Obreros que trabajan en el proceso de reconversión del viejo muelle de Cabo Rojo, Pedernales, en puerto de cruceros, a cargo de la empresa mexicana ITM Group, se han unido para protestar y reclamar prestaciones que, entienden, son partes de sus derechos. Ha habido paralizaciones de labores para que escuchen su grito.
Mala señal ese ruido tan temprano en el proyecto de desarrollo turístico en curso.
Ante el conflicto ya estrellado en la cara, el diálogo sincero entre los actores encontrados es mandatorio, con la mediación –si fuese necesario- del Ministerio de Trabajo y el liderazgo local. La cerrazón de cualquiera de las partes nada bueno aportará.
Estoy confiado en que la inteligencia se impondrá y habrá entendimiento.
Lástima que se llegara a tal desenlace. El diferendo en cuestión era perfectamente prevenible si, al menos, los empleados hubieran tenido plena conciencia sobre los detalles apenas perceptibles de los contratos firmados y la misma empresa hubiera hecho a tiempo las precisiones correspondientes para disipar dudas.
Ahora bien, desde que se comenzó a hablar con mayor formalidad de desarrollo turístico en la provincia, durante la primera gestión de gobierno de Leonel Fernández (1996-2000), he sugerido decenas de veces que los pedernalenses deben formarse y empoderarse para encarar los desafíos de tal fenómeno social.
Y he planteado la urgente necesidad de que el liderazgo empresarial, político y social (incluidos los pedernalenses no residentes) sea proactivo y asuma el rol de organizador y motorizador de una toma de conciencia colectiva.
Sin embargo, una larga indiferencia ha sido la respuesta. Han acentuado, en cambio, el individualismo, el caciquismo y el protagonismo que solo contribuyen a la división de la sociedad y a la construcción de mendicidad para cebarse electoralmente.
Postura entendible. No conviene la conciencia crítica en el colectivo porque el ostracismo y la enajenación son vitales para engañar a incautos y vulnerables con discursos mediáticos ruidosos sobre méritos falsos coreados por patrocinados. Pero comenzamos a sufrir consecuencias.
Las tempranas protestas de obreros en Port Cabo Rojo, empero, deberían servir como espejo a la sociedad de Pedernales.
Hay que comenzar a pagar la gran deuda acumulada de falta de organización y sinergias. Desunidos, llegaremos al único sitio seguro: al fondo del despeñadero, al caos generalizado.
Los retos para el destino turístico en construcción son enormes. Y no sólo tienen que ver con calidad de los empleos y protección de los trabajadores, sino de amenazas como la prostitución adulta e infantil, las drogas prohibidas, los fugitivos nacionales y extranjeros, la politiquería, así como la garantía de calidad y precios justos en servicios de hoteles, gastronomía, salud, educación, transporte, guías.
El 18 de diciembre de 2023 arribaría a la terminal el primer barco, según las autoridades. Pero no fue posible en vista circunstancias no atribuibles a los paros. No está en condiciones plenas aún. Han comenzado la pavimentación de la carretera de acceso, mientras, en el muelle, se afanan para crear las condiciones mínimas para el arribo. El portal Infotur había informado que la programación de cruceros para Pedernales comienza a inicios de enero.
Subsanar el conflicto obrero-patronal es determinante. La imagen es muy importante en estos tiempos. Y a nada bueno lleva comenzar con ella erosionada en modo turismo.
La construcción de la obra, que –según el Gobierno- tendrá un costo de 98 millones de dólares (mmd), debe retomar su ritmo, pero sin aplastar a nadie.
Hagámoslo en honor a la celebración de la fecha de creación de la provincia y sus municipios, el 16 de diciembre de 1957, mediante la Ley 4815.