El primero de junio inició la temporada de huracanes 2024 en el Atlántico y República Dominicana. Como de costumbre, se ha dado a conocer al público los preparativos de los equipos técnicos que darán seguimiento a la temporada, así como los que se tienen organizados para hacer frente a las posibles eventualidades que surjan.
De acuerdo al Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos, para el periodo de huracanes 2024 se pronostican 17 tormentas tropicales. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha alertado para este año sobre una temporada “superior a la media” en el Atlántico Norte.
La dirección de la Oficina Nacional de Meteorología (ONAMET) comunicó que está preparada para cumplir con su misión de brindar servicios meteorológicos al país, especialmente, durante toda la temporada ciclónica 2024.
La preparación contempla organización para la prevención y pronósticos, ambos importantes para guiar y cambiar la teoría por la acción, es decir, evitar que los fenómenos que se formen en el Caribe y el Atlántico pasen sin ocasionar daños.
La prevención de desastres orienta a trabajar a tiempo la reducción de las vulnerabilidades de la sociedad, ayuda a corregir las causas que originan las tragedias por la actividad humana y natural: desorden en el ordenamiento territorial, desperdicios sólidos lanzados en las alcantarillas, canales, cañadas y ríos, los cuales casi siempre se llenan de sedimentos y desperdicios.
Una población que lanza la basura en los contenes, alcantarillas y ríos es una ciudad que sufrirá por inundaciones. Y esa situación empeora cuando los ayuntamientos no abordan el problema con planes de educación ciudadana que enseñen a los ciudadanos a tratar de forma adecuada los desechos sólidos y líquidos que producen.
Si no se educa a la población y se frena esa mala práctica, seguiremos padeciendo tragedias por inundaciones; sobre todo, las que ocurren en nuestras ciudades. Los gobiernos locales que descuiden los servicios de recogida de basura y no hagan lo que por ley están llamados a hacer en ordenanza del territorio, pues se dirigen y acercan al impacto por corrientes de cañadas, canales, arroyos y ríos que salen de su caudal.
Las primeras medidas de prevención que deben desarrollar las autoridades electas recientemente en los distintos ayuntamientos, es la de planificar el ordenamiento territorial, realizar jornadas profundas de limpiezas, analizar los riesgos locales existentes, conocer los riesgos del tarrito y elaborar sus planes.
Conceder a los munícipes los permisos de edificación solo cuando estos cumplan y sean para construirse en zonas seguras y habitables. Prohibir el crecimiento poblacional en zonas vulnerables, y junto al gobierno central, replantearse la reorganización de las poblaciones que viven en riesgo.
Preparar almacenes de acopios y centros colectivos que sirvan para resguardar las ayudas de los programas sociales y humanitarios, y albergar a las poblaciones vulnerables en un momento de emergencia.
Reorientar los presupuestos para propiciar infraestructuras de mitigación de riesgos de desastres y promover la construcción de viviendas seguras. En zonas donde sean posible, realizar siembras de árboles como medidas de mitigación importantes; sobre todo, para aplicarlas en proyectos habitacionales públicos y privados.
Ante la temporada de huracanes 2024, la prevención tiene que mirar al desarrollo, no nos queda de otra.