Repensar la Educación (RED) es “un espacio plural que busca examinar la realidad educativa dominicana mediante un enfoque profundo y multidisciplinario”.
El pasado 3 de julio, RED presentó un documento para repensar la educación en el Centro de La Salle, Hno. Alfredo Morales en Santo Domingo.
El documento, ojalá lo lea y reflexione, invita, empodera, motiva, orienta y abre caminos para la profundización, el consenso y la acción. Destaco tres afirmaciones y comento una de ellas.
Primera: “Para alcanzar la educación de calidad que aspiramos/queremos… es necesario que de forma definitiva detengamos los enfrentamientos, las rivalidades y los intereses partidistas y económicos particulares pues todos llevan al retroceso …”
Segunda: “Es posible construir una mejor educación para todos. Para ello, todos los actores deben participar, incluyendo las asociaciones gremiales que deben incluir entre sus prioridades esa construcción colectiva de mejores escuelas.”
Tercera: “Dada la estrecha relación de la escuela y la comunidad, las políticas educativas que emanan del sector educativo requieren una estrecha vinculación con las demás políticas sociales del Estado dominicano. Es importante la coordinación intersectorial desde un enfoque multidisciplinario que aborde la equidad e inclusión social, sostenibilidad y el medio ambiente, la integración de servicios básicos de calidad, fomento del empleo para contribuir de manera integral al desarrollo comunitario de cada localidad del cual se beneficien las familias como apoyo de la escuela”.
La educación jamás ocurre en el vacío. La mayoría de la niñez dominicana vive en zonas rurales y urbanas pobres.
La mitad de los niños que viven en pobreza están siendo educados en hogares con graves carencias emocionales y sociales. Cito a nuestros obispos: “19. La frágil estructura familiar es una causa fundamental de la creciente delincuencia e inseguridad ciudadana. Un alto porcentaje de los hogares dominicanos están liderados por mujeres jóvenes, solas y pobres, enfrentando desafíos críticos como alimentación, vivienda, seguridad y salud. La pobreza, la falta de capacitación laboral y la delincuencia a menudo tienen su origen en familias disfuncionales, donde madres solteras y abandonadas luchan heroicamente por sus hijos” (Mensaje de los Obispos RD, 27 de febrero, 2024). Vamos aprendiendo a cuidar los árboles en las cuencas de los ríos. Nos falta valorar los matrimonios pobres, especies amenazadas y en extinción, en las márgenes de nuestras ciudades.
El recordado Jorge Cela, S.J., nos aleccionaba cómo la pobreza engendra pobreza. ¿Dónde romper el círculo infernal y sus tentáculos? Como lo plantea RED, hay actuar en varios frentes, dos de ellos son la familia y sus condiciones de vida y por supuesto, la escuela.
Muchas mujeres solas y matrimonios pobres realizan serios esfuerzos para que sus hijos e hijas vayan a la escuela. Todavía con poca luz, andan de manos con el futuro nacional para llevarlo a la escuela y allá lo van a buscar, muchas veces, hasta que pueda regresar en alegres bandadas cruzando cañadas peligrosas o avenidas asesinas. Las reuniones de las escuelas se llaman de “padres”, pero 9 a 1 se trata de madres responsables.
En el rancho, la única mesa donde se preparan los alimentos tiene un espacio reservado para los esfuerzos de la escribiente en su mascota. Pero esos esfuerzos están minados por la fragilidad familiar, muchas veces conflictiva. La camisa, lavada mil veces, secada en un zinc del techo y planchada como si fuera para alguna primera dama presumida, esconde un cuerpo que no se alimenta bien, destino final de un agua, muchas veces contaminada. En su rancho reinan el calor agobiante, las goteras, el hacinamiento y la inseguridad. Si la alumna pasea, lo hace cruzando la ciudad como integrante de un cuarteto de valientes acróbatas motociclísticos para ir a ver a la abuela en Los Alcarrizos.
La escuela no es una pecera. La misma agua en que nadan los peces estudiantes, nadan las comunidades. Pero las escuelas empoderadas e interactuando con sus comunidades pueden, por unas horas, ser estanques donde, con el agua más clara de los docentes capacitados, los aprendizajes autónomos, el pensamiento crítico, y valores constructivos, los peces se robustezcan.
Sin duda se pueden mejorar una a una las vidas de los peces, ¿para luego lanzarlos a la misma agua? A la corta, hay que mejorar los estanques e ir cambiando el agua en la que nadan.