En la diversidad de las creencias religiosas de diferentes sociedades no existe unanimidad de criterios entre las mismas en cuanto a la existencia o no de lo sobrenatural, de otra vida después de la muerte, de sus deidades y de la creación del mundo. La conceptualización de lo sagrado y de lo profano, adquiere individualidad. Estas creencias definen las concepciones sobre los seres humanos, el mundo, la cultura y la sociedad. Todo depende de sus creencias religiosas y filosóficas y culturales.
Los habitantes originales de la isla de Santo Domingo tenían sus creencias religiosas y sus dioses particulares que no tenían nada que ver con el cristianismo. Este fue traído por los españoles en el proceso del “descubrimientos y la colonización” a partir de 1492.
La empresa política-comercial de España estaba fundamentada en la visión de expansión y enriquecimiento de la monarquía y de la ambición de comerciantes con matrimonio, protección y bendición de la iglesia católica.
Sociológicamente el catolicismo era parte integrante del poder. Tomando como pretexto de que los indígenas eran salvajes, que no tenían almas, definieron que sus creencias religiosas eran paganas, falsas, razón para convertirlos al catolicismo, “único camino de salvación”. ¡Pero la conversión en el fondo era política, porque aceptar el catolicismo era aceptar su sistema social!
Como los cristianos españoles eliminaron a los indígenas en los primeros años de la colonización desapareció también su religión. Se impuso definitivamente la católica como la verdadera. Dios era el sumo creador del cielo, de la tierra y de toda la existencia. El surgimiento de los seres humanos se explicaba en esencia de la manera siguiente: La creación era perfecta. Adán y Eva eran las simbolizaciones de seres humanos que tenían cuerpos, alma y sexos diferentes, los cuales vivían felices y estaban localizados “en el paraíso terrenal”.
No se sabe realmente cómo fue, pero un desacatado de los seres divinos en forma de ángel creado por Dios llamado Lucifer, por sus acciones, fue echado del cielo y se fue a merodear por la tierra. Al encontrarse con Adán y conocer a Eva, comenzó hacerle insinuaciones a Adán, para que no siguiera perdiendo el tiempo y se “comiera la manzana de Eva” para que supiera lo que era bueno. Adán sabía que esto le estaba prohibido. Pero como la carne era débil” Adán se comió la cacareada manzana. Dice la narración bíblica que eso era pecado y desde ese momento “los dos se avergonzaron de ellos mismo y decidieron cubrirse el sexo”. ¡La vestimenta era la garantía para que Adán no le diera deseos de comerse la manzana cada vez que quisiera!
Se institucionalizó el catolicismo y surgieron normas para las relaciones y las convivencias entre los seres humanos: se podía tener relaciones sexuales con una sola persona de sexos diferentes sin que fuera pecado siempre y cuando hubiese contraído matrimonio por la iglesia católica.
A pesar del poder divino, el diablo resultó demasiado astuto con el cuento de la manzana. Multitud de seres humanos cayeron en la trampa y cuando se excedieron, llegando incluso a tener relaciones íntimas personas de un mismo sexo, provocaron la ira de Dios. La destrucción de Sodoma y Gomorra fue la respuesta divina como ejemplo de lo que le pasaría a las sociedades que violaran los mandamientos de Dios.
Entonces surgieron medidas radicales de interpretaciones bíblicas sobre la conducta y el comportamiento humano. Se definió quienes no entrarían al reino de los cielos: “No erréis, que ni los fornicarios, ni los adúlteros, NI LOS AFEMINADOS, NI LOS QUE SE ECHAN CON VARONES, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los robadores, heredarán el reino de los cielos”.
Desde entonces los homosexuales fueron discriminados, proscritos, vergüenza humana, condenados en vida por el cristianismo, obligándolos a la clandestinidad, a vivir dobles vidas, a fingir, a sufrir desprecios y convivir con la soledad, el dolor, la desgracia, las frustraciones y las maldiciones, sin ningún tipo de respecto, consideración ni comprensión.
El libre albedrío, los derechos humanos, la libertad individual, fueron base para la lucha de la comunidad LGTB cuando se organizó para buscar justicia y equidad. Pero las iglesias cristianas no cedían y ciertos sectores sociales prejuiciados, hasta que hace unos días el Papa Francisco, aunque no explicitó la permisión del matrimonio entre parejas del mismo sexo, aprobó las ceremonias de bendición de estas por parte de la iglesia Católica. ¡Cuentan que hasta el cielo se estremeció, ganándose el Papa por los más fanatizados el estigma de Anticristo!
El tema sigue profundizándose, hace semanas que se produjo un matrimonio de una pareja gay en una iglesia luterana de Alemania y en Dominicana se estremeció el firmamento cuando el candidato presidencial Franc Rosario del Partido Alianza País y del Frente Progresista declaró su apoyo al matrimonio homosexual, entrando el tema al debate político.
Esta discriminación nunca ha existido en la religiosidad popular dominicana. Una Servidora o un Servidor de Misterios pueden ser homosexuales, gay o lesbiana, y cuando entran en trance se transforman dependiendo del luá o la metresa que montan, nadie los discrimina por sus preferencias sexuales. Incluso para la consulta, como él o ella lo hacen en trance, nadie siente animadversión porque están “montados” en deidades superiores : Anaisa, Cándelo, etc.
El documento del papa enuncia la gravedad de una crisis en el catolicismo. Víctor Masalles, obispo emérito en Dominicana, ha expresado que el documento del papa “es engañoso” y llama a la rebelión para “que las congregaciones se opongan a ese documento”, hay que esperar otras reacciones en la iglesia católica, así como el desarrollo de una lucha política-legislativa para la definición de los acontecimientos de profundas incidencias humanas y del destino de cientos de hombres y mujeres creyentes que han elegidos sus preferencias sexuales.
En este debate debe prevalecer la objetividad, sin prejuicios, sin hipocresías, porque la religión es una verdad y la homosexualidad es una realidad. La discusión es compleja, de múltiples facetas, pero el debate hay que hacerlo. Es uno de los desafíos de la época.