El escenario actual pinta un cuadro donde los mismos grupos políticos que se han alternado el gobierno se enfrentan de nuevo. Lo que cambia es quien está sentado en la silla de alfileres. Ante instituciones estatales muy débiles, todos se ríen con las muelas atrás, ya que conocen muy bien los intríngulis de utilizar en campaña electoral los recursos públicos.
Conociendo el cuadro descrito anteriormente, la izquierda todavía no ha sido capaz de agrupar sus “fuerzas” para aprovechar el proceso electoral de 2024 y presentar al país una alternativa electoral, democrática y progresista. A pesar de lo tarde del asunto, una inesperada salida, con mucha pena y dolor, puede salvar la honra. Lo que parecía un clima claro, un nublado fuerte ha oscurecido el ambiente; pero, como toda perturbación atmosférica, eso pasa, se mueve, a otras latitudes.
Aunque hay señales dispersas que giran en la participación en las próximas elecciones, todos sabemos que ir cada cual por su lado, corren el riesgo de perder la personalidad jurídica. La izquierda puede tener una participación excelente, levantando, caminando unida, un Proyecto de Nación y objetivos electorales, bien definidos y alcanzables, en esta vuelta.
Existen todas las posibilidades viables para caminar juntos en las elecciones municipales, congresuales y hasta en las presidenciales. Solo se requiere voluntad política, complementariedad y confianza a la hora de llegar a acuerdos y compromisos políticos. Sin pretender mucho, según las posibilidades, se puede avanzar en un proyecto programático y electoral a corto, mediano y largo plazo.
Es preciso reiterar, de nuevo, que los tránsitos históricos del capitalismo nunca se han detenido. En esta etapa democrática, los únicos que se han mantenido, sin posibilidades, dentro de la tómbola electoral, son los grupos de la izquierda. El país no ha dejado de crecer en lo económico, político y social, porque este recorrido puede ser conducido por la derecha, políticos corruptos, la izquierda, etcétera.
Lo relevante en esta vuelta: los camaradas del patio no han comprendido la importancia de enfocarse en tener vocación de poder y ponerse las pilas, en función de ir en búsqueda del gobierno. Esto implica, óiganlo bien, trabajar con paciencia y firmeza, de lo pequeño a lo grande, en alcanzar cuotas de poder, como resultados del esfuerzo independiente, aplicado con inteligencia, creatividad y destreza.
Esta incoherencia de ir detrás de conservadores serviles, a una oligarquía insaciable y al poder extranjero, y políticos corruptos, es un error grave. América Latina y el Caribe ha demostrado que la izquierda puede gobernar en esta etapa democrática. Pero no crea, va a ser fácil, hay que guayar la yuca, 24/7. Habrá que resistir todas las tentaciones del mundo y estar dispuestos a no doblarse en el camino.
La verdad, la que se dice de frente, es que se ha perdido tiempo en pendejadas. La unidad sigue siendo la clave del momento, no es tan difícil comprenderlo. La izquierda no tiene otra escapatoria que no es marchar juntos con progresistas y democráticos, de cara a las elecciones del 2024. De lo contrario, irán en esta vuelta empujando la carreta a una carita de pendejo, que de pendejo no tiene nada, de un político corrupto, o, haciendo, el papelazo de siempre.
Los golpes recibidos por la izquierda han sido demoledores en lo ideológico, político, militar y en lo social, pero no han podido borrarla de la faz de la tierra. La han colocado en situaciones tan difíciles que no ha logrado superar, divididos y mal contados, el 2% de los votos emitidos en las pasadas elecciones. Con todo y eso, sigue batallando, haciendo el esfuerzo para ocupar su lugar reservado por la historia.