Durante décadas fue costumbre local llevar a cabo inversiones mediante el uso de compañías off shore. Los beneficios que en su momento pudieron brindar estas estructuras ya no son tan representativos frente a los costos de las mismas. Esto ha conllevado a muchos a iniciar procesos de reorganización patrimonial. Este artículo analiza brevemente estos procesos y cómo los nuevos tiempos ameritan que la finalidad de los mismos sea también la generación de valor.
El uso de compañías off shore brindaba para el inversionista dominicano ciertas ventajas como lo era la confidencialidad y la disminución de costos fiscales. Lo anterior en algunos casos fue sobrevalorado o implementado en cierta medida de forma incorrecta llevándose en algunos casos a abusar del uso de dichas compañías y a llegar a estructuras innecesariamente atomizadas.
El control sobre estas sociedades era en algunas ocasiones perdido en el tiempo, al ser en muchos casos sociedades exclusivamente tenedoras de activos como inmuebles. Sino se mantenía una correcta y centralizada organización el cumplimiento de ciertas obligaciones quedaba en el olvido. El pago de anualidades requerido, por ejemplo, no era realizado quedando estas sociedades en el estado de inactivas o suspendidas.
Los requerimientos internacionales y locales para prevención de lavados de activos han conllevado a un proceso de transparencia necesaria. En efecto, hoy en día el cambio de muchas regulaciones en las jurisdicciones donde se acostumbraban a constituir este tipo de sociedades han conllevado a que muchos inversionistas dominicanos mantengan sus inversiones en sociedades totalmente inactivas o suspendidas. Situación esta última que ha provocado cuantiosos gastos en busca de su reactivación. En algunas de estas jurisdicciones y dependiendo del estado en que se encuentre la compañía el proceso no se limita a un simple pago para su reactivación. Por ejemplo, en las Islas Vírgenes Británicas, una reactivación conlleva todo un proceso judicial engorroso donde es mandatorio el aporte de pruebas que en muchos casos no son mantenidas por el inversionista.
El concepto de beneficiario final y su obligatoria identificación también conllevó a que el mantenimiento de estas estructuras, que en muchos casos tenían diversos niveles de titularidad de acciones, no fuera razonable. Es por esto que un proceso de reorganización patrimonial se hace necesario.
En muchas ocasiones este proceso de reorganización patrimonial está enfocado exclusivamente en una organización más eficiente de los activos, con eliminación de niveles y sociedades offshore innecesarias. Esto último a los fines de disminuir los costos de mantenimiento de las mismas. Igualmente, se sigue buscando mayor reducción en el gasto fiscal. En otras ocasiones se busca que las nuevas estructuras sean realizadas en base a fines puntuales: ya sea para dividir activos afectados a fines específicos dentro de una empresa, finalidades específicas de una empresa (i.e. empresas operativas vs las importadoras del grupo) o dependiendo del uso que dan los miembros a los activos en caso de patrimonios familiares.
En algunos casos las estructuras existentes no pueden ser reducidas en la medida necesaria debido a que las sociedades creadas se encuentran afectadas por algún impedimento legal o funcional. Por ejemplo, sociedades beneficiadas de exenciones fiscales. No obstante esto lo cierto es que la era de la atomización ha finalizado y el uso de mayor eficiencia en el proceso de su diseño ha llegado.
En este proceso el fin no debe ser exclusivamente el de disminuir las estructuras ya creadas sino en analizar cómo pueden ser utilizados los activos muchas veces dormidos para generar valor. El proceso de diseño debe tomar en cuenta también la finalidad a largo plazo que busca alcanzar el inversionista sobre estos activos. Por ejemplo, identificación de aquellos activos que pueden ser generadores de renta y que en muchos casos están subutilizados. El proceso requiere la asistencia de expertos en diferentes áreas tanto legal, fiscal como financiero. Al final la búsqueda de un manejo eficiente de la inversión debe ser el fin. La era de crear compañías por crear ha terminado.