Cuantas tragedias se están viviendo en la República Dominicana. Cuanto luto está trayendo la violencia al seno de nuestras familias. Todo está pasado de manera tan acelerada que ya no tenemos tiempo de reponernos de una tragedia cuando ya otra ha ocurrido. Como se dice en el pueblo: parece que “el Diablo anda suelto”.
Cada día los medios de comunicación nos despiertan con un nuevo hecho de sangre. Los asesinatos, suicidios o pérdidas de vidas de manera violenta se han convertido, desgraciadamente, en el pan nuestro de cada día. Vivimos de sobre salto en sobre salto. No sabemos cuándo la desgracia tocará las puertas de nuestros hogares.
Sobre la manera en que estamos abordando el problema de la violencia, parecería que como sociedad hemos fracasado. Hoy tenemos más violencia en el seno familiar, en la escuela, en las calles, y los medios y redes sociales se han convertido en pasarela de este horripilante espectáculo.
A todo eso, hoy día se observan un nivel de intolerancia como nunca antes lo habíamos vivido. Nos estamos volviendo en un grupo de “mechas cortas”. Explotamos antes cualquier insinuación, “cortada de ojo” o toque involuntario al caminar.
Mueve a una gran preocupación que según un informe de la Dirección del Orientación y Psicología, del Ministerio de Educación, durante este año, en los planteles escolares se han presentado más de 20 mil conflictos violentos, de los cuales más de 1,700 casos han sido enfrentamientos entre docentes y alumnos.
Cada día son más numerosos los reportes de casos de ataques violentos o noticias de muertes provocadas por diversas e insignificantes razones. Podríamos citar decenas de estos casos ocurridos en este 2023. Como ejemplo, puedo citar el más reciente, en un reconocido restaurante en la capital, un miembro del ejército salió del lugar, buscó su arma de reglamento, y baleó a un ciudadano, porque en una discusión por un turno en una fila, le había llamado gusano.
Otro aspecto de la problemática es que todavía no se han medido los efectos la pandemia del COVID-19 en la salud mental, en sus niveles de ansiedad de los dominicanos. Sin embargo, los profesionales de la conducta y de la psiquiatría presumen daños importantes en una parte importante de la población. Definitivamente, las iniciativas a desarrolla para enfrentar la situación, deberían ser más dinámicas y efectivas, por parte del Gobierno.
En ese punto, debemos admitir que nuestras autoridades no se han cruzado de brazos, en procura de enfrentar la violencia en el país. En tal sentido, el presidente de la república, Luis Abinader Corona, se está reuniendo con representante de todas las instituciones nacionales responsables de la seguridad y de justicia en todo el territorio dominicano.
Según algunos entendidos, parece que estos encuentros ya están rindiendo sus frutos en el control de la violencia organizada. Sin embargo, debemos ir más allá, el Gobierno debería actuar como el gran aglutinador de voluntades para el desarrollo de programas masivos que acompañen las familias en esta búsqueda de reducir la violencia en su seno.
Es tiempo de que las autoridades, los medios de comunicación y los ciudadanos nos empoderemos para brindar apoyo solidario en todo lo que se necesite para apoyar a las familias, a las comunidades.
Es el momento de que los padres, los profesores y los medios asumamos el reto y juguemos un papel más activo en la prevención de actos violentos.