Hablábamos de los vínculos parentales, ahora hablaremos de que esos vínculos, en caso de haber sido deficientes, no tienen por qué limitarnos para siempre. Es decir que, deficiencias que arrastremos desde niños, pueden ser corregidas en la vida adulta, lo primero que se necesita es saber que pueden superarse.
Cuando éramos niños asimilamos una cantidad importante de información que nos permitió los marcos conceptuales en los que se desarrollarían nuestras vidas. Si ese argumento o guion en que se escribió nuestro plan de vida tenía deficiencias, rara vez nos tomamos algún tiempo para revisarlo, por considerarlo cosas de niños, aunque son conceptos fundamentales para la vida humana. La adaptabilidad es lo que hace fuerte a una especie y en nuestro caso, nuestro mejor recurso para lograrla es nuestra inteligencia.
Cada vez parece más evidente que desde la vida intrauterina registramos informaciones, ya que teníamos una relación muy cercana con nuestras madres, llegando a acostumbrarnos a escuchar los latidos de su corazón y se ha comprobado que cuando la madre recuesta a su bebé sobre su pecho, hay una tendencia a que se tranquilice; esto se atribuye al recuerdo de los latidos durante la vida intrauterina, aunque también se piensa en el olor de la madre, el sonido de su voz y la capacidad del niño para percibir sus emociones. El momento del parto es una experiencia bastante traumática, de repente se presentan fuertes estímulos, como el frío, muchos sonidos, ver la luz por primera vez, la separación de la madre, entre otras cosas, por lo que empezamos la vida en una forma aterradora.
Algunas personas piensan que al nacer no fueron queridos, sin embargo, la cría humana tiene que recibir atenciones y cuidados para poder vivir, si la madre no estuvo disponible, alguien tuvo que desempañar su rol, ya que de lo contrario no habría podido sobrevivir. Si tu madre te abandonó, pese a llevarte en su vientre por nueve meses, alguna “madre” apareció que te dio todo lo que necesitaste.
Aunque los hijos escriben en algunos días especiales, algo como: “al padre perfecto” o “a la mejor madre del mundo”, realmente no existen los padres perfectos, pero resulta muy importante tener una visión positiva de ellos; si mantienes resentimientos hacia los tuyos afectaría severamente tu vida. Debes comprender que tus padres te dieron lo que tenían o podían, un padre muy pobre no podía darte los mismos regalos que recibían tus amiguitos y una madre muy maltratada por la vida, posiblemente no sabía darte amor. Pero si no logras perdonarlos, tienes mucha probabilidad de no estar disfrutando tu vida a plenitud.
Lo que te enseñaron podría ser incorrecto, pero es lo que sabían, ahora es cuando tienes la capacidad de poder analizarlo. Cuando la relación de pareja de tus padres ha sido muy traumática, si no logras manejar adecuadamente esa influencia, tus propias relaciones podrían ser experiencias lamentables, lo primero es reconocer tus deficiencias y compensarlas.
Posiblemente critiques a tus padres, porque tienes el raciocinio de adulto, pero para saber si tienes la adecuada madurez emocional, examina hasta qué punto repites los mismos patrones conductuales que les criticabas a ellos. Tal vez no le veías sentido a cosas que ellos valoraban, pero si no has madurado emocionalmente, muy probablemente valores lo mismo. Es importante que puedas vivir realmente tu propia vida, ser libre es mucho más que no tener una cadena o poder abrir una puerta.
Mediante recogimiento, introspección, relajación y concentración, puedes enfocarte en tus padres, ya sea en un momento específico de sus vidas o en alguna situación determinada y modificar tus recuerdos. Posiblemente la narración que aceptaste sobre un hecho específico de tu vida no era cierta ni conveniente. Cuando yo tenía 9 años al entrar a un patio a buscar una pelota, un vecino furioso se quejó con mi padre, el regaño que recibí me pareció desproporcionado, siendo adulto, recordé que el vecino que se quejó estaba recién casado, lo que me permitió comprender por qué mi presencia en su patio era tan molesta. En ocasiones, la idea de falta de amor o maltrato en un momento dado, podemos comprenderla y explicarla mejor, cuando la analizamos desde nuestra mente de adulto, pudiendo contribuir a sanar la vieja herida que nos afecta.
Ciertamente conviene viajar en el tiempo, para “visitarnos” a nosotros mismos siendo niños o adolescentes, darnos apoyo, reconocimiento, cariño o luz, en momentos que podrían haber sido particularmente difíciles. Es algo que debemos, podemos y nos conviene.
Es de vital importancia tener algunas conversaciones con los padres, diciendo lo que quieres y necesitas decir, hay que hacerlo, recordando que ellos también tienen sentimientos. No importa qué otras cosas les digas, siempre debes decirles que los amas, nunca suponer que ellos deben saberlo. Si no aprendiste a abrazarlos, ahora es el momento de hacerlo.
Si ya no están contigo, imagina una reunión con ellos y exprésales lo que tal vez nunca te decidiste a decirles. Siempre hay oportunidades, simplemente cambian las formas.