En América Latina hemos tenido dictaduras muy recordadas. El caso de Cuba como el más cercano nos sirve de ejemplo claro. Hoy Venezuela nos pone a la expectativa con una situación que evidencia el interés de un gobernante de perpetuarse en el poder. Esto deja de manifiesto elementos repiten estos pseudos representantes del pueblo.
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> En regímenes totalitarios, por ejemplo, suelen identificar a un enemigo común (real o imaginario) para unificar al pueblo bajo su liderazgo. Este enemigo puede ser externo, como un país extranjero, o interno, como una minoría o un grupo político opositor. En el caso de Maduro en Venezuela, los enemigos constantes son el "Imperio Estadounidense", similar a la retórica usada por la dictadura cubana, y se suman los miembros del partido opositor ganador de las elecciones que acaban de ocurrir.
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> Luego de identificar al enemigo, un ente que siempre hay que mantener vivo porque es un pilar ideológico del proyecto, se despliega entonces una dinámica mesiánica donde el “representante” cumple la misión de salvar, proteger o de liberar al pueblo de este mal. Para ello, a menudo usan discursos engañosos para manipular a la población y consolidar su poder. Controlar los medios de comunicación es crucial, ya que a través de ellos pueden difundir su propaganda y silenciar las voces opositoras. En la era digital, aunque el acceso a la información es más amplio, estos regímenes también intentan controlar internet y las redes sociales para limitar la diseminación de información contraria a sus intereses.
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> La legitimidad de los gobernantes se cuestiona cuando no son elegidos democráticamente. Esto resulta en una falta de apoyo popular y una constante lucha por mantener el puesto. La llegada al poder de representantes no deseados erosiona las instituciones democráticas. Esto puede incluir medidas como la manipulación de las elecciones, la restricción de las libertades civiles y la supresión de la oposición política, acciones que violentan la esencia de la democracia.
El pueblo venezolano ve una segunda oportunidad de retomar el orden democrático en este momento. Y su misión debe ser elegir representantes que vayan de acuerdo a las necesidades de un pueblo que ha sido burlado y abusado repetidas veces en los últimos años. La afinidad que sentimos los dominicanos con la Tierra de Bolívar nos hace sentir muy cerca de esta crisis y aspiro a celebrar pronto tiempos justos llenos de júbilo.