El orden mundial surgido al final de la Segunda Guerra Mundial acusa un franco deterioro, razón de que los conflictos entre países no se resuelven, sino que empeoran.

 

Las Naciones Unidas se creó como un foro del multilateralismo para proteger ese orden mundial. Lamentablemente, los principios sobre los que se asentó ese esfuerzo trascendental son violados por la mayoría de los países. Peor aún, entre los violadores figuran los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (CS) a quienes corresponde la gran responsabilidad moral de proteger dichos principios.

 

Como representante permanente de mi país ante el Consejo de Seguridad de la ONU, fui testigo de excepción con la ligereza con que se abordan allí algunos temas. Los intereses geopolíticos tienen más peso que la búsqueda efectiva de soluciones. No es una situación nueva, me comentaban mis colegas, pero se ha agravado hasta alcanzar niveles insospechados.

 

El Consejo de Seguridad es el único organismo mundial con derecho internacional para sancionar países; sin embargo observamos como países miembros permanentes ponen sanciones unilaterales y peor aun algunas sanciones impuestas por el CS son violadas sistemáticamente, ejemplo el caso de Corea del Norte y su preocupante carrera armamentista.

 

En el panorama mundial, el choque de trenes que se verifica en Ucrania y la amenaza que implica para la paz es un tema de primer orden y cuya solución debería buscarse en las Naciones Unidas y el CS. Se trata de un tema complejo, con múltiples variantes y cuyo análisis requeriría de un espacio y tiempo del que no disponemos.

 

Rusia, con quien la República Dominicana mantiene buenas relaciones diplomáticas, se siente amenazada por la posible expansión del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el Este. Quiere garantías de que esa expansión cesará y que Ucrania, con quien comparte una extensa frontera, no será miembro de esa alianza de países occidentales. Esa pretensión choca con la carta fundacional de la OTAN y cambiarla requeriría del consenso de los países miembros. Escapa a mi propósito determinar dónde está la razón, salvo que la posición dominicana siempre ha estado a favor de la paz y del diálogo para la resolución de los conflictos. Me pregunto si todo se reduce a un problema de semántica y la posibilidad de acomodar los fundamentos de la OTAN a la posición rusa es una cuestión simple, de forma tal que con alteraciones lingüísticas se satisfaga a Rusia y esta retire el poderoso contingente militar y despliegue de armas modernas que ha arrimado a la frontera con Ucrania. Comparto plenamente la preocupación de quienes ven en ese conflicto aparentemente lejano una amenaza real a la paz mundial. La chispa busca la pólvora y el estallido se sentirá por todos lados.

 

Los rusos son muy hábiles presentando sus puntos de vista, como se evidenció en la comparecencia de su brillante embajador en la ONU, Vassily Nebenzya, en la reunión del SC el pasado 31 de enero. Sus argumentos fueron apoyados por China, lo que deja claro de qué lado está el gigante asiático. La pregunta que el resto del mundo debe hacerse es si estas preocupaciones rusas justificarán una eventual invasión en Ucrania y si el apoyo chino se mantendría más allá de tal acto de violencia.

 

Los europeos piensan que Rusia no invadirá Ucrania, que solo presionan para que la OTAN no se le ocurra afiliar ninguno de sus vecinos a un costo que parecería económicamente enorme para cualquier observador; sin embargo, desde que empezó el conflicto el gas ha subido un 400% y el petróleo un 32%lo lo cual le representa un enorme beneficio económico a Rusia.

Si ocurriese dicha invasión con el apoyo de China, se operaría un cambio radical nunca visto en todo el contexto del orden mundial. Sin embargo, vale recordar que Pekín nunca ha reconocido la anexión de Crimea. Me inclino hacia la corriente que sitúa a China como la clave para la solución de esta gravísima amenaza a la paz.

Por ultimo, las Olimpiadas que se desarrollan en China abren un espacio para que se pongan de acuerdo. No veo a Rusia entrando en un conflicto que distraiga la atención del mundo durante estas competiciones de invierno que se celebran en China, el gran aliado de Rusia.