Hoy que celebramos 161 años de la restauración, gesta sinónimo de lucha quisqueyana, de resiliencia y valentía de un pueblo intrépido y fuerte, que ha sabido romper sus cadenas, y gritar  Libertad! Libertad! Libertad!. Porque como dice nuestro Himno de la Restauración, Capotillo también fue un grito sonoro que se debe elevar por doquier; que el salvar nuestro patrio decoro, protestemos, morir o vencer.  Esa lección de sacrificio y de amor a la patria, nos debe servir de ejemplo para comprometernos a restaurarla todos los días, defenderla aportando a la construcción de un mejor país.

Es por ello, que hoy en una fecha tan sentida por el pueblo dominicano, aprovecho la ocasión de escribir estas sencilla letras que acarician mi alma, para reconocer a quien, nacido un 16 de agosto 1951, en la hidalga ciudad de los Caballeros, corazón de valientes, casa de héroes restauradores, ha sabido con su ejemplo honrar la lucha restauradora.

De Pablo Julián Pérez Fernández (Papa Pablo), he reafirmado que todos tenemos una tarea en la vida, un camino que descubrir, una huella que plasmar y algo que aportar para dejar un mejor país, un mejor mundo. Papa Pablo, vive con un propósito, uno que lo hace un valioso ciudadano y una gran persona. Todo el que lo conoce, sabe de su amor profundo e infinito por la naturaleza, amor que delega en los suyos para que, al partir del espacio terrenal, perdure el compromiso frente a ella. Papá Pablo piensa y actúa en favor de las futuras generaciones, no busca reconocimiento alguno, su humildad impera; no conoce de individualismo, ni de mezquindad. Papá Pablo camina ligero de equipaje, pero con un corazón lleno de la gracia de Dios. Un hombre de fé, de servicio, de alta decencia, dignidad y decoro.

Pablo Julián Pérez Fernández, busca siempre la razón del equilibrio, exceptuando cuando se trata de la naturaleza, pues no hay equilibrio que justifique su depredación. Sufre profundamente su saqueo y el consumismo que se traduce en un vía crucis para el medio ambiente, le indigna la indiferencia de la clase política frente a los temas medioambientales. Pero no se queda en lamentos, acciona aportando mientras siembra y siembra en todos los confines de esta isla de ingratos andantes.

Ha sembrado más de 15 mil árboles, y en una vieja mascotica que desempolva los años de tantos aportes, lleva un listado de todo lo sembrado. Recuerdo ver una de las primeras fechas 1986, cuando nació su primera cosecha, su adorado hijo Daniel Pérez Modesto. Siembra en los momentos de alegrías, pero también en los de tristeza; siempre encuentra un motivo para sembrar. Papá Pablo también recicla, aunque no tenga la certeza a donde vaya a parar su esfuerzo.

Pablo Julián Pérez Fernández, siembra, siembra, siembra, sin esperar cosecha alguna. Siembra para que otros puedan disfrutar de una buena sombra frente a este sol tan intenso que acalora el alma, para que respiremos aire fresco, aunque lo sintamos denso; pero es tan grande su amor al prójimo, que siembra hasta para que otros, incluyendo los pajaritos, disfruten y coman de los frutos. Dona plantas, semillas, árboles para que otros también se responsabilicen, pero da seguimiento a lo sembrado y a lo donado.

Pero como siempre dice Papá Pablo: “Ustedes los humanos son complicados”. Esa es su acostumbrada reflexión, y le queda como anillo al dedo, porque vino a la vida a hacerlo todo sencillo y a vivir sencillo. Mis hijas son tan afortunadas de tener un abuelo tan maravilloso con él, alguien que con su amor a la naturaleza y al país, honra el legado de nuestros restauradores. Es nuestro deber seguir restaurando la patria todos los días.

Feliz Cumpleaños.