El almirante Cristóbal Colón estableció en La Vega, la primera fábrica para fundir el oro que pretendía saquear. Desde entonces, la común ha demostrado que tiene capacidad para orientar su desarrollo. La prueba es el carnaval.

La provincia congrega una trilogía territorial representativa de un sistema ecoturístico único. El complejo podría abarcar, por ejemplo, su propio carnaval. Los trillizos son los municipios: La Vega-Jarabacoa-Constanza.

La Vega. Está sitúa en el valle de la Vega Real, parte alta del río Camú, en el centro norte del país, a 100 metros sobre el nivel del mar. Dista 30 kms. de Santiago, 126 de Santo Domingo y 291 de Higüey. Antes del terremoto ocurrido en la segunda mitad del siglo XV, La Vega se ubicó próximo al santuario del Santo Cerro.

Jarabacoa. Se encuentra situada en la Cordillera Central, en el valle intramontano que los Tainos nombraron Jarabacoa. Se eleva a 530 metros de altura. Está rodeada por los ríos: Yaque del Norte, el Jimenoa, el Guanajuma y el Baiguate. El nombre de Jarabacoa significa “tierra de fuentes de agua”. La ciudad de la eterna primavera, le dicen.

Constanza. Localizada a 1,250 metros de altura, en la Cordillera Central, suelen llamarla la Suiza del Caribe. Es la ciudad más alta de la isla y una de las puertas de entrada al Pico Duarte, el punto más alto de Las Antillas Mayores.

 

Rutas ecoturísticas

Es probable que la ruta ascendente La Vega-Jarabacoa-Manabao sea la más exótica de la isla Hispaniola. Los recursos naturales son de una belleza exuberante. El ojo humano es insuficiente para presenciar tanta hermosura. Mientras los visitantes van trepando pueden pasar de un balneario a otro en cuestión de escasos minutos.

 

Balnearios y saltos.

La ruta, partiendo de La Vega brinda los balnearios Acapulco, El Portón-Bayacanes y El Puente.  En Jarabacoa están los balnearios la Confluencia, Salto de Jimenoa I, Salto de Jimenoa II y Salto de Baiguate; camino a Manabao se localizan La Cortinita, Los Dajaos y Salto de los Monjes.

A la altura de Constanza tenemos el Salto de Aguas Blancas y las frías aguas del rio Tireo.

 

Ruta al Pico Duarte

La escalada inicia en La Ciénaga de Manabao, un camino de 23 km. El punto está a 1100 metros de altura y, el Pico Duarte alcanza 3087 metros de elevación. El trayecto brinda un paisaje de los parques nacionales Armando Bermúdez y José del Carmen Ramírez.

La travesía dura dos días. El primer día, estando sobre los 2400 metros de altura se divisa la comunidad de La Ciénaga, en dirección oeste está la confluencia Boca de los Ríos donde se confunde el río Los Guano con el río Tablones para dar nacimiento al río Yaque del Norte.

Después del Valle del Tetero, sobre los 2650 metros de altura, está la Agüita Fría. Las corrientes de la Agüita Fría dan origen a otro rio que corre en dirección opuesta al anterior. El río Yaque del Sur.

El segundo día seguimos en hacia el oeste, la mayor parte del camino es plano, a 500 metros aproximados está el Vallecito de Lilí, lugar de la estación meteorológica. A 1 km de subida se encuentra el Pico Duarte, el camino tarda unos 30 minutos.

 

Cultura agrícola

La trilogía municipal conjuga, por igual, una cultura de producción agrícola extensa y garantista de la calidad de sus productos. Los rubros cultivados son: ajo, cebolla, tayota, café, fresas, flores, apio, repollo, tomates, papas y coliflor, etc. La producción avícola, además, suple de carne y huevos un segmento importante del mercado regional.

 

El carnaval: buque insignia

Podría creerse que, el carnaval vegano es la principal atracción de la zona. Pero no. El carnaval ha sido diseñado con el propósito de presentar a La Vega como la principal expresión carnavalesca del país. En una primera fase la celebración carece de máscaras. Los personajes llevan el rostro pintado y actúan bajo la modalidad colectiva o teatralizada. Las fiestas se reducen a los salones de los clubes.

La segunda fase comienza a principio del siglo XX. Las máscaras llegaron para dar identidad a los Diablos Cojuelos. Se dice que tomaron de modelo los Lechones de Santiago. Ha mediado del siglo se le agregó una capa larga al disfraz, baja hasta los tobillos, además, una galacha sobre los hombros, o sea, un cuello elevado que imprime la sensación de estar frente a un personaje tenebroso.

Pero en la tercera fase el equipo organizador observó que, los diablos eran el elemento más atractivo de la festividad folklórica. En consecuencia, decidieron darle prioridad sobre los demás personajes. La preferencia condujo a rediseñar todo el atuendo y el accionar de los diablos. Convirtieron el vestuario del diablo en una pieza suntuosa. Excesivamente lujosa.

Para el 1985, el Consejo Directivo del Comité Organizador transformó el carnaval con el propósito de atraer a los veganos ausentes y otros turistas. Para los fines formularon un plan de acción.

Los resultados no se hicieron esperar. El Senado de la República emitió una resolución en 1997 declarando el carnaval de La Vega como patrimonio folklórico de la Nación Dominicana.  Declara, por igual, a La Vega como capital del carnaval dominicano.

Pero, Dagoberto Tejeda dice que: “La Vega tendrá que volver a sus orígenes”.

En suma, la capacidad de verse a futuro, con objetivos precisos, los veganos deberían enfocarla hacia la actividad turístico-cultural. Iniciar la cuarta fase para que el carnaval gatee por las montañas, se transforme en el centro de todas las actividades cebradas en la zona. La agrícola, inclusive. La figura de la mancomunidad de municipios podría ayudar.

 

Nota:

Para los datos sobre el carnaval nos apoyamos en: Tejeda Ortiz, Dagoberto – El Carnaval Dominicano: antecedentes, tendencias y perspectivas.