En la parábola de los jornaleros el grupo que empezó a trabajar a las siete de la mañana expresa su queja al patrón por recibir lo mismo que otros trabajaron menos.  Quien por doce horas en trabajo agrícola recibe cuarenta unidades monetarias es válido que le inquiete saber el porqué los que sudaron por diez, siete, cuatro y dos horas se fueron a sus casas con la misma cantidad de monedas.  En la negociación se les prometió y se les cumplió “a pie juntillas”, como le escuché al padre jesuita Ángel Arias, lo acordado en la plaza de los empleos. En todo caso entender la causa de que fuera indiferente la duración de la jornada para un trabajo similar es información valiosa para futuras negociaciones.

La única obligación del patrón es pagar lo acordado en una transacción que hay evidencias de una negociación de libre mercado, sin términos dictados por terceros sobre salario mínimo o jornal oficial del día.  No tiene que revelar las razones, pero es buena práctica hacerlo con honestidad porque tendrá que volver a la plaza a competir con otros patrones que buscan trabajadores. De manera que le conviene responder para evitar que los amargados prefieran irse a trabajar con otros o que los afortunados piensen que con él todos los días son de jornadas cortas y pago completo.  Empecemos con una posible explicación del patrón para satisfacción de los primeros con viñetas en hebreo:

“Amigos jornaleros que refunfuñan por lo pagado a otros, aquí les comento:

  • La contribución marginal de un trabajador a los beneficios, su productividad marginal, es el tope del salario o jornal que puedo pagar y es algo que tengo que hacer el ejercicio de estimar. Les debo pagar el jornal convenido sin estar seguro si la venta generará lo suficiente para que la operación sea rentable. Esa incertidumbre cae sobre mis hombros, mi bolsillo, no los de ustedes. Si calculo que un trabajador adicional genera cinco unidades monetarias más por hora de beneficio, lo máximo que puedo ofrecer es esa misma cantidad. Para doce horas de trabajo, jornada completa, el tope es 60 unidades monetarias, pero si eso pago no dejaría residual para el cubrir otros servicios y beneficios. Por eso lo que les ofrecí fue 40 unidades monetarias, quedando 20 de residual por cada trabajador contratado.
  • La productividad marginal, no es un secreto para ustedes que trabajan al tetero del sol, es decreciente. Consigo de ustedes más unidades para vender en las primeras horas que en las últimas. El total que estimé para las 12 horas es de 20 unidades que se consiguen en la forma explica en la tabla y la gráfica. Esos 20 productos ya los tenía pactados para vender a tres unidades monetarias. Entonces consigo 60 de ingresos de los cuales en jornal se van 40, que equivalen al 67% de las ventas y pago por hora de 3.33 unidades.

  • Ustedes vieron llegar al capataz a las nueve con trabajadores que se encargaron del área contigua a la suya para la recolección, selección y preparado de frutos, lo mismo en que estaban ustedes desde las siete. Después, los que llevaban trabajando cinco y tres horas, al llegar el mediodía, vieron llegar otro grupo que se incorpora a similar labor en otro lado de la finca. A las tres y cinco de la tarde, por igual. Cada visita a la plaza estaba relacionada con pactos seguros de venta de la producción a precios cada vez mayores (3.33, 4, 6 y 10) y, en vista de que estimo similar patrón de productividad marginal, hice mis cálculos para entregar a todos la misma participación en los ingresos por venta en cada jornada. Noten que en la fila % de las Ventas cada grupo está recibiendo el 67% de las ventas.
  • Les explico mejor: Noten que los 18 productos por trabajador del segundo grupo los comprometí en la entrega a 3.33 de unidad monetaria cada uno, recibí 60 y pagué 40. Luego pude conseguir un precio de 4 por unidad y estimaba que podía conseguir quince por cada trabajador, la misma proyección de ventas y salgo a buscar el tercer grupo. Noten que en todos los casos con 60 unidades monetarias aseguradas pagué la misma proporción de ventas que a los primeros. ¿Lo ven? Al mismo jornal por hora trabajada para todos, fijado en la primera tanda, iba a quedar como patrón justo ante ustedes, pero no ante Dios que nos manda a compartir las bendiciones de forma voluntaria.
  • Ahora bien, no siempre la colocación de nueva producción a mejores precios permite que en cada jornada se reciba la misma proporción de las ventas al pagar a todos lo mismo. En efecto, puede llegar a ser mayor para los que trabajan menos, pero esa es una liberalidad que manejo y se hasta dónde puedo llegar para tener un equilibrio entre pago de salarios, preservación de patrimonio y satisfacción de los compradores, en decisiones que se toman en un momento determinado con la información y condiciones que prevalecen en ese día.  En la tabla presento dos casos. El primero es uno en que el porcentaje de las ventas en cada grupo dedicado a pago de jornales supera en todos los casos la proporción que recibe el primer grupo y, de hecho, en el último es superior al total de las ventas. En ese momento también hubo la misma queja que también expliqué y que, en definitiva, debe chocar con lo que va a recoger las Escrituras: ““Si yo quiero pagar a este que llegó a última hora lo mismo que a ti, ¿no puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar tu envidia?”  En el segundo caso, está uno en que no fue posible conseguir para cada jornada precios superiores a la primera, que también pasa con frecuencia y no deja de otra que pagar en proporción a duración de la jornada.

Amigos jornaleros, finalmente, en la plaza me conocen y por eso nunca me faltan trabajadores. Vengan por el “Precio Justo” y confían que llegaran a sus casas con algo más que el jornal por hora en vigor, los hago partícipes de los buenos precios por una concesión unilateral y libre; cuando les cotizo por servicios laborales el mismo precio por hora, entienden que los nuevos productos se están cotizando a la baja.  Espero me hayan entendido, no es algo difícil de comprender, dediquen tiempo a eso porque Satanás no descansa diciendo que a ustedes los explotan como a los animales, que la riqueza solo sale del sudor de sus frentes, que se deben unir por todas las latitudes para quitar a los patrones del medio y ser dueños de sus destinos en las fincas del paraíso de los jornaleros.

Les prometerán que en estas el trabajo será placentero y en colaboración con el administrador, que será un representante de ustedes, que estará garantizado el sustento, ocio y libertad de ser lo que cada uno quiera en cualquier momento del día (jornalero en las mañanas y las tardes para ser arquitecto, doctor o pintor). Así que buenas noches y, a lo mejor, nos vemos mañana o hasta el día que me expropien. ¿Los encontraré en medio de la turba que acompañará algún día a un comandante?