Punta Catalina y las grandes obras de construcción del gobierno de Danilo Medina y el PLD fueron concebidas, no como obras de infraestructura para el desarrollo, sino pensando en la lógica de acumulación para un proyecto de poder autoritario, paternalista y de “casta familiar” de largo alcance.
Este proyecto, que pudo cooptar todas las instancias de la democracia; Congreso, sistema de justicia y Poder Ejecutivo; así también los restantes mecanismos de arbitraje como la JCE; y de control y fiscalización como la Cámara de Cuentas y Contraloría; pudo alcanzar inclusive a los medios de opinión pública como vehículo para instalar la visión de este plan dictatorial en las mentes de los dominicanos y dominicanas como un tópico normal y positivo.
Para lo anterior, utilizaron múltiples medios y “bocinas” pagadas por el Estado dominicano. El asalto al Estado, el saqueo y el robo fueron tan evidentes y despampanantes que el pueblo se jartó y los echó del poder. Nuestro pueblo se movilizó y salió a las calles a exigir el cese de la mega corrupción del gobierno y el castigo para los culpables.
Uno de los escándalos de la mega corrupción que “rebosó el vaso” fue el destape de los sobornos de la constructora Odebrecht, la cual había venido durante años realizando las grandes construcciones en nuestro país. Punta Catalina fue una de las obras emblemáticas construida por esta compañía y fue la génesis de la acumulación, a través de la sobrevaluación, del proyecto político autoritario, concebido desde el mismo momento que empezó la primera campaña durante el año 2012.
Algunos especialistas calculan la sobrevaluación de esta obra en alrededor de dos mil millones de dólares. Lo cierto es que hasta que no se haga una auditoría seria, imparcial y real, tanto financiera como forense, no sabremos verdaderamente el monto de lo sobrevaluado. Lo que sí sabemos es que Punta Catalina es “parte del cuerpo del delito” del gran saqueo al que fue sometido nuestro país por parte de un sector político en particular: el danilismo
El actual gobierno y el PRM, la mayoría congresual y la actual correlación de fuerzas que hoy dirige el Estado, son frutos de las grandes movilizaciones de nuestro pueblo alrededor de la consigna “¡no a la corrupción y no a la impunidad!”. Marcha Verde y sus grandes movilizaciones alrededor de estas consignas, los jóvenes y clase media en general que tomaron las plazas y los cacerolazos para “!que se vayan ya!”; hicieron posible una gran coalición político-social alrededor del PRM y Luis Abinader para sacar del poder al danilismo y su proyecto continuista.
Si perdemos de vista el contexto histórico y el protagonista principal de estos hechos (el pueblo movilizado), creo que se incurrirá en los mismos errores de los gobiernos que sucedieron a la apertura democrática del 78. Entonces habríamos desperdiciado otra gran oportunidad de completar el gran ciclo democrático inconcluso que nos abra el camino hacia la construcción de una sociedad de reglas, de instituciones democráticas, de derechos, esto es, una sociedad decente.