“Los haitianos defienden con orgullo sus espacios aun sean estos de pobreza”. A partir de esta frase, de una profundidad desgarradora, debería analizarse las posibles soluciones a la crisis de  un país soberano como Haití.

Pensar que los problemas de Haití serán resueltos por la comunidad internacional es simplemente olvidar las experiencias pasadas.

No hay dudas que la realidad que vive Haití no tiene comparación alguna en su historia reciente: sin instituciones que funcionen y un gobierno totalmente carente de apoyo popular.

Una simple intervención militar para controlar las bandas y la violencia inmediata sería insostenible en el tiempo.  Tan pronto  estas fuerzas reduzcan su personal, se repetirá la misma historia, solo que que con mayor gravedad.

Cualquier ayuda a Haití debe ser bajo la bandera de la ayuda humanitaria.  A esta cooperación hay que sumar un contingente militar que garantice que verdaderamente llegue   a los más necesitados. De paso, este contingente daría soporte a la Policía Nacional Haitiana, la que tendrá que dar el frente a las bandas para de una vez y por todas controlarlas.

La pacificación de Haití es esencial como primer paso, pero no será posible sin saciar el hambre del  pueblo haitiano. Una vez la alimentación esté garantizada y enfrentada la violencia, ese mismo pueblo apoyará a la Policía en la dura tarea de sacar a las bandas  de los barrios.

El error de la comunidad internacional ha sido solo hablar de Haití en relación al problema de las bandas,  y ahí yace la suspicacia de los haitianos. Soy de opinión de que hay que cambiar el discurso y presentarlo bajo una nueva bandera:  ayuda humanitaria acompañada de soporte militar a la Policía de ese país.

La ONU es una institución con muchas precariedades económicas y es esa otra cara del problema de algunos países del Consejo de Seguridad. ¿De dónde saldrán los fondos para una misión humanitaria flanqueada por un contingente militar cuando la ONU afronta déficits cada ano?

La diplomacia dominicana ha brillado en mantener el drama haitiano en  los organismos internacionales. Haití hoy es un tema en todos los foros de nuestra región y cae bajo la prioridad del secretario general de la ONU gracias a las gestiones de nuestra diplomacia, algo que muchos haitianos pensantes reconocen.

El recién aprobado Comité de Sanciones en Haití por parte del Consejo de Seguridad es  un paso de suma importancia  una vez se forme un plan de acción con el apoyo de ese país. Me explico; las sanciones no solo sirven para sancionar a los jefes de bandas, sino también a los políticos y empresarios que las financian. Las sanciones se convertirán en una de las herramientas más potentes para que el Consejo de Seguridad actúe en apoyo al gobierno haitiano. Los sancionados no podrán viajar al exterior o tener cuentas bancarias,  como dice la resolución. Esta medida disuadirá a algunos políticos y empresarios de utilizar sus recursos en el financiamiento de la violencia.

La resolución presentada por USA y México en el CS incluía la  ayuda militar, pero fue rechazada por algunos países por la falta de fondos de la ONU.

Haití no representa para la comunidad internacional  interés geopolítico. No tiene riqueza alguna que deslumbre a las grandes naciones.

Eventualmente, la ayuda a Haití vendrá cuando miles de haitianos mueran a causa del hambre, enfermedades o las bandas. Obvio que la comunidad internacional entiende que Haití no ha tocado suficiente fondo para que las emociones muevan a la acción.

En cuanto a nuestro país, debe insistir en el tema con la misma intensidad en todos los foros internacionales.

Debemos enfocarnos en la parte migratoria y dejar que el Ministerio de Relaciones Exteriores continúe su excelente trabajo. Urge implementar el levantamiento biométrico de todos los extranjeros. Una vez sepamos quiénes son y dónde están, entonces adoptar controles firmes. Y uno de ellos es asegurarnos de que la migración guarde sintonía con los requerimientos de la economía en áreas específicas. Nunca en todos lados, como ha sido hasta ahora.