando lo que haremos, sino también nuestro cuerpo, porque los procesos psicomotores que se involucrarán luego en el proceso se activan de forma similar a la ejecución en la vida real. Por ejemplo, un cirujano que repase un procedimiento quirúrgico completo (desde que abre la piel hasta que la cierra), estaría ejercitando tanto sus habilidades mentales como físicas para dicho procedimiento.
La simulación puede utilizarse con fines muy diversos. Un joven enamorado, puede visualizar mentalmente la manera en que abordará a su amada para conquistarla. Imaginarse que ella le corresponde, puede permitirle una mayor soltura a la hora de hablarle, de lo contrario, podría incluso nunca hacerlo; si lo hace, no es seguro que obtenga un sí, pero si no lo hace realmente por el miedo al rechazo estaría resignándose a un no.
Se dice que el magnate Aristóteles Onassis, la noche anterior a una reunión de negocios, repasaba todas las conversaciones que posiblemente tendría. Hacía propuestas y él mismo se las respondía de formas diferentes, imaginaba que recibía ofertas y hacía varios ensayos de negociaciones. Parecería bastante loco el escucharlo hablando solo, pero al día siguiente, cuando se sentaba en la mesa de las negociaciones, era insuperable, pese a que era capaz de presentarse solo, mientras sus clientes usualmente se presentaban en equipo.
En el proceso de resolución de problemas, la simulación puede ser útil de varias formas. Cuando tenemos un conflicto o necesidad, puede manifestarse en dos niveles. Podría ser a nivel consciente en que sabes lo que te hace falta, pero no sabes cómo lograrlo, o podría ser a nivel inconsciente, en el que sabes que algo te está afectando, pero no tienes idea de qué. A veces simplemente queremos que alguien nos resuelva nuestros problemas; la simulación mental resulta ser un importante recurso para que podamos resolverlos nosotros mismos.
Vemos en qué situaciones complejas que te afectan de forma consciente puede ser útil para detectar posibles salidas o estrategias. Permite analizar la situación de forma más completa y precisa, ya que activa facultades como percepción, concentración e intuición. Explicar a otros lo que nos pasa puede ser suficiente para identificar con claridad la solución, pero algo similar puede ocurrir al explicárnoslo a nosotros mismos. Definitivamente, sabemos mucho más de lo que creemos saber.
En el plano inconsciente, a menudo solamente sabes que te sientes mal, pero ignoras el por qué. Estas situaciones las puedes enfrentar de dos formas, permitiéndote profundizar en tu subconsciente y descubrir qué, cómo, cuándo y por qué algo te afecta, lo que podría ser suficiente para superarlo. O, en algunos casos, al visualizarte superándolo puedes lograr una imagen de control en la que obtienes la confianza de que puedes.
Aquello que logras visualizarte haciéndolo, cuando finalmente lo haces de forma real lo haces con mayor facilidad y te parece estar en un terreno familiar. Incluso tus movimientos son más diestros.
Hablar en público puede resultarte fácil si logras imaginarte haciéndolo de forma exitosa.
La persona tímida, insegura y con baja estima, mediante la simulación puede lograr la imagen mental de una personalidad segura y triunfante, lo que por sí solo podría cambiar radicalmente su vida.
Nunca olvides, que lo que eres, es el resultado de lo que piensas.