Un sistema de salud robusto es esencial para el desarrollo social y económico de cualquier país. Más allá de proteger la salud de sus ciudadanos, un sistema eficiente reduce la pobreza, aumenta la esperanza de vida y mejora la productividad de la fuerza laboral. Además, refuerza la capacidad para responder a crisis sanitarias, como pandemias, garantizando la estabilidad económica y fomentando la confianza en las instituciones gubernamentales. Los países con sistemas de salud equitativos y accesibles disfrutan de mayor cohesión social y menor desigualdad, factores clave para el progreso a largo plazo.
El sistema de salud de la República Dominicana ha logrado avances significativos, pero aún enfrenta desafíos estructurales que dificultan su eficiencia y equidad. Entre sus puntos fuertes se encuentra la expansión de la cobertura de salud universal a través del programa SENASA, lo que ha permitido que más personas accedan a servicios básicos. ARS SENASA es actualmente con mas que 7.3 millones de afiliados el seguro más grande del país. Además, se han realizado inversiones importantes en infraestructura hospitalaria, especialmente en áreas urbanas, y se han fortalecido los servicios de atención primaria, mejorando la prevención de enfermedades y la intervención temprana en ciertas regiones.
Sin embargo, persisten debilidades considerables. Existe una marcada inequidad en el acceso a los servicios de salud entre las áreas urbanas y rurales; las poblaciones rurales a menudo carecen de instalaciones adecuadas, especialistas y atención de emergencia. La calidad de la atención es inconsistente, debido a personal insuficientemente capacitado y equipos inadecuados en muchos centros. A pesar de los esfuerzos hacia la cobertura universal, los costos directos para los pacientes siguen siendo altos, especialmente para tratamientos especializados y medicamentos. Además, la brecha entre los servicios públicos y privados genera un sistema de dos niveles que favorece a quienes pueden pagar por atención privada. Finalmente, el financiamiento crónico insuficiente limita los recursos disponibles para personal, infraestructura y programas de salud pública. De este presupuesto, según el Servicio Nacional (SNS), también hay un monto significativo que esta consumido por mujeres haitianas que vienen a parir en la Republica Dominicana y que no han contribuido para servicios de salud: ya 35.1% de las mujeres que aceden a los hospitales para dar luz son haitianas.
El sistema de salud de los Países Bajos es reconocido internacionalmente por su eficiencia, equidad y calidad. Algunas prácticas exitosas de este modelo que podrían adaptarse al contexto dominicano incluyen la creación de redes integradas de atención médica, donde la atención primaria, secundaria y terciaria trabajan en conjunto para garantizar una transición fluida para los pacientes. Esto podría implementarse en el país mediante sistemas de derivación más eficaces y mejores redes de comunicación entre clínicas rurales y hospitales urbanos.
La colaboración público-privada es otro aspecto destacado del sistema neerlandés, donde los intereses del sector privado están alineados con los objetivos nacionales de salud. Regulaciones similares podrían ayudar a reducir las disparidades en la calidad del servicio en la República Dominicana. Además, el enfoque en la atención preventiva, una prioridad en los Países Bajos, podría ser adoptado a través de campañas educativas y programas comunitarios que enfrenten enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión.
El sistema de seguros de salud neerlandés, obligatorio y accesible universalmente, con subsidios para personas de bajos ingresos, es un modelo que podría inspirar reformas en el sistema dominicano, reduciendo los costos directos para los pacientes y promoviendo un acceso más equitativo. Finalmente, el uso de tecnología en salud (e-Health), como registros electrónicos, telemedicina y monitoreo de enfermedades crónicas, es una herramienta clave en los Países Bajos que podría mejorar significativamente la eficiencia y el acceso a los servicios de salud en áreas remotas del país.
En conclusión, la República Dominicana se encuentra en un momento crucial para la evolución de su sistema de salud. Aunque se han logrado avances importantes, los desafíos estructurales como la inequidad en el acceso, la calidad inconsistente de la atención y el financiamiento insuficiente dificultan su progreso. Adoptar prácticas exitosas de modelos internacionales, como el neerlandés, puede ser un camino para construir un sistema de salud más inclusivo y eficiente. Invertir en atención preventiva, integrar esfuerzos públicos y privados, y modernizar el sistema a través de la tecnología son estrategias clave para liberar el potencial del sistema de salud y garantizar mejores resultados para la población. Estos pasos son esenciales para mejorar la salud pública y fomentar un desarrollo sostenible y equitativo en la República Dominicana.