Santomé se llama la calle donde aprendí a caminar, realmente no recuerdo el año ya que estaba muy chiquito, también aprendí a hablar (era tartamudo)  y aprendí a decir: “me llamo Manuel Emilio González Tejera (siempre he dicho el apellido de mi madre) y vivo en la calle Santomé 3-A”… parece que me enseñaron esa frase por si me perdía, cosa que nunca sucedió (que recuerde yo), ya que siempre salía con mi hermano mayor, Carlos.

Era en un primer piso de un edificio que todavía está en el mismo lugar (no se le ha ocurrido a nadie derribarlo), estaba a la vera de la esquina pero no en la esquina de la calle JOSE GABRIEL GARCIA sinó pegadito. Al doblar de casa vivían los VALERA BENÍTEZ, que eran mis “primos”, hijos de tía Concha y tío Felito. En la SANTOMÉ me dieron una “pela” por ocurrírseme cruzar descalzo hacia el edificio MIRAMAR que estaba frente a casa (parece que estaba prohibido o cruzar la calle o andar descalzo. Esa parte no la tengo clara).

SANTOMÉ es una calle que siempre va de SUR a NORTE y a nadie se le ha ocurrido invertir su dirección (existe una foto de un tanque de guerra con la palabra ‘Pueblo” (30 de abril de 1965), y solo ese día cambió la dirección de la calle). Por la Santomé subíamos hacia el Conde, pasábamos (con papi) por donde “Cocuyo” y los hermanos Pichardo, evitamos caminar por la acera del “Padre Billini”(Hospital). Al llegar al “Conde” se te podía pegar una mordida de un “club sandwich” o comerte unas “papitas” que hacían los Chinos del ROXY.

La SANTOMÉ también tiene una cuesta que debes subir para llegar a la Avenida MELLA, donde estaba el Mercado Modelo y el colmado El Nacional. En esa cuesta después estuvo el Puesto de Mando del Comando de papi (Manolo Gonzalez Gonzalez) en la época de la Revolución, que era una especie de Convento, Iglesia o todo junto (había sido un hospital en la época de la Colonia). Se llamaba SAN LÁZARO, en el barrio del mismo nombre.

SANTOMÉ fue por cierto una de mis primeras palabras. Luego, al transcurrir el tiempo aprendí los nombres de calles como: 19 de Marzo, Sánchez, Arzobispos Portes, Noel y Meriño, El Conde, Espaillat, Hostos, José Reyes, La Católica (nunca dije Isabel) y Las Damas (esa la conocí como COLON); eso eran y son los nombres de “mi mundo” de la niñez. Las mismas estaban en lo que se llamaba “INTRAMUROS”. Al llegar a la Puerta de la MISERICORDIA en la Palo Hincado entras a otra ciudad que era “Ciudad Nueva” y después de la “Pina” seguían más batallas como: Estrelleta, Cambronal, Las Carreras, El Número, y Beler. Más lejos y camino a San Carlos estaba la 30 de Marzo.  SANTOMÉ no era un nombre cualquiera, era también el nombre de una batalla que se libró en nuestra GUERRA de INDEPENDENCIA.

Los dominicanos durante 12 años (1844 a 1856) libramos una guerra de liberación por nuestra cultura e identidad contra el yugo opresor de entonces, el invasor haitiano que trató de asimilarnos y es por eso que;
¡Salve el pueblo que intrépido y fuerte
a la guerra a morir se lanzó
cuando en bélico reto de muerte
sus cadenas de esclavo rompió!!!

Conocí la sabana de Santomé 110 años después de la batalla. Está al oeste de San Juan de la Maguana, me llevó mi tío Enrique de los Santos (el esposo de mi tía Loly, padre de Carlos Enrique, José Luis y Cristy, mis primos), un día que fué a cazar rolones. Me describió la batalla como si hubiese estado allí, él era de San Juan y SANTOMÉ es motivo de orgullo para los Sanjuaneros (recordemos la alusión que se hace en nuestro himno a los campos de San Juan:  “CAMPOS fueron, que cubiertos de gloria se ven!”). Ese orgullo es de TODOS los dominicanos!

Y decimos de todos los dominicanos porque el 22 de diciembre de 1855, durante la cuarta campaña por la defensa de nuestra soberanía, se libraron dos grandes batallas: SANTOME y CAMBRONAL. Batallas frente a un enemigo (por esa palabra me dirán racista/xenófobo/nacionalista y ultraderechista, cuando soy simplemente realista y respetuoso de nuestra historia), con un ejército cuatro veces mayor al nuestro. No pudieron derrotarnos los Duques, Barones ni Emperadores como FAUSTINO I, que antes fue presidente “vitalicio” de la hermana nación de Haití. Triunfó el orgullo patrio ante la soberbia desmedida!!!

Por Santomé pasó tiempo después un cura que sería arzobispo y luego presidente, Fernando Arturo de Meriño, quien escribió: “He ido a Las Matas y he pasado por los lugares que han sido teatros del infortunio de nuestros vecinos enemigos y de las glorias de nuestro ejército. He recorrido la Sabana de Santomé de un extremo a otro y he visto varias calaveras, esqueletos enteros, huesos esparcidos acá y allá por toda ella, chapas con el águila imperial, puños de bricheces, balas de cañon, tablas de millares de las cajas de municiones, pedazos de tamboras, zapatos, jarros y marmitas, tiras de calzones y camisas, etc.etc., y otros vestigios que advierten al pasajero se empeño allí una sangrienta lucha.”  Una mejor descripción de lo que ocurrió ese día 22 de diciembre de 1855 no se podría dar mejor que esa versión a “posteriori” de Meriño.